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jueves, 7 de febrero de 2013

El jardín.


El jardín.


A: Mike y Chuy.

Las fotografías detienen el tiempo en una imagen estática la cual es carcomida por el tiempo mismo. Nos separamos hace algunos años, aún somos muy jóvenes y perseguimos intereses bien distintos. Recorde a los tres mosqueteros el Sábado al mirar la fotografía que nos tomo Herminia frente a su jardín de chabacano y ciruelas. Nos vemos muy contentos y recuerdo ese instante de mi vida, todo fluía lenta y constantemente. No había de que preocuparse y ahora creo que tampoco pero las preocupaciones no son cero como en ese momento puro de la niñez. Recuerdo esa camisa de rayas cafés, me gustaba doblar la parte de abajo y usarla como una bolsita secreta para guardar clips, hojas y envolturas de dulces. Hace mas de seís meses no veo aquel jardín, supongo que se ve más triste. Herminia me dijo una vez que el jardín comenzó a ponerse triste cuando los tres mosqueteros (y los tres mosqueteros que llegaron después) fuimos creciendo y abandonando el árbol de ciruela, chabacano e higos. La fruta se caía y se iba pudriendo como nuestras conciencias e inocencia con el paso del tiempo. Hace seís meses me percaté que los árboles estaban secos y sin frutos. Pienso que una parte de nuestras almas estaba protegida en ese jardín, después inconcientemente decidimos cambiarlas de lugar. Los árboles seguían verdes por la presencia de Hermina, ahora ella no estará más para regarlos y quizá también se llevó su alma de ese lugar.

¿Porqué dejamos de reunirnos los mosqueteros y yo? Simplemente no existe por ahora un fín común para hacerlo de nuevo. Antes nos reuniamos para jugar porque no teniamos obligaciones, nisiquiera tendíamos nuestras camas. Con el paso del tiempo la gente adulta cree necesario llenarnos de pequeñas responsabilidades, lavar los trastes, limpiar la habitación y toda una gama de actividades que aumentan y cambian con el paso del tiempo.

Nuestro último punto de reunión fue la muerte de Herminia; nos reunimos en la sala toda la noche velándola sentados frente a su ataud recordando los viejos pasajes del tiempo, solo eso. “Que buena fue Hermina con nosotros” deciamos. Después todo se convirtio en la normalidad que ahora nos tiene sujetos desde ese punto hasta este instante.

Yo imagino que nuestras vidas son como un árbol. En un principio estabamos juntos en el tronco y después nuestros caminos se separaron como las ramas hacia direcciones diferentes y seguimos haciendolo rumbo al infinito pero mirando el cielo. Dudo mucho que converja nuestra vida nuevamente como en aquellos tiempos. Quizá ocurra en la muerte de otro familiar o alguna fiesta importante, esas cosas siempre hacen que el camino de las personas converja en el mismo punto de espacio y tiempo.

Los caminos que tomamos son parecidos a los juegos que nos gustaban de niños, Manuel era un cheff y una especie de artísta, Armando un Medico y yo el Astronauta, una extraña tripulación navegante en el mar de la imaginación. Manuel el mas grande fue el primero en irse después yo y al último Armando. Hace quizá algunos meses les a toco tomar un camino a los tres mosqueteros restantes. Me pregunto ahora si ¿Los hecho de menos? Estoy seguro que no porque nada quedó pendiente, pero se hizo presente la nostalgia

No se si el tiempo me favoresca ahora para que se quede guardada mi nostalgia, encapsulándola en algun lugar fuera de mí; en alguna estrella o galaxia, en elguna nube para que cuando a ellos les toque mirar la misma fotografía eleven su nostalgía y ahí quedemos reunidos. Porque si se queda en el corazón pienso que es como la fruta de aquellos árboles; con el tiempo se pudre.


Gerardo Urrutia. Ciudad de México a 7 de Febrero del 2013.

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