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domingo, 22 de abril de 2012

Te espero. por : Mario Benedetti

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas,
lo sé, sé que no vendrás.


Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
sé que ya no estás.


Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor,
pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
pues sé que no vendrás.


Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá,
yo aquí,
añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.


Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la luna oculta ese sol tan radiante,
me siento sólo, lo sé;
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.


Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.


Mi aire se acaba como agua en el desierto,
mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?,
te preguntarás...
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no sólo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo sólo así?
¿Por qué no sólo...?

sábado, 14 de abril de 2012

El corazón de Samuel Baez


Viernes en la Ciudad de México; por la tarde una vez acabadas las actividades me dispuse a caminar por una vieja ruta conocida pero fuera de mi costumbre, el circuito en esa parte es tranquilo y los árboles junto con los jardines están olvidados; ahí es donde me lo encontré, vi a aquel muchacho que miraba el cielo, probablemente las nubes que formaban figuras razonablemente conformes a la realidad que hemos construido los hombres o mas bien los objetos que erróneamente llamamos realidad. Ese muchacho es inconfundible con su aire nostálgico de soledad, junto con su cabello enredado y en su camisa; en la bolsa frontal una pluma extraña metálica. Quise pasar desapercibido pero me reconoció, me gritó ¡¿Gerardo eres tú?! ¿Cómo estas viejo? yo le respondí que me encontraba “bien”; fingiendo una sonrisa producto del gusto ficticio que me producía el encuentro, mas bien uno de esos encuentros que al parecer es inevitable negarle al destino. Sentí lástima conmigo porque se me escurrió una especie de remordimiento; es el hecho de no tratar bien a ese muchacho siendo que el me tiene un aprecio de hermano.

Me pregunto que ¿A donde me dirigía? y esta vez le respondí con la verdad, le dije que iba camino a la casa pera preparar mis cosas y regresar al pueblo. Me dijo que me acompañaría que esa tarde se encontraba nostálgico (como de costumbre) y que le daba mucho gusto verme, me dijo que debo saber perfectamente que soy su único amigo... el único a quien puede contarle las historias mas extrañas y condolientes sin burlarme de el. Y en efecto no me gusta burlarme de el pero algunas veces cuando mi paciencia esta por agotarse termino siendo muy grosero. 

Me invito un café el cual negue porque no quería demorar mi camino al pueblo.

Caminamos alrededor del ciruito y al perecer su charla iba encaminada al tema de los últimos meses... Rebeca... Me dijo que soy la única persona que puede escuchar hacerca de Rebeca, y es que esa historia es de lo mas extraña, pero mas extraño me resulta comprender a mi amigo y a Rebeca a la vez porque son figuras únicas el mundo hazarosas y cahóticas; paradogicas y lógicas.

Esta vez fuí menos duro con él y me dedique solo a escucharlo. Tenía esa mirada distraida que tanto conosco, resultado al distraer sus claros ojos con los árboles y la hierba porque le cuesta trabajo ser sincero o mas bien hay palabras que son insoportables a su sinceridad... quizá por eso nos entendemos porque somos orgullosos... pueblerinos orgullosos e incongruentes a las respuestas mas sencillas y lógicas que las personas menos inocentes suelen razonar.

Me dijo que se sentía solo ( y tuvo que explicarlo porque en su complicada consiencia existen diferentes tipos de soledad) y que buscó una compañia de aquellas que solo le han servido para comprobar que es un animal en ruina. Asqueado terminó despues de hacer el amor y desdichado cuando aquella mujer le rechazó las miserables monedas que siempre recibe a cambió. Se sintió como un perrito callejero que necesita afecto cuando aquella mujer le acaricio el cabello despues de hacer el amor y plático con él de “las cosas de la vida”. “Me gusta tu poesía” le dijo la mujer “¿En que piensas?” Lo único en lo que Samuel pensaba en ese momento es en correr para que su corazón se agitase y los pulmones, para asi hechar afuera esa escencia que su corazón asqueado rechasaba y que pedia a gritos a Rebeca, Rebeca!., esa escencia y aliento que se quedan impregnados, Hasta a estado a punto de imaginar que esta con Rebeca cuando sierra los ojos y acaricia la suave piel de la hermosa mujer que piadosamente hace elamor con él, para satisfacer sus ansias, para convenserse a si mismo que lo que necesita es amor, amor puro, el amor que no conoce y que ignora que existe, pero sigue iluso. Me he reido de él y he dicho que se parece a Florentino Ariza, ese peculiar personaje fanático del amor, que le rompen el corazón en la juventud como a mi amigo Samuel.

Samuel me dijó que ahora comprende que a sido bueno que rebeca le aya destrozado el corazón, que bueno que fue ella y no otra persona... Rebeca es Rebeca. La volvió a buscar, son presa de un guión o mas bien una novela de algún estúpido escritor hijo de puta y enfermo que le gusta hacer de protagonistas Samuel y Rebeca; los seres amorosamente mas desdichados.

Samuel me dijo que descubrió algo extrañamente sorprendente en Rebeca. Anterior mente pensaba que en conjunto; sus ojos negros, la ternura en sus sonrisa, la suavidad de su voz, la sensibilidad de su tactto, sus manitas y porsupuesto sus caderas hacian en conjunto la suave armonia de la canción mas maravillosa. Ahora descubrió que en el interior, dentro y fuera hay algo mas, algo que sobrepasa los aspectomas materiales, inclusive su sonrisa. Es algo en su interior, mas que el chocolate sorpresa en una galleta de mantequilla, es algo que hace feliz a mi corazón ... y que la hace distinguir entre todas- ¿Crees que eso es el amor? ¿Crees que estoy enamorado? Me preguntó.... Desafortunadamente no pude responderle, quizá la mas hacertada era decirle “Estas pendejo” pero habia un brillo muy especial en sus ojos y como decia al Principio Samuel y Rebeca son un misterio para mi.

Yo le dije ¿Le has dicho lo que sientes, lo que sentiste cuando ella te dijo que su corazón pertenecia a otra persona? Y es que la historia de Rebeca es sensilla, cumplió su sueño, entró como investigadora en los laboratorios Rusevelent, en ese lugar todos utilizán un uniforme azul, que los hace distinguirse abruptamente. Sensillamente Rebeca se enamoró en ese lugar como es de esperarse en todos, y sensillamente Samuel se sntió el hombre mas desdichado del mundo. Rebeca es un misterio, en rebeca no deben caber sus esperanzas ni las esperanzas de Rebeca en samuel... los dos son un misterio.

La historia es sensilla y larga a detalle, solo es un misterio que denredado muestra una historia verdaderamente conmovedora, por mi parte de dije a samuel que quizá sea necesario que Rebeca le vuelva a partir el corazón para que se haga un hombre mas fuerte, yo no se si se vuelva equivocar.

Samuel trato de explicarle a Rebeca acerca del gran descubrimiento, ese ente extraño que ella poseé, pero no pudo ser sincero del todo, samuel tiene una capa de orgullo que lo protege y que le inpide ser delicadamente sensillo en sus palabras. Creo que Rebeca lo sabe, pero no es tiempo, el tiempo ya pasó, nunca existió ni ahora ni en el futuro. Me gustaría conocer al escritor que escribe su historía, quizá para no sentirme incomprendido ante ese misterio, porque ellos dos siguen siendo un misterio para mi.


Ciudad de México, 12 Abril 2012.

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...