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domingo, 4 de septiembre de 2011

Corrección de estílo

Detesto cuando el viejo Germán Puebla subraya con su fastidiosa pluma las palabras que no encajan en la lógica del texto, mi mala ortografía delatándome y gritando que aun soy un aprendiz. La lluvia es fuerte y estoy atrapado en este viejo edificio. Han ordenado una pizza y ¿cómo se les ocurre?,  mas bien.... como se le ocurre al pendejo pizzero (si así puedo llamarle) haceptar traer una orden en medio de una cruel tormenta.

Soy el único que fuma en este lugar y muero por encender un cigarrillo, pero de ninguna manera van a permitirlo.

Mi cubil tiene una lampara muy bonita, con luz blanca. Al lado la ventana muestra la infame noche que ahora me arropará unas cuantas horas, inclino el sillón y comienzo a recordar mi último viaje hacia la ciudad ocurrido hace una semana.

Después de visitar a mi abuelo enfermo regrese a la estación de trenes muy agotado, si no me falla el recuerdo nunca he podido dormir en esa casa. Me senté junto a la ventana (me gustan las ventanas) y saque mi libretita de ideas, quería escribir hacerca de esas flores que no tienen olor, aquellas que le gustan a mi madre y mi frustración debido a que olvide un ramo de ellas en la casa de mi abuelo. Quería regalárselas a Fernanda la muchacha que siempre encuentro leyendo en el café escondido de la avenida principal.

De ahí hacer nacer una patética historia, contando cada detalle de Fernanda pero con un seudónimo. Asi como lo hacen muchos escritores que cuentan sus vidas algunos describiendo maravillosos viajes mmm por ejemplo a Ginebra.


Solo me quedé dormido con las ideas apagadas, al final un buen sujeto me despertó   "esta es la última estación joven, no valla a quedarse encerrado"



Reinaldo Zuloga.





Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...