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domingo, 5 de febrero de 2012

Sueño Corto

Sueño Corto .


a : Zharai Tzenderman

En la noche compre una bolsa de café molido por una vieja máquina al lado del parque, en la esquina donde siempre huele a café. La jarra de mi cafetera se rompió, entonces también era necesario comprar una nueva pero no tuve tanta suerte.

Al llegar a casa se quedo tristemente serrada la bolsa de empaque verde guardando la exquisitez de su aroma. En mi subconsciente involuntariamente quedaron residuos; eran el deseo de probar el susodicho café. Cuando dejó de ser involuntario aquel deseo y junto con mi regreso a la ciudad; la noche se convirtió en una de esas naves que transportan al recuerdo fastidioso en donde quizá por ahora la única píldora para olvidar consiste en el refugio intrínseco de una lectura detallada ajena al recuerdo.

Es irónico o quizá este creciendo como persona ya que enseguida me doy cuenta que he adquirido la capacidad de olvidar los malos y fastidiosos recuerdos que punzaban en la boca de mi estómago, pero al percatarme de esto, recuerdo esas cosas con gran astucia y coraje para alejarme del recuerdo encantador de su risa y la fragilidad envolvente de sus brazos.

Camino a casa me pareció ver a Dévora en un letrero sobre la avenida, el cabello y el rostro eran idénticos, era el letrero de alguna promoción deportiva (y parecía el cuerpo deportivo de la exquisita Dévora). Me asuste quizá pensando en que Dévora se había convertido en alguna modelo terapeuta de animales.

Me quede recostado aparentemente inconsciente pero con el deseo oculto de probar el café y estar una vez mas junto a Dévora haciendo una de esas actividades infructíferas que solíamos hacer con frecuencia desgastando el tiempo de nuestros relojes como energía que se esfuma desperdiciada ante los ojos ambisiosos y manos escurridizas que no pueden hacer nada.

Mas tarde llegó Dévora después de conseguir un repuesto extraño para la jarra de mi cafetera, con el cual batallamos y batallamos convirtiendo nuestra frustración en risa (como muchas veces lo hemos hecho) y su aroma inconfundible, sus brasos como tiernos atriles que al contacto provocan una paralisis en el cuerpo que recorre poco a poco cada rincón del pecho a la espalda, y de la espalda a las piernas como una especie de veneno que ordena cada código en la cabaza para dar la única orden que puede ocurrirse: respirar sin despegarte la fragancia que emana de su cuello, única en ella porque la he buscado desesperadamente en otras mujeres y.... nunca la he encontrado.

Entonces sabía perfectamente sin dolor que podría buscar preguntarle a Eugenio P. Dominguez (su futuro marido) si ¿Acaso sentia las mismas sensaciones que siento yo por Dévora? También podia preguntarle a Dévora en ese momento "¿Cómo esta Eugenio? Por favor dale mis saludos". Y que en el proximo sueño quizá tendría la capacidad te encontrar su número telefónico imaginándolo y marcarle nuevamente para encontrarnos la próxima noche en mis sueños porque me la pase muy bien...y muy contento,  pero pedirle que llegue tres horas antes de que suene mi despertador para estar mas tiempo con ella...  porque al despertar todo vuelve a la normalidad.


Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...