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miércoles, 28 de diciembre de 2022

Historians de diciembre - Salidas a escondidas VI

Llama a Alejandra, está su teléfono en un sitio de internet. Advierte en su llamada que es la misma del anuncio, que no hay trucos, que es delgada y hace ejercicio. 

Héctor no la lleva a casa, no quiere que sus roommates se enteren, porque dice en la página de internet que Alejandra es explosiva, el mejor sexo que ninguna novia o pareja pueda darte, entonces, Héctor teme que Alejandra haga más ruido que Leslie, su exnovia, a quien le cuesta trabajo olvidar, pues con ella a tenido el mejor sexo hasta el momento. Pero, si Alejandra, la chica del anuncio de internet sabe bien su oficio, entonces podrá sustituir a Leslie al menos por una noche.

Héctor pregunta cuánto cuesta el servicio, es un poco costoso, Alejandra dice que hará un descuento para que se anime. Héctor acepta y Alejandra le pregunta en qué Hotel. Héctor busca en booking punto com un hotel en Tlalpan. Se ve decente, y queda cerca de avenida Churubusco, justo de paso para ir al aeropuerto. Esa misma noche tomará un vuelo para festejar el año nuevo en casa de sus padres. 

Héctor nunca ha estado con una prostituta. Lee algunos blogs en internet donde hacen algunas recomendaciones y advertencias. Un par de ellos sugieren que es buena idea decirle a la chica cuando es la primera vez contratando ese servicio. 

Alejandra pide que le confirme cuando la habitación esté pagada. Héctor llega al hotel con una hora de anticipación al tiempo acordado. El hotel es un poco más feo de lo que se ve en internet. Se ve un poco sórdido. El señor en la recepción tiene problemas usando la computadora y pide ayuda a una chica más joven. Héctor empieza a impacientarse, quiere que le den la habitación rápido porque le urge tomar una ducha, pues viene de la oficina y solo le dió tiempo de tomar la maleta de viaje en su casa.

Cuando llega a la habitación, Héctor piensa que tiene que ocultar su maleta de viaje, que no piensen que es un viajero, pero se relaja y la deja en el closet sin puertas. Las luces del cuarto son feas y la habitación es fea, con una combinación de colores entre verde y blanco. Tiene un balcón polvoriento donde se mira avenida Tlalpan y algunas luces navideñas. El colchón es incómodo y las almohadas no son bombachas. Se sienta en la cama, no se siente confortable. Concluye que es un hotel de paso que tiene facha de ser un hotel turístico, está la puerta pequeña de servicio para que no te molestes en abrir, pero puede hacerse pasar por un hotel familiar porque no tiene el sillón potro.

Héctor toma una ducha, el agua caliente tarda en salir y es difícil de regular. El jabón es escaso, el shampoo también. Son de mala calidad. 

Héctor siente miedo. Siente paranoia. Piensa - ¿Y si el anuncio en internet en realidad es una estafa? ¿Y si llega alguien para quitarme los órganos? - Se escuchan unos macuarros arreglando el piso de la habitación de al lado. Eso le incomoda. No quiere que nadie vea a Alejandra entrar en su cuarto, pero a la vez si le da confianza escuchar personas cerca. En un momento dado le grita a los macuarros y estos corren a auxiliarlo. Si Héctor no duda en el sexo los macuarros se reirán. Si todo sale bien, los macuarros cuchichearan.

Héctor se mira en el espejo, se pregunta si está seguro de hacerlo, si vale la pena. Se mira en el espejo y se encuentra bien parecido, joven, con sus apenas 29 años, cabello y barba castaña, alto. Piensa que no tiene necesidad de contratar Alejandra. Pero tiene hastío de las relaciones convencionales. La falsa máscara liberal que tienen las mujeres con las que convive y el rollo emocional que desgasta conviviendo con ellas para que al final resulten con la mismos prejuicios de sus abuelas. Mira la foto de Alejandra, de oficio, cuidadosa. En las fotografías se ve bien. Piensa que si esto resulta, entonces será más fácil si necesidad de estar con alguien, solo hay que pagar. Empieza a hacer cuentas felices. 

