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sábado, 3 de octubre de 2015

Cerros ocultos

Ayer fue una buena tarde, de esas veces que uno dice "es una bonita tarde", cuando uno puede darse cuenta de algo que pretende ser nuevo pero que siempre había estado ahí. Horas antes, la presencia del viento era tal que sacudía las hojas de los árboles. Esto, supongo, provocó que se dispersará la nube de contaminación tan cotidiana. Ahí estaban, sin ocultarse ante la cortina de aire sucio, los cerros que impiden ver al horizonte en la parte sur de la ciudad. En verdad es imposible saber que están ahí, incluso uno de ellos, el más alto, tenía hielo en la punta. 

La ciudad es un punto de convergencia de actividades que tal vez podemos llamar sintéticas, en el sentido de "invensión", de cosas que nos inventamos como la cultura, el trabajo, servicios... pero naturalmente es monótona y aburrida. Uno puede enterarse de las cosas por medio de pantallas, papeles impresos y fotografías que también son papeles impresos. 

Una tarde-noche llego a molestarme la nefasta vecina contándome sus actividades del día pretendiendo, según ella, que yo tuviera algún contacto con la sociedad. También ella supone conocerme, con tan solo observarme en las últimas horas del día, me hace sentir como una especie de ente animalesca en un cautiverio extraño. Entonces me contó algo que hizo en el día, pero no recuerdo que es, realmente me interesa un carajo lo que hace con y de su vida. La razón por la cual personas como ella pueden pasar mucho tiempo platicando conmigo radica en el hecho de que desarrollé la capacidad para fingir interés y atención. Detesto a las personas entrometidas. 

Aquella tarde-noche me encontraba haciendo un ejercicio donde tenía que narrar una pequeña historia. Entonces se dio cuenta que estas cosas me cuestan trabajo y entonces me leyó el poema How to be a Good Writer de Bukouski. Me dijo que una persona como yo no podía narrar algo si se la pasaba sin interactuar, encerrado; sin apostar, sin escribir ebrio, sin joderle la vida a una lagarija indefensa mujercilla. Que yo no podía ser como Bukouski lo cual nunca sería mi intención. Por eso me gustan (cité tímida mente) los cuentos de Jorge Luis Borges porque juega con el concepto de infinitos y las grandes historias de la literatura... 

Lo que hacía y sigo haciendo es imitar cosas. Uno puede leerse historias, pretender entender teorías y tal vez uno encuentra cierta idea que escribir, como ejercicio y pasatiempo. 

Claro que pueden resultar poco interesantes para alguien que le guste la tirada de Bukowski y todos esos homosexuales que les gustaba les dieran, ya borrachos y drogados, por el culo. 

No pretendo que sea interesante, pero no olvidemos la analogía de las montañas y la cortina de smog. Así conocí a Adela, digamos que siempre había estado ahí rondando pero entre tanta gente y le ceguera de los males de amores no sabía que ella se paseaba frecuentemente por los pasillos y en las clases de super-teorías. Así le llamé, Adela porque no sabía su nombre y fue lo primero que se me ocurrió. 

¿Qué podía hacer por esos días? Me la pasaba encerrado en la biblioteca del instituto donde estudian cosas a nivel cuántico. Es un lugar silencioso, sin distracciones, pero a la vez caótico pues a la mínima perturbación se altera tu atención algunas veces imparablemente. Así llegó Adela una semana previa al verano supongo. Era imposible no alzar la vista después de cada página o cada línea de cálculo para ver su silueta de vestido o blusas con figuras elegantemente fractálicas, después entre cáda párrafo y cada ecuación. 

Alguna vez llegó el director del proyecto a regañarme o corregirme, con su golpeado acento alemán es imposible saber su estado de ánimo. Entonces Adela puso cará molesta, pues se perturbó el silencio. Entonces el director con sonrisa de coqueteo le preguntó ¿Te molestamos?. Adela afirmó con resignación y con una especie de sonrisa entre fingida y molesta. Seguimos discutiendo en otro lugar y fue la última vez que la vi por aquellos días. 

Después, por esos azares del destino, y después de varios meses alguien me la presentó. Entonces supe que se llamaba .... 


(incompleto)

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