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viernes, 19 de noviembre de 2021

¿Cómo actúan las personas normales?

 ¿Cómo actúan las personas normales?


Me regalaron un par de boletos para el cine y un cupón de palomitas. Advertí, a los amigos que me regalaron dichas entradas, que no era buena idea, porque era mejor que los aprovechara alguien que fuera con alguien. 


Pensé en decirte, obviamente, porque alguien en sus cabales lo haría. Pero ya sabes, no tengo la confianza de hacerlo. Bueno, después de que no respondieras el último mensaje, no sentí confianza de decirte, mas bien, pienso que podía ser algo molesto para ti que volviera a escribirte un mensaje o que te marcara.  


¿Qué ironía no? Me invitaban a salir hoy viernes, por la tarde o por la noche. Pero dije que no podía, inventé una mentira, “dije que saldría con amigos”. Tal vez pensaba que podías responder en la tarde y no quería haberme comprometido con alguien más. ¿Te pasa lo mismo? Que te invita a salir alguien que no quieres y la persona con la que quisieras salir no responde. Por su puesto que no, ojalá que no. Al final, las personas deben salir con quien se sientan bien. Y cuando coinciden dos personas que quieren estar juntos es oro puro. Eso pienso que es normal ¿no? 


Bueno. Pedí uno de esos taxis por aplicación. Habían pasado 20 minutos, lo que significaba que llegaría tarde a la función y me imaginaba la fila larga del cine para las palomitas. Cancelé el taxi y pedí mi reembolso. Pensé que podría darme tiempo para cortarme el cabello, pero me dijeron que regresara en 40 minutos porque estaban ocupados. 


Necesitaba algo. Tengo una gastritis horrible, entonces me sentí miserable, porque las cosas que podían hacerme felices en ese momento no podía hacerlas: ir a comer algo rico, beberme un café, hasta quise una cerveza. Me regresé a casa, porqué sentí miedo que las cosas no estuvieran fluyendo, no fuera la de malas que me fuera a pasar algo, atropellarme o algo. 


Podía ir con amigos, pero no quería escucharlos. Me dije, oye, tienes aún mucho trabajo. Y si, sabes que llega el viernes por la tarde y el fin de semana, un poco cansado. La pandemia le dió en la torre a mi escape con el trabajo. Porque podía estar en la oficina, olvidando todo esto. También podría estar en casa, pero no quería hacer nada. Ni siquiera escribir los cuentos que me hace falta terminar. 


Está la luna muy bella. Lo único que queda es ponerme mis tenis y salir a correr y a correr hasta cansarme. Cansarme y cansarme, y poder dormir, poder dormir. 

viernes, 5 de noviembre de 2021

Bendita sea la ciencia que nos da solución a todo

 


Estoy escuchando a Muzz, el proyecto de Paul Banks. Hay una canción que dice al final “don’t Call me stupid”…. “Bad feeling” 


https://www.youtube.com/watch?v=nIiR7Tsypo4&list=RDMM&index=3


Hoy es uno de esos días fríos de octubre, ¿no te parece que es confuso este otoño? Parece invierno. Estuve escuchando en la tarde el disco “our love to admire”. 


En días así me gusta escucharlo. Confieso algo, encontré en YouTube el play List con un concierto del 2007 similar al del Festival Manifest donde ví por primera vez a Interpol. Era un día como este. Fue uno de los mejores conciertos que recuerdo con mucha nostalgia. Fue en el parque alameda poniente, polvoso, frío, con vasos tirados de cerveza,  el frío, el polvo, …


Tiene 10 años que no bebo una cerveza. La travesía de estar limpio Aveces extraño tomarme una cerveza, el temblor, vasos fríos que huelen amargo, cigarros que te quitan el sabor de las cosas. La sensación de apagar el dolor.


Cambié de médico. ¿Porqué no lo consulté desde el principio? Me hubiera ahorrado un buen dinero. Te hubiera contado a tí. Antes de todo. Pero, ¿porqué tengo la sensación de que no me doy a entender? ¿Porqué tengo la sensación de que mis charlas son como el café amargo que nadie se quiere beber? Por eso me tomaba el café express, porque no es malo. 


Quisiera que las cosas fueran más técnicas, como la solución de una ecuación diferencial. Sí, encuentras la solución y solo basta variar los parámetros para resolver distintos escenarios. 