Bueno, la última mujer con la que estuvo fue Leslie. Antes de que se acostara con él, gastó en una ida al sushi, dos idas a cafetería pretenciosa, una ida a una pizzería pretenciosa y tres idas al cine. Pues más o menos se compensa el costo y se ahorra tiempo.

Alejandra tarda en llegar, se disculpa. Ya estoy cerca. Pero le pide que confirme que él está en el cuarto de hotel. Pide que le mande foto de las toallas del hotel. 

Veinte minutos después, el señor de la recepción llama a la habitación. Pregunta y dice "¿Espera a alguien joven?"- Si, muchas gracias, contesta Héctor. 

Mira por el ojo de la puerta, se escuchan las puertas del elevador, pero sale una pareja de viejitos. Para este momento, los macuarros que trabajaban en el cuarto de al lado se han callado. Nuevamente se escuchan las puertas del elevador, y se escucha el eco de los tacones de Alejandra por el pasillo. Héctor mira por el ojo de la puerta y ve la sombra de Alejandra, el cabello suelto y su gabardina negra. Héctor siente confianza porque nadie viene junto a ella y abre la puerta de la habitación - Hola es aquí - .

Alejandra entra a la habitación. Héctor trata de dominarse, no quiere mirarse nervioso. Saluda, le pregunta cómo está. Alejandra se disculpa por el retraso. Héctor mira bien, Alejandra no se parece a la persona de la foto, es más gorda. Quizá subió un poco de peso, el maquillaje hace cambiar a las personas. Se siente estafado, pero no tiene el carácter para reclamar, al menos decir, oye no te pareces a la de la foto. Pero bueno, la Alejandra que se presentó no está tan mal. Héctor le anticipa que es la primera vez que contrata un servicio de ese tipo y paga. 

Alejandra es vulgar, no hace que las cosas parezcan simples. Ella hace que el momento sea vulgar, muy vulgar. Le explica las reglas del juego, pero quedan cortas, Héctor hace preguntas basadas en los blogs, Alejandra confirma diciendo que se le olvidaba. Héctor siente que Alejandra no tiene tanta experiencia. 

En un intento por quitarle los nervios a Héctor, Alejandra pide que le ayude a quitarse el vestido. Héctor trata de dominar el arte, pero se da cuenta de la flacidez de Alejandra, no es la chica de la foto que promete hacer ejercicio. Piensa en Leslie, - Mira Leslie lo que estoy haciendo y está tan mal -. 

Alejandra tiene un cuerpo sedentario, común. Héctor piensa que posiblemente es la razón del descuento. Su perfume es horrible. Bueno, ni modo. - Nunca me ha pasado esto, pero no me siento prendido- le dice Héctor a Alejandra. Ella dice que está muy nervioso. Pero él, más bien está decepcionado. 

- ¿Entonces es una hora verdad? - Pregunta Héctor. Alejandra advierte que posiblemente sea menos, que siempre es menos. Y el tiempo se compensa entre la charla y la despedida. Está bien. Alejandra toma un lubricante y se va al baño. Héctor piensa en lo difícil que puede ser el oficio, pero en lo fácil que es entregarse a alguien. Alejandra ofrece ayudar con los preservativos para asegurarse que todo esté en orden, pero es inexperta, más bien vulgar. Alejandra continúa explicando las reglas, no besos, no acercar la boca. 

Cuando por fin lo logra, Héctor deja llevarse, Alejandra se mantiene boca abajo. a Héctor le llega un leve olor hediondo. Parece no ser intenso pero insistente. Recuerda sus experiencias en la adolescencia, cuando no se tiene tanto cuidado de la higiene, pero no importaba en aquel momento, toda esencia queda de lado de la curiosidad y entre sensaciones desconocidas. Héctor piensa que fue estafado. Está decepcionado. No se enfada. Total, ya está pagado.

Pide que Alejandra esté boca arriba. Entonces el hedor es más intenso. Héctor lo intenta. Concluye que quizá Alejandra tuvo un servicio previo y no fue cuidadosa. Héctor se pregunta, y si antes estuvo un taxista, o un gordo inmundo que no tiene más oportunidad con una mujer. Porqué estás aquí Héctor, aún eres joven, pero eres muy arrebatado. Puedes esperar un poco. La excitación está en la caza, al fin y al cabo, somos animales. El hedor de Alejandra cada vez es más intenso. Héctor voltea su cara para que Alejandra no se de cuenta del asco que causa. Héctor tiene mucho asco, tiene ganas de vomitar. Corre al baño y vomita de asco. 

