credits by: evtkw

sábado, 13 de diciembre de 2014

perdido

Hace mucho no visitaba aquella cafetería cerca de tu casa. Han remodelado el edificio y por un momento me sentí perdido. Le pregunté al policia, sí aún existía la cafetería. Él asintio y me indicó la entrada. 

Ahí pasé toda la tarde escribiendo, e interpretando todos esos datos que me tienen hasta la madre. Pero ahora puedo decir que les tengo cariño. Se me fue el tiempo, escribiendo y bebiendo café. 

En un breve reseso de mi mente, me di cuenta que era una buena tarde otoñesca. No se poeque ese tipo de tardes, provoca que mis pensamientos se enfoquen en tu nombre y rostro. Entonces, sin pensarlo tomé el teléfono. Y me quedé pensando en dos posibilidades, marcarte o no. Decirte que estaba ahí cerca de tu casa, que podías ir a verme, o que más bien yo quería verte. Que me sentía hasta la madre de estar escribiendo, que no puedo llegar a nada: que me sentía solo, que podímos comer o seguir bebiendo café, hasta que estos pinches nervios me desplomarán. 

Perdí tu número...,

Seguí escribiendo, pedí más café. Con fuerza golpeaba el teclado, como desquitádome con el. Miraba de nuevo a la calle, esa gran ventana cerca de la entrada. A ratos miraba con cierta esperanza de que entraras, así al azar, por arte de magia. La tarde cada vez fue haciendose más melancólica, con ese frío rico que como conmueve. 

A diario me tengo, y en cierto modo había estado molesto en la mañana conmigo. Pero, que puedo hacer no me puedo mandar a la chingada. Estaba cerca de tu casa, y tal vez a propósito, para verte. Porque cuando me siento arto de mí, quiero verte. Cuando me siento solo, quiero verte. 

La tarde cada vez más, se tornó melancólica. Después de todo, tal vez, no lo sé; son mis últimos días por aquí. No lo se, más bien creo que sí. Quería contarte que no me aceptarón en la elit especial de mamonsetes. Que no farolie lo suficiente con lenguaje apropiado, si es una mamada pero tiene que hacerse. Que debo irme, que me hecharon, que me queda poco tiempo por aquí. 

Que me sentí solo, que estos días no tengo ganas de cocinarme. Ni hacer la cama, ni afeitarme e ir a arreglarme el cabello. Que estoy tirado por la verga, que si te veo, almenos tendré ganas de arreglarme porque eso hace uno, especialmente con la mujer de interés. 

Que cuando te veo, me doy cuenta que tengo puesta la ropa de una semana. Que tengo este puto sweter de tres años. Que debo comprar ropa, y comer bien. Que me estoy descuidando, que me siento solo, que te quiero cerca.  Que no quería regresar solo a casa. 

Pero resignado lo hice, cuando me dí cuenta que se me terminarón los carbohidratos del postre que comí por la mañana. 

Que no quería caminar desausiado de vuelta casa. Que me contarás lo que has hecho estos días, que después dijeras que me extrañas y que te preocupas por mi manera de vivir; que te importo. Aunque después me diera cuenta que son putas mentiras, pinche mentirosa. Y que me hubieras dejado tirado, más por la verga como lo has hecho siempre puta mentirosa de mierda. 

Ahí estube deambulando como méndigo, buscando una cafetería. Llegando ahí porque era mi favorita, porque cerrarón por periodo vacacional la universidad. Y no quería estar en casa, encerrado conmigo. Quería salir y encontrar algo. 

Al final regresé y no estubo tan mal, compre algo para cenar. 

Creo que no te he contado sobre ella, ahí esta. La perdi como la perdí a tí y como he perdido a otras más. Como siempre pierdo y acepto cobardemente la derrrota. Que ya valió verga, ella todo como cuando valió verga contigo. Como cuando mentiste y todo se fue a la mierda. 

Como cuando regresas y vale verga meses de teoría de analisis. Las sesiones con el psiquiatra se van a la mierda. Las construcciones lógicas y razonables, tu puta y mi pendeja miserable existencia sin conexion alguna. Ese puto defecto del universo, esa anomalía y vortex como mis faltas de ortografía. 

Que bueno que no te encontre, 

que bueno que ya no estás aquí en la ciudad. Y si regresas, no quiero que vallas a la cafeteria. 




No hay comentarios:

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...