Entre las preguntas del médico, sobre los síntomas, etcétera, llegó a cosas más personales. 


¿Eres enojón? 

Si, me enojo mucho pero no lo demuestro. Si preguntas a la gente que convive conmigo te dirán que soy muy tranquilo y nada agresivo.


¿Haces ejercicio? Si


¿Tienes amigos? Si.


¿Cuantos?  Muy pocos


¿Sales con ellos? ¿Haces cosas con ellos? No, bueno tal vez unas tres veces al año. 


¿Tienes pareja? No, desde hace un par de años. 


Bueno - le dije - que casi todas las cosas las hago solo. Que me estreso con facilidad. ¿Entonces el ejercicio no me quita el estrés?  


Solo un 30 por ciento, respondió.


Entonces me dijo que va a darme un nuevo tratamiento. Arreglar el estómago y después mandará algo para el estrés. Entendí, que en forma personal faltan hacer varias cosas. Todos esos deberes sociales que nos hacen humanos en comunidad. Si. 


Me can bien ese doctor porque no se mete conmigo. Es decir, no me dijo que tengo que hacer todos esos deberes sociales, creo que entiende que soy incapaz de hacerlo. Y eso está bien. 


Bendita sea la ciencia que nos da solución a todo. 


Aquí estoy jugándole al loquito, contando, contándote. 


¿No te parece que estos días son confusos? Son mis favoritos. 


Quiero una cocoa caliente. También unas palomitas de caramelo. No puedo tomar la cocoa caliente pero sí las palomitas de caramelo. Creo que sí. Tal vez mañana. Más bien el domingo en la noche cuando vaya a ver una película de la semana del cine alemán. Porque mañana conseguí boletos para la orquesta sinfónica, ¡van a tocar Mahler ! Significa mucho para mí. Esta vez espero llegar temprano, porque bien frito he llegado tarde y no me dejan pasar, si Mahler significa mucho para mí, pero es una historia que no quieres escuchar. 


Estoy atrasado en todo. En mi trabajo, en la bitácora que quería escribir, en el cuento que quería terminar esta semana. Ya sabes, ese sentimiento de siempre, de estar atrasado en la vida. Tengo la oportunidad de dormirme temprano para mañana levantarme temprano y poder terminar los pendientes de la semana. Sí, mañana sábado. Y el domingo. No tengo problemas con levantarme temprano, tengo problemas con cargar esa sensación de que tengo cosas pendientes por hacer. 


Estoy sentado en este monitor y las cosas se ven aún a medias. 


Pero tenemos cobijas calientitas, sandwich, bebida caliente, un buen clima, qué más se puede pedir, buena música. 


Yo pienso que se puede sustituir toda esa basura de las cosas que uno debe hacer para que no seas un bicho raro, para que no te vean como un bicho raro. Sabes, al final no me importa, solo quiero que mi salud vaya bien. Y disfrutar las cosas. 


Hace poco un amigo me dijo que es mi última oportunidad de echar desmadre. Pero la paso bien. De verdad. Creo que cada quién tiene una forma diferente de ver la vida. La paso bien, solo es esta espina clavada en mi pie, pero uno no puede vivir en un caparazón que no eres, pues desde pequeños fluimos de una manera distinta. Por mi parte, desde niño, me gustaba perderme en la oscuridad del jardín por las noches. Caminar solo en la oscuridad. Pero con buena salud. Que así sea.

lunes, 11 de octubre de 2021

Solo quería contarte

Solo quería contarte

Solo quería contarte que siento miedo, que no se si lo voy a lograr. Aunque ni siquiera sé lo que estoy buscando.

Solo quería contarte que nunca me había sentido tan desorientado, pero tengo mucho miedo, de algo que está tan arraigado, pero teme revelarse.

Tengo miedo de que se valla la juventud. Eres la última persona de mi generación que no se ha casado. Pero pronto lo harás y quedaré yo como bicho raro, viviendo la vida lentamente, lo que me tocaba vivir antes de conocerte, de quererte, pero llegué tarde, siempre llego tarde, llegué tarde a la vida.

Tengo miedo del tiempo perdido, que he pasado mirando los atardeceres desde la ventana sin decidirme a abrir la puerta, salir y caminar hasta el horizonte.