Alejandra se asusta y le pregunta que le pasa. Héctor le dice que huele mal. Alejandra lo queda mirando como si estuviera loco. Héctor le pide que se vaya. 

Héctor se mete a la ducha por 40 minutos. Espera que el agua hirviente quite el olor hediondo que le quedó impregnado en la piel. Siente mucho asco y vomita otra vez. Los macuarros vuelven a hacer ruido en la habitación de al lado. Todo parece normal. Sale de la habitación. Pide el taxi para el aeropuerto. Tira a la basura la ropa que traía puesta antes de desnudarse con Alejandra. Piensa que verá sus padres. ¿Qué pensarán sus padres que antes de partir a casa estuvo con una prostituta? ¿Qué pasaría si el avión se cae y esa es la última experiencia que vivió en su vida?





sábado, 24 de diciembre de 2022

Historias de Diciembre - Salidas a escondidas V

I

Esteban me cuenta que cortó con su novia. Estamos comiendo pizza y pasta, pedimos una botella de vino. Nos ponemos felices. Faltan un par de días para mi cumpleaños. Me dice que tenemos que festejar. Me pregunta si ya he estado en un Table Dance. Yo le digo que no. 

Me dice que vayamos, que él invita por mi cumpleaños. 

Llegamos a las 9 de la noche. Caminamos por la acera y el cadenero nos pregunta si queremos entrar. Le decimos que sí. Nos hace una revisión y nos dice que es muy temprano pero que ya tiene chicas. Entramos al lugar con luces fluorescentes y sillones rojos. En el centro una pista en forma de T con círculos  en los extremos y tubos. Si, yo pienso que es muy temprano y que nos vemos muy tontos, pues nisiquiera tenemos treinta años, pienso que tenemos cara de tontos, inexpertos, y que nos van a sacar dinero a como dé lugar. 

Nos sentamos y miramos la carta. Las bebidas más baratas son cervezas de 7 dólares. Pedimos una cerveza cada quien y mandan a una chica para nuestra mesa. Que digo chica, tal vez la señora tiene como cuarenta años pero está bien conservada. Pero algo no cuaja, no me siento prendido como en las fiestas de mis amigos. No me gusta ese lugar. Llega enseguida otra chica que se sienta a mi lado. Las chicas preguntan que si les podemos invitar un trago. Los tragos para ellas cuestan 15 dólares. 

Una de las chicas halaga a Esteban, le dice que tiene cara de diablo. A mi me pregunta que porqué estoy muy tímido. Hace una expresión. ¡Vamos a echar desmadre hoy! , pero yo me siento bien muerto.

¿Quieres hacer el privado? - dice la chica. - ¿Cuánto me cuesta? - pregunto, pero cuando dice el precio le digo que no. Ella me anima, dice que me la voy a pasar bien. Pero tengo novia y me gusta más su perfume. No es eso, pienso, que tal vez me hacen falta 20 años más, cuando esté mas pellejudo y mi piel más vieja, y que le dé asco a mi esposa, entonces, en ese momento será el momento. 

Estoy apagado, les digo a las chicas que no vamos a invitarles más tragos. Llegan un grupo de señores, con cara de cansancio, no por el día, tal vez en el amor, tal vez por la vida. Las chicas se dirigen hacia ellos. 

Esteban y yo salimos a las 10 de la noche.


viernes, 23 de diciembre de 2022

Escena 7

Rebeca sale conmigo, estoy muy emocionado, me siento muy afortunado. Los besos de Rebeca son los más dulces. Me gusta que su perfume quede impregnado en mi ropa, en mis brazos, en mis mejillas. Mi hermano mayor me regaló un perfume. Me pongo de ese perfume cuando voy a verla. Rebeca dice que mi perfume huele muy rico. 

