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sábado, 26 de marzo de 2022

fin de semana

Hola, aveces olvido escribirte. Se me va el tiempo, ¿en qué? En distraerme tratando de no distraerme. 

Salí de la ciudad porque me dieron ganas, en realidad por un sueño que después te contaré.

Hoy un señor me contó que daba clases sobre un taller de fotografía y me explicó cómo hacer una cámara fotográfica artesanal. Creo que voy a intentarlo.

Comí el peor desayuno del mundo pero con un bello balcón con una vista bonita. 

Sé que me veo estúpido cargando el laptop a todas partes. Pero siento que la gente se incomoda viendo a personas que van a comer o cenar solas. Tal vez no, pero, como hoy el señor del taller de fotografía me preguntó si había viajado solo, le dije que sí, he hizo una mueca rara. En realidad, lo hago muchas veces, en fin, no importa. 

Te voy a contar un pedazo del sueño. 


viernes, 18 de marzo de 2022

Cuéntame historias donde no estoy incluído

 
"No me cuentes historias donde no estoy incluído".

"Voy a intentar borrar mi memoria, no cantes victoria, ... todos vamos al mismo lugar".

Estaba escuchando una canción que incluye las dos frases anteriores.

Miré las las cuatro paredes. Tuve miedo y miré por la ventana. Al menos los árboles cambian. Las bugambilias florecieron. Eso es un consuelo.

Los árboles cambian, son un consuelo, se materializa el cambio, ¿aveces queremos eso no? Estas paredes que nos rodean podrían hacerse más pequeñas y colapsar con el piso y el techo, y aplastarte. El problema con la imaginación es que eso sucede y sin morir. Eso se siente sin morir.

Tocamos la frontera del universo en el último segundo del reloj. La frontera de la vida. Después no sabemos qué pasará. Eso está bien.

Otro fin de semana que se va en anhelos caprichosos, como escuchar historias donde no estás incluído pagando el precio de la compañía. Las personas tienen problema con verte solo. Incluso intentan presentarte personas porque piensan que está bien, cuando en el fondo solo quieres comerte un atún asado, verduras y una copa de vino, solo, en la tarde templada.

Bueno, si acaso está el capricho de escuchar una historia donde no estás incluído, eso está bien, pero es algo que nunca mencionarás, piensas que será extraño. No, tal vez para que nadie se acomida a contarte una historia donde no estás incluído. Uno elige a una persona para eso. Y esa elección es un secreto. Dejarás de etiquetar las frases crípticas cuando ya no importa. Pero aún importa. Aún importa ser descubierto y apenarte por eso.

domingo, 13 de marzo de 2022

Dos tiempos libres

Tiempo libre I


Por fin pudo hablarte sobre distintos universos, sin que bostezaras, al calor de las tres copas de vino. Bueno, nisiquiera estaba seguro de lo que decía. Solo en su cabeza está la imagen de la intersección de cuatro membranas torpemente dibujadas en su libreta pocket. El chiste que podía advertirse:  "Hay un universo donde me quieres". 

Un razonamiento improvisado, decía: "Pues si no se rompen las leyes de la física, no veo porque no podría existir, solo que no se ha encontrado el experimento adecuado para demostrar su existencia. Sabes, cuando la gente pregunta mi opinión trato de persuadirlos que es una idea que posiblemente está sobre interpretada, que se necesitan teorías que viven en mundos matemáticos, pero están sujetas a restricciones. Les digo que las matemáticas son más amplias que el mundo físico. Que aveces sobre interpretamos o interpretamos subjetivamente. Pero ahora quisiera que fuera verdad. Pues lo estoy suponiendo y eso me hace sentir feliz".

En ese momento se inventó algo que no existe o podría existir. Pero, porqué no. Seguramente nadie a su alrededor sabía de física. Se sintió libre de decir lo que sea. "En el supuesto universo donde me quieres, quizá no podría tocarte, porque no existe la fuerza electromagnética, o faltan partículas que constituyan tu cuerpo, entonces mi mano te traspasaría como si fueras un fantasma".