Tengo miedo de los resultados de ese estudio de salud, que sea algo irreversible, que me convierta en un inútil. De verdad no me quejo. Siento que nadie me cree que esta vez si me siento muy mal.

Quería contarte muchas cosas que no es tu obligación escuchar. Pero quería contarlas. No me siento solo, no le temo a la muerte, pero tengo muchas cosas que contar. Que mi tesis del doctorado está super chida, que me gusta mucho lo que hago, cómo mueren las estrellas, cómo danzan, cómo explotan, cómo fríen galaxias. Que he estado perdido, que he tenido mucho miedo, pero he estado contento, que casi pierdo un vuelo en el Medio Oriente por quedarme dormido, o no hablar correcto inglés en la aduana de schiphol, que me estafaron tomando el té en Shangai, que estuve a punto de caerme en la pirámide más alta de Cobá, …

No quería que cambiaras la plática o que te distrajeras con el celular. Que miraras con pánico la hora de tu reloj, como arrepintiéndote, vertiéndote de culpa porque terminaba esa linda tarde de otoño, que supongo querías aprovechar para hacer algo mejor.

Después quería contarte que me dio gusto verte de nuevo. Que con tu vestido eras la más linda del lugar, de la cafetería y de los lugares que pasamos. Que podía llegar alguien en motocicleta, tomarte de la mano y decir que dejarás a este ser tan aburrido.

Tenía tanto que contarte, pero preferí preguntarte, para que tú hablaras y hablaras, eso hago siempre, preguntas, para que las personas hablen y yo pueda escuchar, porque yo no sé cómo decir las cosas.

Uno nunca dice abiertamente que esas cosas pasan por la cabeza para no verse como un perdedor. Déjame pagar la cuenta de la cafetería para no sentir culpa yo también.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Manual para convertirse en un fantasma

Nota: Si prefieres escuchar el relato en lugar de leerlo da click aquí





En la entrevista con el fantasma les dejamos sus consejos más destacados para seguir o evitar.

Nos citó en un parque donde su memoria nostálgica revela imágenes cada vez menos claras de sus recuerdos, mismos que con el paso del tiempo parecen mentiras.

Llegó, tímidamente, disculpándose por el retraso. Su tez blanquizca se puso enrojecida revelando su agitación causada por caminar a a toda prisa. Vestía una camisa cuadrada de franela (como de leñador) con cuadros rojos y azules, un pantalón negro con nébulas blancas estáticas delatando el paso feroz del tiempo junto con unas botas merrel de senderismo que alguna vez fuerón cómodas.  En su mano trae un libro, maltratado, y el estuche de unos lentes.

A nuestro alrededor se escucha el ruido de las escobas de vara que agitan los intendentes del parque de la bombilla, rayando el piso de cantera, pero atrapando eficazmente las primeras hojas del otoño. El aire es frío, pero el sol lanza unos rayos ardientes. 

- ¿Quieres un café? - le pregunté -
- No, estoy bien así - respondió sacando un cigarro Lucky Strike de una cajita metálica.
 
Le pregunté por qué se hace llamar “el fantasma”. Esperando una respuesta poco concreta, me contó que en su cumpleaños 16 un amigó le regaló un libro de poemas titulado “Los Fantasmas” de Javier Mardel. Almas penando por la soledad y el abandono, habitando cuerpos vivos, distraídos, únicamente capaces de percibir el dolor, incertidumbre y nostalgia.

- A los fantasmas no nos gusta vivir - dijo -
-¿Has pensado en quitarte la vida? - pregunté-
-La única razón por la que no lo he hecho es que mi familia no podría cobrar el seguro de vida - Respondió -

También dijo que alguna vez contrató a alguien a quien confió su muerte misma que haría pasar por homicidio, así no provocaría problemas a nadie. Pero parece que aquella persona escapó con el dinero, porque hace tres años del supuesto trato, pero El Fantasma tiene la esperanza de que el asesino a sueldo aparezca.

-¿Desde cuándo no te sientes cómodo en el mundo? - pregunté.