Rebeca no quiere que los demás sepan sobre lo nuestro. Creo que le da pena que me vean con ella, porque ella es muy bonita y yo, soy yo, no soy tan guapo como mi hermano mayor. Él dice que eso no importa, pero yo creo que si. Él lleva a su novia, Alejandra. Ella es muy bonita. Mi hermano y Alejandra están juntos, y no les importa que la gente los vea pasar juntos. Rebeca dice que no podemos salir juntos a tomar helado o tomar capuchinos. Rebeca dice que le gusta que estemos a escondidas. 

No le quiero contar a mi hermano, porque va a decirme que soy un tonto. Mis amigos coquetean con Rebeca, porque es muy bonita, pero ellos no saben que es mi novia, a escondidas, bueno no lo somos. Ella dice que le gusta estar conmigo a escondidas, pero cuando salimos al mundo me hace sentir como el ser más despreciable. Rebeca me manda cartas a escondidas, donde dice que necesita verme. Yo le mando cartas diciéndole que la quiera. Ella es cuidadosa, nunca dice que me quiere, pero puede ser que si, cuando está conmigo abrazada todo el tiempo. O eso pensaba hasta la semana pasada. 

Rebeca se va a estudiar la preparatoria a la ciudad, ella vivirá en casa de sus tíos. Entonces dice que tenemos que dejarnos de ver, porque ya no nos vamos a ver nunca más. Ella dice que quiere tener un novio de la ciudad. Le pregunté que si algún día la puedo visitar, que yo también tengo parientes en la ciudad y que quizá la alcance cuando yo vaya a la universidad. Pero ella dice que no. Es cuidadosa de decir que son las últimas horas que nos vemos y que no me quiere ver nunca más. Rebeca es un poco extraña, no es como mi hermano dice que son sus novias. Bueno, Rebeca no es mi novia, tan solo le gusta mirarme a escondidas porque le da pena que nos vean juntos. A mi también, no quiero que sus primas le digan que es muy bonita como para que salga conmigo. Ojalá fuera más guapo para que a Rebeca no le de pena que nos vean juntos. 

Bueno, a Rebeca no le quedaba de otra. Pero ahora, que sus primas le presentarán chicos más sofisticados, no le importará más saber de mi. La verdad yo si quisiera cruzarme con ella, pero Rebeca sabe lo que quiere. Sueña menos y corre muy rápido. Ojalá Rebeca no tuviera problema con ir al cine conmigo y pasarla a dejar a su casa, a tiempo, para que sus papás no se enojen. Rebeca en la tarde me dijo que ya no quiere verme nunca más. Me siento muy triste, pero no sé cómo explicarle a mi hermano. Sé que así no sé hacen las cosas pero tampoco sé hacerlas. Mi hermano va a decirme que me ha explicado muchas veces. 

No le quiero contar a mi hermano porque va a decir que soy un tonto y me va a dar un sape, pero necesito decirle que me siento muy triste, por que si, me trataron como un tonto. 

Escena 6

La tía Jovita me dió una bolsa de mandado llena de trastes con guisados que había sacado de su refrigerador. Eran las 6 de la tarde en el verano, aún hay luz de sol pero está muy nublado. Comienza el tiempo de lluvias. La tía Jovita me dice que me apure, que me valla antes de que empiece a llover. Le digo a mi hermano menor que tome de la mano a mi hermana menor, mientras yo tomo mi bicicleta y pongo la bolsa con los guisados en el manubrio, porque pienso que así me pesará menos. 

Les digo a mis hermanos que caminen enfrente de mí y que se vayan por la orillita de la calle, así nos mantenemos seguros de los coches. Cuando alcanzamos las tres cuadras empiezan a caer unas pequeñas gotas del cielo. Me pregunto si tenemos que regresarnos con la tía Jovita. No quiero porque se hará más tarde, y puede que mi hermano o mi hermana se quedan dormidos, y después será más difícil el regreso a casa, aunque no tengo fuerza para cargarlos, la tía va a pedir que haga un esfuerzo o que nos paga un taxi, pero mi mamá se molestará que habremos gastado en un taxi para volver a casa. 

Decido seguir caminando, aveces solo caen gotas del cielo, pero no se suelta la lluvia. Pienso que tendremos suerte y alcanzaremos a llegar a casa antes de que se suelte el aguacero. Faltan 12 cuadras para llegar a la casa. En la cuadra 4 se suelta el aguacero. 

