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sábado, 22 de octubre de 2022

Escena 4

Camino fuera de la universidad cansado después de la conferencia que seguro me pagaran después de tres meses por la burocracia. Recuerdo la escena de mi tío Ambrosio, ebrio, ex-estudiante desertor de Filosofía, llorando, diciéndonos, "yo quería ser chingón... yo quería ser como Aristóteles." Yo también soy desertor, cambié la carrera de física por literatura, ojalá mis sobrinos no me escuchen ebrio decir, "yo quería ser como Ernesto Sabato". 

No sé qué se siente ser solvente. Cuando se es jodido, sabe uno bien cuánto hay en la cuenta de banco, con todo y los decimales de los centavos, y que uno no puede ocuparlo hasta que a la secretaria le deje de dar hueva y te firme el cheque. Entonces, no me queda más remedio que pagar la comida con mi tarjeta de crédito.

Me meto al "restaurante organico las mariposas". Afuera tiene la frase de que tienen trato directo con los productores de las verduras y el café. Por dentro digo, mierda, va a estar caro. Pues así son estos lugares, pues si no hay padrote, hay una dueña güera hablando como si tuviera una salchicha en el paladar, pensando que este barrio es Boston, pero con banquetas rotas y cables colgando. Si es orgánico, se supone, que los snobs pagarán el costo extra que supone compensará la producción en masa, pero que no tienen ni perra idea, de que si se van a comprarlo a un pueblo, la gente incluso levanta la fruta que se cae de los árboles, y las verduras que no les cuesta trabajo crecer, que la vida es más barata, pero quién chingados se va a un pueblo del sur donde no hay Starbucks, pinches subnormales. 

En fin, me meto. Hay meseros con trajecito, puta madre, tengo que dejar propina. Ni madres, no voy a dejar nada, por eso me voy a la mesa arrinconada para uno, no ocupo las principales, que se sienten ahí los que van a dejar buena propina. 

Frente a la mesa hay una chica muy guapa. Delgada y de cabello negro. Con vestido y mallas. La moda que se usaba en mis tiempos. Me pongo mis lentes. Si, es ella. Es Laura Sánchez-Aramiz. Es amable, la miro, sonríe, buenas tardes provecho... si buenas tardes. Por mi mente pasa decirle, "oye, te conozco, eres Laura Sánchez-Aramiz, tienes tres libros; donde haces la reconstrucción de un texto antiguo, el de la chica católica que empieza a explorar su sexualidad luchando con sus prejuicios y el último que no me acuerdo cómo se llama. Eres la guionista de la nueva serie de televisión de streamaster, que reconstruye la novela de detectives de Juan Patricio Grijalbo. Mira, aquí en mi kindle tengo una novela de él..."

Pero no, la verdad es que no he leído nada de ella, ni me atrevo. Aún no estoy listo para leer a alguien que se empeña en escribir todxs, ellxs. Pero que cagado, en la editorial le corrigieron eso y no chistó ni pío, pues claro hay que comer. Sabía todo porque era como mi amor platónico con las locutoras de radio. Y así di con ella. 

Le conté a Ambrosio, cuando teníamos nuestras charlas de borracho. Mira, estoy escuchando a Pamela Villanueva, esta locutora de radioPanam, que recomendaba libros contemporáneos y que estaba guapísima. Bueno, resulta que en el país hay dos universidades, la panamericana que es de paga y estudia la gente influyente, y también está. Y la universidad Nacional, donde puede estudiar cualquiera que pases el exámen de ingreso. Ambrosio me dijo, no wey... Mira, abrió su instagram y puso el perfil de Laura Sánchez-Aramiz. Ella es más bonita y más inteligente. Además estudio en la universidad nacional, es más chingona, te traduce desde el griego antiguo, es editora y escribe a madres. 

Ahí está frente a mi mesa Laura Sánchez-Aramiz, quería decirle que conocía su trabajo pero no había leído su trabajo, que pendejo iba a sonar eso, saqué el kindle y me puse a leer, si, la novela policiaca de Juan Patricio Grijalbo. Quién se pone a leer para tragar una comida del día. 

