Y yo que a la hora de la cena no pude dejarlos ahí, me cuesta trabajo decir que no, y trato de elucubrar un pretexto cuando miro sus estúpidos rostros con sus estúpidas charlas aburridas; incoherentes y sin sentido. Sus aspiraciones clasemedieras, sus frases repetidas aprendidas de libros que son síntesis de los grandes, pero que no se atreven a interpretarlos por sí mismos.
Mañana diré que no a la hora de la cena, en este momento pienso discutible el hecho de que los hombres deben ser sociables. Pero aquí no hay nadie, porque entre charlas tan vacías de todas formas me siento solo.....
porque entre charlas tan vacías de todas formas me siento solo.....
por lo tanto, da lo mismo.
gerardo.
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