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domingo, 7 de febrero de 2021

El tiempo que se nos fue: Historias abandonadas


Nunca me he tomado un momento para contarles una historia que de verdad ocurriera en mi vida. A muchos de ustedes, más bien a pocos, muy pocos, que han leído este blog, he comentado que en este espacio, desde hace tiempo intento ejercitar mi imaginación para inventar cuentos o crónicas. Todos son ficticios. Nunca he borrado ninguna para mirarme al espejo del pasado y que salten las burradas, faltas de ortografía, profanación de la puntuación y el orden de mis ideas. Además de que al inicio solo podía hablar de cosas que pasaban pero que cambiaba nombres para lograr la variante de algo que no quería que ocurriera o que ocurriera. Después me pareció penoso. Además, a la fecha todo es malo.

En fin, esta historia comienza con los buenos recuerdos. Me gusta viajar, cerca o lejos. Me gusta subirme a un autobús o avión y mirar por la ventana por mucho tiempo. Me gusta conducir. Me gusta tomar la bicicleta. Pero en el año 2020 no tuve alguna experiencia que contar. Por la pandemia no pude planear un viaje. De hecho perdí un boleto de avión. Renté un auto como 4 veces para poder salir de la ciudad, visitar a mis padres, conducir aleatoriamente por la carretera y regresar al departamento que de hecho voy a dejar de ocupar el próximo més.

Bueno, sigo con el tema de los recuerdos. Mi celular tiene como fondo de pantalla un corte del caballo que aparece en la pintura que pongo al principio. Esa pintura quedó en mi mente como una obsesión oculta. Abrí la carpeta de fotografías en mi computadora y me quedé mirando preguntándome qué significaba. Confieso que la tomé por el caballo que se ve algo bonachón a pesar de que la escena parece una batalla, si, un caballo relajado en una batalla.  

Publiqué la imagen en mis redes sociales para que me ayudaran a interpretar la imagen, pero más bien con la esperanza de que alguien conociera el origen de la pintura. Hice la pregunta tonta ¿Les parece un ángel de fuego? Afortunadamente mi amigo Hugo Benítez conocía la explicación, cito sus palabras:

"Es el buen Imam chiíta Alí en las guerras de apostasía, guerras Ridda, mientras se disputaba el título de heredero de Mahoma, por eso está presente el León de Allah. No le prenden fuego, es para tapar su imagen porque está prohibido representarlo. Es el fuego de Mahoma."

Les cuento dónde tomé la fotografía. En el invierno 2017-2018 obtuve una beca de AMUHJ para tomar cursos en una escuela de invierno sobre astrofísica de altas energías en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Fue la mejor experiencia que pudo pasarme cuando estudiaba la maestría porque significaba tomar cursos con investigadores que hicieron aportaciones fundamentales en mi campo de estudio, además obviamente por conocer un lugar muy interesante y fundamental en la historia de occidente. La escuela fue muy intensa y tomábamos clases desde muy temprano hasta el anochecer. Bueno, sucedió que un jueves nos dijeron que el Museo de Israel cerraba tarde ese día, que era una buena oportunidad para visitar ese gran museo. Y así fue.

El museo de Israel es muy grande y tiene una colección impresionante de culturas como Mesopotamia, Roma, Egipto; una gran variedad de pinturas de distintas épocas. Comencé a tomar muchas fotografías por el miedo a nunca regresar y de hecho no se si regrese en mi vida. ¡Quisiera regresar!

Bueno sí, en dicho museo tomé la foto del caballo. Estaba ebrio de ver tantas cosas que olvidé tomar foto de la explicación de la fotografía y me sentía frustrado por no saberlo.

Una vez que supe el significado de la pintura me sentí triste, pues estaba suponiendo que se trataba de un ángel de fuego, estaba suponiendo... en lugar de indagar. Sentí pena por mi pobreza cultural.

Estaba pensando en el tiempo que ha pasado, el suficiente para ser mejor. Temo que no he tenido conciencia del esfuerzo, es decir, pensar que cada día es una oportunidad para ser mejor persona en muchos aspectos.

No he contactado a mis amigos y me pesa que el tiempo pase, y que probablemente he perdido su amistad.

Miraba las entradas antiguas del blog y nunca hice una tercera o cuarta revisión para que fueran un poco más decentes. Es un espacio flaco.

Al espacio le tengo cariño. De hecho en el fondo quería que tuviera cierto alcance pero nunca lo profesionalicé. De hecho también tomé un taller para hacerlo, donde confieso que abandoné porque era orientado más al marketing (y a las reflexiones amorosas de imagen de papelería) y fui criticado por escribir solo por hacerlo sin el afán de lograr una contribución monetaria. Me dijeron además de que tenía una especie de síndrome (que más bien suena a ocurrencia) del escritor pesimista.

Pensaba borrar el espacio, que evidentemente solo yo extrañaría y crear uno nuevo. Pero no lo borraré, como muestra de que en este punto realmente tuve el deseo de ponerle seriedad y estructura a estas historias abandonadas.

Pensaba borrar el espacio para obligarme a hacer otras cosas que me gustan fuera de la academia, como crear música, leer más cuentos, mirar mapas, ...

Realmente no sé si he tomado las cosas que me sorprenden tan enserio.

sábado, 6 de febrero de 2021

Espesas historias

Escuché a Fernández decir que podías considerarte buen cuentista si estás platicando en un restaurante con alguien que evita distraerse preguntándose si la ensalada contiene ingredientes del mediterráneo hasta que el camarero llegue a decirte que ya van  a cerrar el lugar. Entonces el tiempo pasó muy rápido sin que ambos se dieran cuenta, por lo tanto, la historia fue buena. Pero él me contó una historia muy espesa que trataré de contarte sin detalles.

Me contó que te hizo el amor dos veces. Que intentó la tercera, pero se detuvo cuando sintió un dolor en el oído y después en la cabeza. Se detuvo. Se preguntó si quedaría en secreto. Le preguntaste si se sentía bien. Él te dijo que sí, que llega un momento en que el cuerpo no te responde igual.

Me contó que no te buscó más, porque sintió pena de sentirse cada vez más viejo.



Versión oculta de los agradecimientos de mi tesis

De manera especial a ti, ..., ahora que estás a salvo detrás de largos océanos, y en la versión secreta de estos agradecimientos  -donde no ...