Bueno, cómo decirlo (respondió). Yo creo que es una cuestión de tiempo aceptarlo. Tengo recuerdos desde la niñez donde me daba cuenta que no encajaba en ningún lado. Nunca tuve amigos. De hecho, por ejemplo, mis fiestas de cumpleaños eran reuniones para que mis padres se vieran con la familia o amigos. Siempre había pocos niños, aburridos, los suficientes para sentir que no valía la pena la fiesta. A los ocho años mi madre me sugirió que podría invitar a algunos compañeros de la escuela. Me dió pena decirle que ni siquiera sabía cómo se llamaban, bueno, si conocía el nombre del niño a quien siempre regañaban y a la niña que me gustaba a quién alguna vez invité a los juegos de video y no llegó. Entonces, para no tener más reuniones incómodas de cumpleaños, le dije a mi madre que ese dinero que gastaba en la fiesta podría dármelo para ahorrar y comprarme un videojuego. Desde entonces aprendí a crear excusas para no festejar mi cumpleaños y se hizo una costumbre.

- ¿Cuándo es tu cumpleaños? - pregunté-
- En otoño, por estos días … - respondió con inexactitud -
- ¿Porqué celebraste tu cumpleaños 16? si las fiestas no eran lo tuyo - pregunté -
- Porque a esa edad me conseguí unos amigos y querían emborracharse - respondió-
- Al inicio decías que los fantasmas solo saben sentir dolor. ¿Tú sientes dolor? ¿Desde cuándo lo sientes? - pregunté -

No sé cómo explicarlo (respondió), pero como te decía, es cuestión de tiempo aceptar que te sientes mal. Hay algo muy curioso, en la escuela, en la familia, la gente que te forma te enseñan a ser una especie de robot, algo educado para ser cortés, para no hacer sentir incómodas a las personas, hacer una carrera, conseguir un trabajo, hacer una familia. Eres funcional en un mundo funcional. Pero no te sientes cómodo. No descansas, ni siquiera en los días de descanso, algo te impide dormir tranquilo o siquiera dormir, le temes a la muerte y a la vida, hasta que la muerte se piensa como un instante lúcido pasajero y la vida te aterra cada vez más.

- ¿Probaste algunas drogas para hacerte sentir bien? - pregunté -

Ya te dije que aprendí a ser funcional. Las drogas me hacían poco funcional. Ahora tengo una familia, y me cargo esa moral de no dejarlos desamparados, así como mi padre nunca lo hizo, ah... mis padres, siempre tuve la sospecha de que nací por capricho de mi madre. Pero uno repite patrones, dejas de vivir para que otros vivan, eso hicieron mis padres conmigo, eso hice con mis hijos. La vida se convierte en una muerte funcional.

- ¿Por qué un fantasma se casó? - pregunté -

Bueno, estoy divorciado ahora y pago una pensión para mis hijos. Me casé cuando creía no sentir dolor por amor, hasta que el dolor regresó y el amor que sentía mi esposa se desvaneció.

                                                          *** 


La entrevista continúa. No transcribo toda por la limitante de dos cuartillas. La entrevista ha quedado guardada por mucho tiempo hasta el día de hoy que apareció una nota en el periódico sobre el homicidio de El Fantasma. Yo deseo que la muerte sea lo que él esperaba, y que no exista el purgatorio y el cielo para que su alma no esté en pena.

Después de la entrevista nos dijo que él pensaba que la gente que no siente dolor tiene miedo. Y que su manual para ser fantasma tiene que evitarse. Por supuesto está basado en el miedo. He aquí el manual.

  • Aislamiento del mundo y evitar a personas que sienten aprecio por tí.
  • No llegar a la cena que planearon para tí.
  • No llegar a cenas o reuniones importantes.
  • Evitar festejar tu cumpleaños.
  • Evitar los cumpleaños de tus amigos porque sientes que no lo harás tan bien como ellos lo hacen por tí.
  • Evitar que la gente te felicite por las cosas buenas.
  • No manifestar el dolor y alegría.
  • Esconderte.
  • No dar tu opinión.
  • Ser poco participativo.
  • Evitar reuniones.
  • Salir a lugares concurridos donde te sientes aislado.
  • Evitar a los amigos de la chica con la que estás saliendo porque piensas que le van a decir que no vales la pena.
  • Pensar por las personas.
  • No pedir ayuda.
  • No ser servicial.
  • No brindar ayuda.


viernes, 16 de julio de 2021

La importancia de decir la verdad

La conocí fumando fuera de clase cuando le presté mi encendedor zippo. Ella me preguntó, mirándome como si fuera yo un tonto, - porqué la gente compraba encendedores que costaban 100 veces más que un encendedor común y corriente-.

