credits by: evtkw

lunes, 8 de julio de 2019

Perros de la madrugada

I
Desde hace tiempo sabemos de su miedo a los perros, a mi me tenía ya sin cuidado, pero anoche nos encontramos con un perro que hasta yo le tuve miedo, y entonces me pasé del otro lado dejándolo a él muy cerca del hocico del animal porque ya anticipaba que atacaría. Debo confesar que en mili segundos pensé que sería una lección para curarlo de espanto.

Fue una lección sangrienta para mi, me asuste demasiado cuando lo miré perdiendo mucha sangre, pensé que moriría mientras miraba a un médico de cuarta improvisar. 

¿qué hacíamos en esa vieja terminal de autobús? no ha cambiado en años, una noche antes pasé conduciendo al lado, y quizá por eso quedó en mi memoria, después, me ganó la luz del día y la miré cambiada, con cambios a futuro que le venían bien, pero no soy arquitecto ni ingeniero civil.

Poco a poco, mientras avanza el día olvido los detalles, guardo los más abrumadores, Esteban, el más querido, ebrio, amenazándome con un cuchillo, a causa de algo que no recuerdo pero estoy seguro de que se trata de las cosas de siempre, de que su vida debió ser la mía, de mi carácter de mierda, que a propósito dejaría a Mateo desangrarse, mientras tanto me las ingeniaba para entretenerlo y darle tiempo al médico de cuarta calmar la crisis. Algo se me ocurrió, y efectivamente pegó, dejó de sujetarme por el cuello y guardó el cuchillo, le dije una de esas cosas pedorras de la vida, de esas cosas ingenuas que nunca se cumplen, pero no recuerdo bien, y me desperté preocupado por Mateo. ¿Estaría muerto y trataba de comunicarse conmigo?

¿Porqué apareció esteban? su hermana pedía dinero una noche antes.

Los perros en la calle seguían ladrando, yo dije hace dos días que sería la última noche que dormía en esa habitación, que no dejaban dormir los perros.

II

Discutí con la señora de la cafetería, porque tenía escrito en el menú algún platillo que dejó de preparar hace tiempo. 

III

Le pedí al mojarras que cambiara de lugar la imagen del inmaculado corazón de maría, para que mi abuela estuviera contenta, le pagaría mi último billete en la bolsa, fingiendo solvencia económica.

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...