En el aguacero tenemos que seguir caminando. ¿Regresamos con la tía Jovita? No, ya estamos muy empapados y nos va a meter a bañar, también nos va a decir que estamos muy sucios, puede ser que mis hermanos queden dormidos y después se enfermen cuando regresemos a casa. Decido que sigamos caminando. 

Pienso en que nuestros uniformes están muy mojados, y apenas es martes, ¿cómo le vamos a hacer mañana que vayamos a la escuela? Nuestros uniformes no se secarán. Tal vez nos ponemos el pans, pero toca hasta el jueves, ni modo, lo usaremos dos días. 

En el frente veo un auto acercarse en contra sentido de nosotros, es un derby gris, son los papás de Karla con Karla a bordo. Me miran, y pasan lento, como cuidando que no nos mojen más de lo que estamos. Ponen una cara un poco compasiva, pero la cambian en sincronía con una sonrisa, y me saludan los tres. Yo saludo levantando la mano apenado. Me siento apenado. Sigo caminando con mis hermanos y la bolsa pesada con los guisados. Quisiera dejarlos ahí en la calle, pero mi tía Jovita después va a estar reclamando por los trastes. 

Sigo caminando, no llevamos siquiera la mitad del camino, la lluvia es fuerte y también el viento sopla más fuerte. Caminar las cuadras se vuelve pesado, pero pienso que cada vez nos falta menos. Estamos muy mojados.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Historias de Diciembre - Salidas a Escondidas IV

Mi estancia en la universidad fue la época más oscura. La gente asocia la oscuridad con la maldad. No es mi caso. Yo no estuve rodeado de maldad, pero tal vez fui malo conmigo mismo. Me la pasé viviendo entre la oscuridad y las sombras, siempre oculto. Eso tan simple, es la oscuridad para mi. 


Realmente uno nunca quiere estar solo. Aveces se piensa que es un gesto de valentía, pero a menudo, uno quiere ser encontrado, sobre todo, por la persona específica a quien confías las coordenadas de los lugares que frecuentas. 


Rebeca sabía mis coordenadas. Sabía que en las tardes me iba al quito piso de la gran biblioteca en el campus central. O cuando me cansaba, y quería mirar el atardecer, me ponía en los grandes ventanales donde podías apreciar el sol naranja morir, sobre el pasto del campus central de la universidad, sobre perros cagando, parejas durmiendo, bicicletas andando y profesores huyendo. 


Siempre oculté la fecha de mi cumpleaños en las redes sociales. Me parecían incómodos los festejos. Sobre todo, cuando entendí, no sé si bien o mal, que la gente espera lo mismo de vuelta, y no es que no pudiera dar lo mismo de vuelta, sino que no tenía voluntad de hacerlo. Además, era bastante incómodo pensar que se emborrachaban en mi nombre, cuando yo tenía un par de años en mis terapias de adicciones. 
Algunas veces, tras esos ventanales que mostraban la libertad y los más bonitos atardeceres, hicieron que me sintiera preso y triste. Muchas veces con tirar la toalla. Pensaba que no había cosa más estúpida que estudiar y sufrir por exámenes difíciles. Pensando muchas veces si valía la pena, porque dejaba de ser gratificante lo que parecía ser tu pasión. Cualquier pretexto te haría escapar, pero no la voluntad. 
Llegó Rebeca. Sabía que se acercaba, por su perfume dulce -siempre tuve el olfato muy desarrollado-, pero fingí que no me había dado cuenta. Cuando llegó, dijo hola. Sonrió y me abrazó. }


Traía una canasta. Me dijo -guarda eso- refiriéndose a mis libretas, libros y copias. Me tomó del brazo y salimos al pasto. En la canasta traía un termo con café, pastel de zanahoria, tostadas y tinga. - ¡Feliz cumpleaños! 


El aire frío y poco templado. El sol naranja cayendo y me refinaba una cena de maravilla. Rebeca había hecho un gesto lindo conmigo. Fue bastante gentil y me sentía bastante a gusto. Me regaló un libro usado de la traducción de los cuentos de Poe por Cortázar. 