Llegue a comprender su caracter que se sobresaltaba a la más mínima provocación. Siempre estaba enojada. Ella veía a todos nuestros compañeros como unos idiotas. Le molestaba que los padres de ellos pagaran el alquiler universitario y las colegiaturas. Ella trabajaba por las tardes en una cafetería y tenía una beca para las colegiaturas. Yo no se sí me sentía idiota, porque también me pagaban el alquiler y las colegiaturas, pero ella hacía que yo no me sintiera incómodo.

¿Porqué me aceptó? Tal vez porque soy muy callado. Ella hablaba y hablaba. Cuando ella pedía una opinión, yo contestaba con una opinión opuesta a lo que sinceramente pensaba, una mentira, intuyendo lo que ella quería escuchar. 

¿Porqué la acepté? Bueno, no hay mucho que razonar, simplemente me gustó y ya. Pero también me gustaba pasar por ella cuando salía de la cafetería, a pesar de que yo detestaba el café. Su ropa se impregnaba del olor a café y se combinaba con el humo del cigarro cuando nos sentábamos en el parque de la avenida México a bebernos, ella un vaso de café y yo un té chai. Ella se las arreglaba para sacar galletitas que comíamos después de fumar. 

El sabor de sus besos era del humo impregnado, agridulce, nostálgico, como respirarás una habitación con muebles viejos. 

Ella seimpre se metía en problemas con los profesores. No por falta de respeto sino por terca. Se cagó en la moral jesuíta. No tenía freno por decir lo que pensaba. Creo que por eso me gustaba, por eso le caía bien a mis amigos, porque ella se atrevía a decir o hacer lo que nosotros no podíamos.

Un día tuvo problemas en su casa y la metí de contrabando a la mía. Después nos la ingeniamos para rentar un departamento juntos y le mentí a mis padres, le dije que yo viviría con amigos. Pero ella no duró mucho tiempo conmigo, no le gustaba vivir conmigo y a decir verdad a mi no me gustaba vivir con ella, pero yo nunca se lo hubiera confesado.

Ella  no regresó a casa de sus padres, se fué a vivir sola. 

Terminamos cuando se fué de intercambio a otra universidad. Me dijo que seguramente se acostaría con otras personas y que si continuabamos con la relación eso estaría mal.

martes, 13 de julio de 2021

El fuego helado

Ella me enseñó que las personas eligen. Es algo tan básico, pero me costaba trabajo entender cuando yo buscaba que ella me quisiera.

Ella me enseñó a ver la libertad de las personas. Ellas pueden aparecer y desaparecer a su antojo.

Ella me enseñó que las personas aparecen cuando realmente las necesitas, no por capricho, y que debo estas dispuesto cuando se me necesite.

Ella me enseñó que en el amor yo no tenía que ser el más apto, sino estar en el momento indicado y lanzarme. Por tanto aprendí a quererme a mi mismo.

Aprendí a sentir la nostalgía escurriéndome en los huesos, ese intenso fuego helado recorriendo el tuétano, que no me puedía quitar y que tan solo olvidaba en periodos de escasas horas, pero estaba ahí esperándome, aconpañándome pacientemente. Ese fuego helado me quiebra, me quebró, y concluí que podía morir en la nostalgía y que más me valía aprender a lidiar con él, como un buen amigo, finalmente ese fuego te enseña el don de la paciencia.

Ninguna frase motivacional funciona a menos que converja la voluntad de dos personas. En ese momento la felicidad durará algunos minutos, si tienes suerte horas, pero se desvanecerá y quedará en un buen recuerdo, como la última tarde que la miré, a ella, desvaneciéndose como en un sueño, de hecho, tuve la sensación de despertar en una mañana soleada sintiendo mucho frío.

Estuvimos juntos, no recuerdo bien cuanto, pero fue lo soficiente para pensar que se quedaría, o más bien su presencia era más cotidiana que otras veces. Nos mirábamos cada tarde terminando el trabajo, nuestro trabajo tiene algo de científico. Debo confesar que cada tarde tenía miedo de que ella se fuera, como otras veces antes. Pero yo me sentía aliviado al recibir sus mensajes cada tarde para pasar a recogerla al final de la jornada. 