Se levanta Laura, pasa junto a mi mesa y dice "provecho". Gracias, también para usted, buenas tardes. 

En la mesa contigua hay dos estudiantes con facha de ingenieros,  que se notaban recién entrados al posgrado porque hablaban de las transformadas de Furier. Se preguntaban porque las funciones eran ortogonales y porque la norma de las funciones coinciden en ambos espacios. ..... en mi mente yo decía .... ¡porque son de cuadrado integrable, pendejos!

viernes, 14 de octubre de 2022

Escena 3

Nadie lo dice, pero preferíamos estar en otro lugar. Nuestro plan era tomar las botellas y hacer nuestra propia fiesta en otro lugar. Como las chicas que nos gustan, están a salvo en sus casas, con sus papás, nosotros llamaríamos llorando, con nuestro amor adolescente, diciendo que las queremos. Si ya es muy aventurada la cosa, tomaríamos las guitarras e iríamos hasta la puerta de su casa a cantarles. Después bromearíamos entre nosotros, “por eso no me gusta tomar con pinches escuincles, mira cómo se ponen”. Nos tomaríamos una foto. 

Queremos estar en otro lado, nuestro plan era tomar las botellas y hacer nuestra propia fiesta. Estamos en la mesa redonda, esperando a que Mari-Jo, como gusta que le digamos, se emborrache y se duerma para que podamos huir de su casa con las botellas. A sus 50 años, parece que su cuerpo es poroso y viejo, a tal manera que el alcohol no puede corroerla como a nuestros cuerpos jóvenes. Nos cuenta la historia de cuando la corrieron del convento, que porque mató a un gato, pero todos en el pueblo dicen que la corrieron por depravada. Es amorfa y parece una rana gigante. 

El sabor del tequila comienza a hacer una punzada en mi cabeza. Una alerta de que mi cuerpo ya no tolerará más. Me quedo mirando a mis amigos sentados al rededor de la mesa redonda. Entre las miradas nos comunicamos, “ese no era el plan”. Está doña Mari-Jo, sentada, en la parte principal de la mesa, la que mira exactamente al televisor. Que tiene el canal golden con una película golden. En la escuela dicen que los círculos son infinitos, que no tienen ni principio ni fin, pero esa mesa tiene el principio, con la rana gigante sentada como presidiendo, y el fin, sabemos que será eterno, de toda la madrugada. 


Nuestros padres no saben que estamos ahí. Dijimos que prenderíamos una fogata en la casa de mi primo, que tiene un jardín grande, y quemaríamos bombones. No teníamos dinero para comprar botellas de alcohol, somos jóvenes, queremos experimentar. Visitamos a doña Mari-Jo, porque dicen que regala alcohol a los jóvenes. Nuestro plan era tomar las botellas y escapar al jardín de mi primo, para hacer nuestra propia fiesta. Después llevar serenata a las chicas que nos gustaban. 


Abrimos las ventanas. Encendemos cigarros. Doña Mari-Jo dice que no sabemos fumar. Toma un cigarro y lo aspira fuertemente. Dice que en su juventud fumaba mucho y que por fuerza de voluntad dejó de hacerlo. Nuestros padres no saben que estamos ahí. Yo quiero irme a mi casa. Todos supongo que quieren irse, pero por alguna razón nos quedamos ahí, inmóviles. No es divertido. 


Doña Mari-Jo suelta a sus perros pastor alemán en el patio, porque dice que ya es tarde y la protegen. Ahora sí estamos atrapados y no podemos salir, porque los perros son feroces, tengo miedo que me muerdan al intentar salir por el patio. Voy al baño a vomitar y todo me da vueltas. Me siento en el pasillo. ¿Así se sentirá estar en una nave espacial? Todo girando y girando. 


Doña Mari-Jo ordena que me lleven a una habitación. Se nubla mi mente. Me quedo inconsciente. 



Por la mañana, aún el sol no ha salido, me siento mareado pero me despierto cuando mi papá me sienta en la parte trasera de la camioneta. Me llevan a casa, molestos. Me dan un sermón, tengo ganas de vomitar. Voy corriendo al baño sin escuchar la última parte del sermón. 


Ese no era el plan.

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...