Por buena mala suerte, cuando el sol estuvo en su punto más bajo, el sol me regaló una de las coincidencias más graciosas. Caminaba cerca su novio quien reclamó y reclamó. Le dije -Oye lo siento, es mi amiga de toda la vida- Bueno, aunque el hecho de que Rebeca siempre me gustó era de dominio popular, no creo que llegará a oídos de su novio quien no tenía a nuestros amigos en común. 


Me levantó del árbol, donde yo cómodamente estaba recargado, tomándome de los cabellos y dirigiendo un fuerte puñetazo que me sacó el aire e hizo que me doblara. Pateo mi cara y sentí la sangre hirviendo saliendo de mi nariz. Pero no sentía dolor. Tenía mucha adrenalina. Rebeca gritaba mientras su novio me ponía una revolcada cumpleañera. Llegó la seguridad de la universidad. Después los paramédicos quienes calmaron la hemorragia de mi nariz. El novio se fue y Rebeca tras él, como disculpándose, como si hubiera hecho algo malo. 


Fui caminando al cuarto que rentaba. No sentía dolor. Llegué y dormir. 


Al día siguiente, me levanté con el cuerpo adolorido. Me miré al espejo con el rostro moreteado. Me costaba trabajo respirar, confundido, preguntándome si ese era el dolor de la soledad o de la mala compañía. 


Entonces, decidí hacerle como los gatos. Estar ocultos cuando están heridos, hasta que sanan salen a tomar el sol. El sol seguía ahí pero Rebeca no. 

jueves, 15 de diciembre de 2022

Historias de Diciembre - Salidas a Escondidas III


Todas las tardes de mi niñez salíamos a caminar con mi madre. Nuestro pueblo es como una gran colina, con una pendiente no muy empinada, pero que de hecho pocos saben que es un volcán. Caminando hacia abajo, a la mitad de la pendiente se ve el valle, justo ahí se encuentra la casa de Eli. Tengo recuerdo de los atardeceres más bonitos. Se sabe que en la región se oscurece más temprano porque en el horizonte están los cerros que se tragan el sol antes de que se pierda en el horizonte infinito. 

Supe de la casa de Eli porque caminábamos juntos después de salir de la escuela. A la mitad de la pendiente yo continuaba subiendo y ella se quedaba en su casa. Mis amigos decían que yo le gustaba pero yo les decía que era mi amiga. Cuando decidí que ella me gustaba entonces dejó de hablarme, como si el hecho de que me gustara significara que mi cuerpo emanaba un perfume mal oliente, como el de un pedo. 
En el mes de diciembre, en mi último año de la escuela, mi mamá entro a trabajar. Ya no le daba tiempo de llegar para nuestra caminata en la tarde. Seguí haciéndolo solo. A propósito me dirigía cerca de la casa de Eli. Por las tardes, sus vecinos jugaban futbol. Ella también. Mientras corría sus mejillas se ponían rojas porque su piel era blanquisca. En la noche prendían las luces de navidad. 

El día de mi cumpleaños, salí a caminar cerca de su casa. Antes había tomado un baño y me había peinado. Creí con todas mis fuerzas en el cuento del catecismo, que dios quería a sus hijos. Tal vez movería los sus hilos mágicos y la pondría en mi camino. Dios, nunca te pido nada, me porto bien y voy a misa todos los domingos. También tomo la comunión y rezo todas las noches. Permíteme ver este bonito atardecer con la niña más bonita del mundo. 

Pero no me la encontré. Pasó por mis pulmones el aire frío pero también combinado con el olor de la madera quemada y el vapor del ponche. Ese aroma, años después, significó un abrazo. 

Regresé a casa y quedé dormido. Más tarde llegó mi madre con pastel y pollo frito, mismo que en la madrugada vomité. 

martes, 13 de diciembre de 2022

Historias de Diciembre - Salidas a Escondidas. II

 
Historias de Diciembre - Salidas a Escondidas. II


Marlem me cortó semanas antes de mi cumpleaños. Es una anécdota que mis amigos de la universidad recuerdan, como algo jocoso. Esa tarde en que ella me envío un mensaje corto, donde decía que terminábamos, les dije a mis amigos, “me acaban de cortar por mensaje de texto”.
Conocí a Marlem en el verano cuando me fui de vacaciones con mi abuelo a su pueblo. Mi abuelo era reconocido vendedor de artículos religiosos por las santurronas de la iglesia. La mamá de Marlem era una catequista bastante agradable, de aire dulce. Por el contrario, Marlem tenía un modo muy mamón. A mis manos llegó el teléfono de Marlem cuando su mamá necesitaba que más tarde mi abuelo le confirmara … bueno no gastaré cinco párrafos contándote. Me lancé a escribirle un mensaje porque me dieron ganas de invitarle un café. 