Me contó de su último trabajo mostrando resultados de laboratorio destacando una serie de pulsaciones cuyo periodo me recordó que podían explicarse con los eigen valores de una simple solución de la ecuación maestra de la mecánica cuántica clásica. Bien, le dije que podía explicarle. En años anteriores, cuando estudiábamos en la facultad nunca pude explicarle algo de manera efectiva. Pero ahora estaba dispuesto a explicarle mejor, pues tengo tiempo dando clases en la universidad. Era algo tan básico, y estaba emocionado que se asociara a ese experimento, que no puedo decir mucho, pero que tenía relación con algún sistema del cuerpo humano.

Aquella tarde me quedé sentado sobre la cama con arrugas esperando su mensaje para que fuéramos a cenar. Ella no escribió. Pero yo sabía donde encontrarla. De hecho nunca he intentado detener a alguien porque me parece que es como detener el curso de la vida. Pero esa tarde fui a buscarla, nos encontramos, la miré y supe que los días de su compañía habían terminado. Ella se fue.

Cuando se fué no me sentí triste. Me sentí como despertar de un sueño donde te sientes bien, descansado, pero el fuego frío te invade mientras terminas de despertar.  Me sentí helado otra vez.

Ella me enseñó que después de cierto tiempo es inútil esperar, pero uno debe estar alerta de un encuentro espontáneo. Después, mucho tiempo después la encontré. Después continuamos, pues si las arrugas de una sábana son como una playa llega el mar y borra los rastros.

Su partida y el fuego helado son colores, olores y sabores intensos, incluso le dan un toque mágico a mi vida. A pesar de todo, su regazo es un descanso, porque ella no es un amor cotidiano.

domingo, 27 de junio de 2021

La tarea de matemáticas no te consiguen novia

La vi por primera vez en una tarde de lluvia fuerte. Era una de esas lluvias fuera de lugar en octubre, muy intensa pero que no servía para que nacieran nuevas flores, mas bien lluvias peligrosas, porque las ramas de los árboles son más débiles, por ser otoño, y pueden caerte encima. 

En esa tarde de lluvia fuerte estaba Sandra mirando por el ventanal grande de la biblioteca que vibraba y crujía debido a los fuertes vientos, todos temíamos que se rompiera y nos alejamos del ventanal pero Sandy se quedo cerca mirando la fuerte lluvia con cara de asombro y una actitud retadora. Pensé en ese momento que esa chica debía ser depresiva por el hecho de no importarle el peligro en el que estaba y que podía lastimarse. Por alguna torcida razón me gustó eso de ella y comencé a buscarla en las tardes cuando me juntaba con mis amigos a resolver la tarea. 

Sandy tenía una blusa de sandías, no era alta ni baja, tenía un cabello negro que no era largo ni corto y la piel de blancanieves, en las manos resaltaban sus uñas pintadas de negro, aveces de azul y algunas otras veces de rojo. Parecía siempre estar sola y pocas veces la veías haciendo tarea en equipo. 

Ella tomaba el café y postres por la mañana, lo hacía a la luz del sol como si tuviera que regularse su sangre fría. Días antes la mencionaba yo bastante con mis amigos como "la chica de la blusa de sandías", me gustaba muchísimo, la mendioné tantas veces en nuestras charlas que una mañana de postres y café mi amigo German le habló para preguntarle su nombre, en seguida me llamó para que me acercara y me presentó con ella. 

Días después Sandy sandías se sentaba en nuestra mesa en las tardes para hacer tareas. German me preguntaba cuándo iba a intentar algo con ella, cuándo le invitaría yo un café, pero si bien, o mas bien, para mal, nuestro grupo de amigos podría etiquetarse en aquel momento como nerds y sobre todo erizos, quiero decir que no teníamos dinero extra para una taza extra de café. La única cosa que logré con Sandy fue pedirle que me tradujera tres capitulos de análisis complejo que estaba escrito en inglés y le pagaba con chocolates comprados con el sobrante del sobrante por las tazas de café que podía evitar comprar. 