En ese momento tocó tu mano.


Tiempo libre II

Cuando llegamos a la playa justo al atardecer, pudimos ver el sol caer. También unas trayectorias espirales como si los meses transcurrieran en unos cuantos segundos. Estaba cansado pero no podía dormir. No sé que traía encima. Alcohol combinado con algo. Ignoramos las últimas espirales del sol. 

La parada que no quería hacer. Tu ex-novio, el que decías que se convertiría en un gran diseñador antes de que entráramos a la universidad. Su casa estaba cerca. El cuarto jodido donde vivía con la computadora jodida que tenía. Hacía retoques de tus fotografías sin sentido.

De alguna manera me sentía el campeón porque estabas conmigo. Pues llegamos a su casa. Sabía que yo estaría en la playa todo el fin de semana contigo. Salimos de su casa por un momento para dejar que terminara el supuesto trabajo. Nos subimos un rato al coche que estaba aparcado afuera. Nos sentamos en el asiento de atrás. Ahí sentados, me decías lo que pasaría. Que yo fingiría que me iría a dormir aparte cuando regresáramos al hotel. Pero que no tenía caso finjir. Inmediatamente te dije que no, y te besé. Y nos abrazamos por varios segundos. Te dije que podíamos dejar de fingir entonces. 

Después te levantaste, irías a ver si tu ex-novio había terminado de hacer el retoque inútil en photoshop.  Yo no supe que hacer. Si me levantaba para ir contigo podía verme inseguro. Antes de entrar te detuviste en la puerta de entrada de la casa. Y me llamaste que fuera. No tardé mucho en ir. Esperé unos minutos antes de entrar a la casa. Cuando entré pude percatarme con la vista periférica que estaban vistiéndose rápidamente al escuchar mis pasos.

Actuaron normal. Fue un sabor amargo para mí. Me pregunté a mi mismo. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Qué estabas haciendo ahí? 

Cuando nos regresamos al hotel intenté darte un beso en la frente pegajosa de maquillaje del día anterior. Moviste un poco la cabeza, como esquivando. No sabía cómo iba a terminar ese fin de semana. Por eso me quedé en el bar toda la noche, para no escucharte decir que ya no era buena idea dormir juntos.


viernes, 11 de marzo de 2022

Miedos del jueves

La semana comienza el fin de semana, el domingo, cuando llegué a mi lugar favorito de pizza y noté que ya no trabaja la chica amable que se despide deseando bendiciones. Que mal. En su lugar pusieron a un muchacho que le cuesta trabajo abrir la botella de vino. El chico nervioso. 

Críptico.

Algunos aprendimos mal la idea de que siempre tenemos que ser apoyo de alguien, escuchar. Pero también tenemos miedo. Leía una frase en la semana, algo así como "la santidad de un hombre se mide con la verdad". Yo diría que con la honestidad, y no me referiría a la santidad, sino el sostén de la integridad de cada persona. Siendo honesto, la verdad, tengo miedo. Y la santidad es un concepto que me repugna. 

Nunca hablé de mis miedos para que no sintieras inseguridad a mi lado. Me gusta la sensación de poder brindar protección, aunque sea ficticio, bien sabemos que un golpe podría hacerme caer desmayado, un golpe literal o un golpe de la vida. Quizá eso no te hace click. El hecho de que nunca lo he aceptado. Más bien, nunca lo he dicho. Miedos que nunca han sido cantados. Miedos que se ocultan a propósito, como si fuera algo complejo, pero son la cosa más cotidiana y simple. Hasta podrían ser efímeros. 

La esperanza. 

La esperanza me pone nervioso. Me incita a buscar en un cuarto oscuro un objeto que nunca he visto. La búsqueda. No quiero pelear con eso. Quiero abrazar la ausencia. ¿De qué? De que nunca estuviste, no estás y nunca estarás. Todo fue un sueño.

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...