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jueves, 8 de enero de 2015

Día 17

Hoy es el último día en este lugar, así que rápidamente devoro el desayuno. Pero a medio día, eso no será posible. Después de hacer los primeros pagos del año, también debo preparar un reporte. Esto me lleva toda la tarde. 

Es un día frío, lo siento con rigor pues he olvidado la maleta con ropa. Tengo a disposición una playera que está sucia, y en la mañana decidí no usarla más. Así que tan sólo me cubre el sueter, y también la bufanda. Siento frío, mucho frío. 

Se supone que, al terminar de corromper ciertos números en la computadora, yo tendría la tarde libre. Entonces iría a casa, hoy en el último día de la temporada navideña, que desde hace unos 5 años se convirtió en el día más especial de la temporada. 

A medio día me enteró que no será posible llegar a cenar. Regularmente no le doy importancia a esas cosas, pero a diferencia de otras, está cena la tenía contemplada. Y sería mentirles, el mencionar que dentro de los planes se encontraba comer algún platillo. Definitivamente ustedes saben que soy nada sofisticado. Puede que madre tuviese una sorpresa, pero yo me hubiese conformado con una taza de chocolate, en estos momentos muero por una taza de chocolate. Espumeante e intensa taza de chocolate.

¿Cuántas veces me he dicho a mi mismo? que, me desespera la manera aleatoria en la toma de desiciones. Esto es personal, en ciertos momentos de la vida, uno aunque quisiera, no es posible tomar deciciones propias. Es decir, hay momentos en la vida en que uno se encuentra atado a lazos invisibles incorruptibles que evitan hacer de nuestro tiempo lo que más  nos plasca. 

Gracias al cielo!, vivo una vida al revés. ¿Qué sería de mí, sí la mayoría de los días del año no hiciera mi santa voluntad? 

Sin embargo, hoy es un día nostálgico. ¿Cómo no serlo con esté frío seco invernal?

Hace unos años tuve un día similar a este, a esepción de que aquel día tomé mis propias decisiones. La similitud radíca en tener la sensación de que me parecia imposible llegar a casa. Recuerdo que el frío era similar, y que en cierto modo había la misma sensación de insertidumbre, como la he venido teniendo los últimos días. 

Recuerdo un encuentro forzado, fue en un parque, de un lugar también forzado, porque simulaba ser un pueblo en medio de la ciudad. La manera en que ataco muchas veces la insertidumbre, es tomar una desisión sin pensar en las consecuencias. Algunas veces, no se puede distinguir que tipo de desisiones merecen tener esa meditación. Para el encuentro de aquel día, al parecer mi razón se nublo en un proceso gradual que tardó algunos meses y años en disiparse.

Hoy no siento verguenza de ese recuerdo, como años anteriores lo sentí. Pues, ahora se describirlo un poco. Puedo decir, que me estube parado en un punto del universo donde instantaneamente se invirtió la polaridad de los asuntos. 

¿Así funciona en aquello que llaman amor? Hacer actos sin pensar, no importando perder la dignidad hacia un ser débil, como se piensa machistamente de una frágil mujer. ¿Quén es mas tonto? no me voy a meter en esas cuestiones de revistas para adolescentes de 16, ó post adolescentes de 22. 

Solo puede decirse que de alguna forma se nubla la razón. ¿Cómo se produce eso? más bien, cada persona produce viciones de forma distinta, todo se debe a la soledad, y cada quién tiene soledades distintas.

El día en que se cambió la polaridad del universo, fue a causa de querer cambiar su curso. Ese día me dí cuenta, que, el universo tiene sus propios mecanismos de defensa. El invertir la polaridad es uno de ellos. 

Un muchacho gris con facha de escritor, abatido caminaba, a distancia podía ver que evitaba tocarse el estómago. Tenía una sensación ahí, una especie de molestia agónicamente soportable pero incontrolable. En las manos, tenía rastros de lo que serían nueces y quizá caramelo con chocolate.

Le ofrecí un cigarrillo pero me dijo que no. Observé con detenimiento sus manos, pude notar que quizá días anteriores no dejó de escribir. Entre los dedos principales de su mano derecha aún se notaba la marca de la pluma. También entre las uñas podían observarse pequeñas partículas de papel blanco. 

Trataba de sonreir, se nota que es uno de esos tipos que intenta disimular. Puedo saberlo porque así son las personas que toman desiciones al azar. Porque se podía observar en su rostro con gran determinación. Rostro que cada vez era más duro. 

¿Cuál es el acto menos egoista? Visitar a las personas que están solas, o las que están acompáñadas.

Recuerdo una preciada lección de vida:

"Algunas personas finjen estar solas"

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