German sugería que era un buen detalle ayudarle con sus tareas de matemáticas que yo no entendía muy bien de hecho, en ese momento de mi vida yo estaba en el punto más complicado de mis estudios universitarios, aquellos días donde te preguntas si elegiste bien de carrera/estudios, si realmente quieres hacer eso toda tu vida. Pero de hecho nunca me imagine saliendo con Sandy sandías porque nisiquiera me sentía vivo, me sentía como el concreto frío, el vidrio inerte, una máquina programada, simplemente no era recíproco, ella miraba a otro lado en el horizonte. Me gustaba tanto que la asumí como una película que podía verse, incluyo disfrutarse, pero no palparse, nisiquiera respirarse.

Mi amigo German pasó el resto del semestre con Sandy sandías platicando, riendo y resolviendo sus tareas de matemáticas, que de hecho, si eran bien complicadas. German dejó de atender sus tareas propias para terminar las tareas de ella.

Yo no sé si ese grupo de nerds tenía la lógica de otros grupos nerds, o si todos los nerds son iguales, ellos decían que ayudar con las tareas a alguien y reír mucho implicaba un paso a una relación ¿es así? Nunca lo supe. Sandy sandías me encontró en la cafetería una mañana de café y postre. Me contó que German le pidió que fueran novios y que ella dijo que no, y que desde entonces él era hostíl con ella, los otros, nuestros, amigos y amigas le hablaban mal, la miraban mal, hacían cosas que la hacían sentir mal. 

Cuando ella terminó de contarme le dije una de las cosas probablemente más patéticas para mí y mas sensatas para ella. Le dije que nunca entendí porque empezó a juntarse con nosotros si eramos unos nerds, que no eramos divertidos, .... , que simplemente no entendía, que no tenía que soportar las groserías de los demás, chistes idiotas, que no entendía que hacía con nosotros, que eramos unos ñoños. 

German reprobó todas sus materias ese semestre y no le vimos mucho el siguiente. Así como Sandy sandías me alejé de el grupo aquel, incluso inscribí materías distintas en distintos horarios para que nuestras tareas no fueran iguales a las de los nerds. Sandy sandías comenzó a pasar más tiempo en la cafetería que en la biblioteca, de vez en cuando nos saludamos, y con el tiempo dejó de aparecerse. 

Cuando me gradué de la facultad no supe más de ella ni de German. Los ñoños pensaban que dejé de frecuentar a German por intentar con Sandy lo que yo no intenté, pero en batallas ficticias un ganador o perdedor es ficticio. No se si esa regla es global pero si alguien la imagina dudo que sea posible que resolverle la tarea de matemáticas a tu musa te de una oportunidad, claro a menos de que a ella le gustes también, pero eso evidentemente se notará, pues la tarea pasa a ser irrelevante. 






domingo, 7 de febrero de 2021

El tiempo que se nos fue: Historias abandonadas


Nunca me he tomado un momento para contarles una historia que de verdad ocurriera en mi vida. A muchos de ustedes, más bien a pocos, muy pocos, que han leído este blog, he comentado que en este espacio, desde hace tiempo intento ejercitar mi imaginación para inventar cuentos o crónicas. Todos son ficticios. Nunca he borrado ninguna para mirarme al espejo del pasado y que salten las burradas, faltas de ortografía, profanación de la puntuación y el orden de mis ideas. Además de que al inicio solo podía hablar de cosas que pasaban pero que cambiaba nombres para lograr la variante de algo que no quería que ocurriera o que ocurriera. Después me pareció penoso. Además, a la fecha todo es malo.

En fin, esta historia comienza con los buenos recuerdos. Me gusta viajar, cerca o lejos. Me gusta subirme a un autobús o avión y mirar por la ventana por mucho tiempo. Me gusta conducir. Me gusta tomar la bicicleta. Pero en el año 2020 no tuve alguna experiencia que contar. Por la pandemia no pude planear un viaje. De hecho perdí un boleto de avión. Renté un auto como 4 veces para poder salir de la ciudad, visitar a mis padres, conducir aleatoriamente por la carretera y regresar al departamento que de hecho voy a dejar de ocupar el próximo més.

Bueno, sigo con el tema de los recuerdos. Mi celular tiene como fondo de pantalla un corte del caballo que aparece en la pintura que pongo al principio. Esa pintura quedó en mi mente como una obsesión oculta. Abrí la carpeta de fotografías en mi computadora y me quedé mirando preguntándome qué significaba. Confieso que la tomé por el caballo que se ve algo bonachón a pesar de que la escena parece una batalla, si, un caballo relajado en una batalla.  

