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viernes, 29 de agosto de 2014

A la espera del Otoño

Es muy tarde y como siempre a esta hora pienso que la ciudad nunca está quieta. Se escucha una ambulancia en la avenida, casi diario escucho una ambulancia incluso en mis sueños. Después cuando se aleja con su efecto dopler regresa todo a la normalidad; a la semicalma bibrante sin silencio.

En la avenida hay un par de topes y frecuentemente se escucha a conductores no conocedores de la misma. Se escucha el plástico de la parte inferior de sus autos -supongo- golpear con los topes que en la noche los toman por sorpresa, como maleantes que no pretenden robarte, sino hacerte pasar por un mal rato.

A esta hora frecuentemente pienso en el otoño y caigo en la cuenta que estoy a la espera del otoño. Lo estoy aunque sea otoño. Esto a sido los últimos cuatro años. 

En otoño es navidad para mí, porque mucha gente coincide que la época navideña (invernal) es su favorita. 

Para mí el invierno es el otoño, con su aire calido y fresco... las hojas infinitamente cayendo de los árboles como si estos las producieran infinitamente. Las tardes rojisas caminando o en bicicleta; esquivando a los taxistas y cuidandome de las ambulancias. 

Algunas veces la primavera parece otoño y el verano también, con sus lluvias sin importarme que son producto de algún huracan y que los costeños en ese momento estén pasandola no muy bien que digamos.

Así me encuentro en espera del otoño, quizá estancado, esperando el otoño. Cuando se va la espera es más grande y nostálgica. 

Por la tarde el viento cálido y sus vortíces en mis mejillas parecían pequeños flujos de fuego. Así también son las memorias y las cenizas que cada vez se vuelven indecifrables. Pero dan paso a lo decifrable a lo que verdaderamente tiene sentido.

Cuando escribo en este lugar es como si me quiciera comunicar con alguien, porque últimamente nadie sabe escuchar al viento, de modo que no sirve como medio de comunicación. Nisiquiera la Luna. ¿La has visto últimamente?  El mes pasado alcanzó el tamaño máximo y se repetirá pasando cien años. Se nos fue la oportunidad de verla juntos y corroborar nuvamente que tu presencia me parece insoportable y la ausencia nostálgica.

Ya no es otoño pero regresa cada año y los vórtices, cada vez mas cenizas, de modo que va perdiendo sentido hablar de cosas relacionadas con la pisca de confusión que nos causarón en los últimos días o semanas y meses... años. 

Hasta ahora no aprendo contigo un código indecifrable. Tienes la astucia de hacerlo y también el oscio, como lo haces en este momento. ¿Para qué? ¿Para qué lo hacemos? ¿Porqué?

Ojalá y esta noche esté equivocado, ojalá y no sea de madrugada. 


Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...