En el pueblo había dos bares y dos cafeterías. En parejas, bar y cafetería, se dividía entre las almas libres y las pretenciosas. Nosotros fuimos a la cafetería de personas pretenciosas, donde venden smoothies muy malos por cierto. Marlem, era la clásica fresa de pueblo, mamona y pretenciosa, que se creía superior porque lograba comprar algunas garras en tienda departamental. Tiene mal gusto por los perfumes y por la música, también por la comida y el café, pero no importaba, en ese momento bastaba con que mis primos también le traían ganas. Entonces, el hecho de que saliera conmigo, para que vieran que salía conmigo pero con ellos no, era suficiente. Si, bastante estúpido. Nunca he estado con persona más aburrida. 


La primera cita fue la más divertida porque nos contamos todo lo que nos teníamos que contar. Creo que esa tarde buscamos en los recuerdos nuestras anécdotas más divertidas. Las siguientes citas eran a escondidas de mi abuelo, pero siempre avisaba a alguno de mis primos “por si me pasaba algo”. Uno de sus amigos amenazó con golpearme si “yo le provocaba un disgusto a Marlem”. 


Nuestros encuentros cada vez eran más ocultos. En la noche del campamento para jóvenes católicos. A la hora del descanso del día de campo de jóvenes católicos. A la hora de la homilía en la iglesia. 


Cuando mi abuelo me dejaba a cargo de su puesto, la mamá de Marlem platicaba mucho tiempo conmigo. ¿De qué? Algunos consejos, como comer comida de granja, verduras de granja, animales de granja. Decía que siempre le daba de comer buena comida a su familia. En mi mente decía - oh, por eso Marlem es tan guapa -. Bueno, pasaron algunos meses y las charlas con la mamá eran más interesantes que con Marlem. ¿La mamá sospechaba que salíamos? No lo sé. 


Oh, la guapa de Marlem. Que hueva de niña. Nunca se decir no. Ya basta. Algunas veces nos quedábamos en la bocina del teléfono, cada uno, sin decir nada. ¿Porqué seguía con ella? Creo que solo quería decirle a mis primos que salía con ella. Aunque de nuestra historia nunca hubo evidencia. 
Marlem me llegó a invitar a ver películas en su casa en domingo. Pero, sabiendo que no estaríamos a solas, me cerré a la idea que su mamá estuviera fisgoneando. ¿Sí? Tal vez no lo haría, pero eso me imaginaba en ese momento.


La última vez que estuve en la casa de Marlem, fue cuando su mamá me preparó una pócima mágica - con eucalipto, cítricos y miel - para calmar una perra tos que traía en ese momento. La pócima me hizo expulsar las flemas como si fuera vómito, en su jardín. - Discúlpeme, le dije. 

lunes, 12 de diciembre de 2022

Historias de Diciembre - Salidas a Escondidas. I

Siempre me gustó salir con Liliana porque parecía que tenía un aire delicado. Me gustaba como tomaba el tenedor para comer el postre. Me gustaba que dijera que le gustaba el café aunque al final le pusiera azúcar. Me gustaba su perfume tenue y su voz suave. Me gustaba que podía descifrarme, que podía hacerme sentir especial, con la sensación de que podía ser diferente a los demás aunque al final no tuviera preferencia por mí. Me regaló un disco y un libro que conservo, objetos que después de unos años, en los que dejé de verla, adquirieron más valor, porque se dejaron de producir discos y porque el autor del libro -premio Nobel de literatura- murió cerca del barrio donde vivíamos, muy cerca de la universidad. 
Contacté a Liliana algunos meses después de que cortara con mi novia con la que duré cuatro años. Nos miramos en la cafetería más bonita de la ciudad, a los ojos de los nerds, pero con la peor comida, pues después de nuestro reencuentro pasamos fuerte dolor de estómago que semanas después nos confesamos. 