Publiqué la imagen en mis redes sociales para que me ayudaran a interpretar la imagen, pero más bien con la esperanza de que alguien conociera el origen de la pintura. Hice la pregunta tonta ¿Les parece un ángel de fuego? Afortunadamente mi amigo Hugo Benítez conocía la explicación, cito sus palabras:

"Es el buen Imam chiíta Alí en las guerras de apostasía, guerras Ridda, mientras se disputaba el título de heredero de Mahoma, por eso está presente el León de Allah. No le prenden fuego, es para tapar su imagen porque está prohibido representarlo. Es el fuego de Mahoma."

Les cuento dónde tomé la fotografía. En el invierno 2017-2018 obtuve una beca de AMUHJ para tomar cursos en una escuela de invierno sobre astrofísica de altas energías en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Fue la mejor experiencia que pudo pasarme cuando estudiaba la maestría porque significaba tomar cursos con investigadores que hicieron aportaciones fundamentales en mi campo de estudio, además obviamente por conocer un lugar muy interesante y fundamental en la historia de occidente. La escuela fue muy intensa y tomábamos clases desde muy temprano hasta el anochecer. Bueno, sucedió que un jueves nos dijeron que el Museo de Israel cerraba tarde ese día, que era una buena oportunidad para visitar ese gran museo. Y así fue.

El museo de Israel es muy grande y tiene una colección impresionante de culturas como Mesopotamia, Roma, Egipto; una gran variedad de pinturas de distintas épocas. Comencé a tomar muchas fotografías por el miedo a nunca regresar y de hecho no se si regrese en mi vida. ¡Quisiera regresar!

Bueno sí, en dicho museo tomé la foto del caballo. Estaba ebrio de ver tantas cosas que olvidé tomar foto de la explicación de la fotografía y me sentía frustrado por no saberlo.

Una vez que supe el significado de la pintura me sentí triste, pues estaba suponiendo que se trataba de un ángel de fuego, estaba suponiendo... en lugar de indagar. Sentí pena por mi pobreza cultural.

Estaba pensando en el tiempo que ha pasado, el suficiente para ser mejor. Temo que no he tenido conciencia del esfuerzo, es decir, pensar que cada día es una oportunidad para ser mejor persona en muchos aspectos.

No he contactado a mis amigos y me pesa que el tiempo pase, y que probablemente he perdido su amistad.

Miraba las entradas antiguas del blog y nunca hice una tercera o cuarta revisión para que fueran un poco más decentes. Es un espacio flaco.

Al espacio le tengo cariño. De hecho en el fondo quería que tuviera cierto alcance pero nunca lo profesionalicé. De hecho también tomé un taller para hacerlo, donde confieso que abandoné porque era orientado más al marketing (y a las reflexiones amorosas de imagen de papelería) y fui criticado por escribir solo por hacerlo sin el afán de lograr una contribución monetaria. Me dijeron además de que tenía una especie de síndrome (que más bien suena a ocurrencia) del escritor pesimista.

Pensaba borrar el espacio, que evidentemente solo yo extrañaría y crear uno nuevo. Pero no lo borraré, como muestra de que en este punto realmente tuve el deseo de ponerle seriedad y estructura a estas historias abandonadas.

Pensaba borrar el espacio para obligarme a hacer otras cosas que me gustan fuera de la academia, como crear música, leer más cuentos, mirar mapas, ...

Realmente no sé si he tomado las cosas que me sorprenden tan enserio.

sábado, 6 de febrero de 2021

Espesas historias

Escuché a Fernández decir que podías considerarte buen cuentista si estás platicando en un restaurante con alguien que evita distraerse preguntándose si la ensalada contiene ingredientes del mediterráneo hasta que el camarero llegue a decirte que ya van  a cerrar el lugar. Entonces el tiempo pasó muy rápido sin que ambos se dieran cuenta, por lo tanto, la historia fue buena. Pero él me contó una historia muy espesa que trataré de contarte sin detalles.

Me contó que te hizo el amor dos veces. Que intentó la tercera, pero se detuvo cuando sintió un dolor en el oído y después en la cabeza. Se detuvo. Se preguntó si quedaría en secreto. Le preguntaste si se sentía bien. Él te dijo que sí, que llega un momento en que el cuerpo no te responde igual.

Me contó que no te buscó más, porque sintió pena de sentirse cada vez más viejo.



Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...