Otros fines de semana posteriores seguimos viéndonos para ir al teatro y conciertos. Tomamos mucho café y estudiamos para exámenes que teníamos que presentar para los estudios de posgrado. ¿Porqué hacemos esto si ya podríamos estar trabajando y tener una familia? - Nos preguntábamos-. No sé, por miedo quizá. 


La semana previa a mi cumpleaños, escuchamos la quinta sinfonía de Mahler. Yo estaba voladísimo. Yo y mis placeres extraños. Escuchando una de mis sinfonías favoritas al lado de la chica que me gustaba en la infancia. Después nos fuimos a cenar, mientras en el camino, le contaba algunos de los escritos más graciosos de Ibargüengoitia, como el de la mano de Obregón, pues pasamos al lado del parque construido en su honor. Rematamos en un bar donde hacían un tributo a Pink Floyd. 


Estava voladísimo, al calor de la cerveza y un par de abrazos previos estaba listo para besarla. Mientras su rostro se llenaba de una especia de pena o lástima, le dije, acompáñame a la playa, voy a ir el día de mi cumpleaños. -Déjame ver- dijo ella. Tomé un trago a mi cerveza, canté y le dí una mordida a mi bagel, cuando ella discretamente se tomó una fotografía que le mandó por mensaje a alguien. Después me dijo - mira que estás pasándola bien y me da mucha pena pero tengo que irme -. 


Era bastante tarde, ofrecí llevarla a su casa, me parecía bastante peligroso que se fuera a casa y bastante vergonzoso, que su novio o pretendiente, a quién le mandara la foto fuera por ella. Nos despedimos en la entrada de su casa. Me miró triste, si, como si se hubiera dado cuenta que me sentía muy solo, como si hubiera descifrado mi deseo más profundo de estar con ella. No te vallas por favor, quédate conmigo, ven conmigo a la playa, vámonos de la ciudad hace mucho frío. 


Regresé al bar, salí de ahí cuando se llenó de vampiros que cruzan después de la media noche. Llegué a casa, vomité y quedé dormido. Al día siguiente miré mi teléfono. Liliana había mandado una foto, donde estaba recostada y con la frase “tenía frío, necesitaba mis cobijas calientitas”. Desde entonces, no la he vuelto a ver.  


domingo, 11 de diciembre de 2022

escena 5

Detrás del telón. " Esto somos y esto hacemos, y está bien. "


Esto hacemos detrás de las sombras, detrás del telón, para que la función funcione bien. 

Nunca te conté que mi plan "c" era trabajar de STAFF para alguna banda de rock. Preparar el escenario, verificar que esté listo el backline, el input line, los monitores, los instrumentos, la batería. Dirigir las luces y ecualizar el sonido. Hacer que la banda suene bien, que la banda brille.

Tal vez tiene que esperar.

Soñé que estaba mirando el pizarrón. la respuesta que parecía obvia, alguien que trataba de preguntar algo que puede buscar en dos minutos por internet, pero intentaba parecer inteligente, el tipo estaba quitando el tiempo a la gente que lo escuchaba. 

Yo estaba relajado, sentado a tu lado, en tus piernas, tocaba tus manos, sentía tu cariño. Supongo que te conocían en el sueño y que a mí también. Me callaba la boca, en mi mente se desvanecía mi grito violento, ¡mierda, es una integral de volumen! Miraba el pizarrón y parecía obvio, no te daba pena estar conmigo y tampoco sentía presión que me vieran junto de ti. 

Creo que no importaba si dijeran algo de nosotros. Me sentía seguro y tranquilo. Ya no estaba detrás del telón, besándote. Estaba relajado, mirando el espectáculo, junto a tí. 

Desperté entendiendo ese miedo y queriendo disculparme, quizá es demasiado tarde, nisiquiera importe para ti, pues te dije que eres una contradicción en todo lo que hace y dices, pero quizá yo lo soy, estoy muy confundido y no entiendo el mundo. 

Solo quería contarte muchas cosas. Sabes que contaba contigo. Tu nunca pediste eso, nisiquiera pediste contar conmigo. Fue muy tondo, divertido. Te deseo lo mejor. 

Bueno, me obstino con cosas complicadas, por eso no te había dejado ir antes.


Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...