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martes, 20 de octubre de 2015

Preguntas de libro



Sonó el despertador a las seis de la mañana como de costumbre, pero lo ignoró, cosa que después le causó cierto remordimiento.

El agua de la regadera, estaba muy caliente, y en cierta forma estaba bien, tal vez no tan bien porque le quemaba la piel de la cara (la espalda no porqué es más fuerte). El frío de la mañana era muy intenso lo cual impedía abrir la llave del agua fría para regular un poco la temperatura.

No hubo tiempo para desayunar, faltaban veinte minutos para las nueve y no daba tiempo, era la primera clase con un profesor misterios cuyas actitudes se desconocían. Ante esto, siempre es importante llegar temprano. Después de ambas clases, que fueron una porquería, a excepción de los misterios que escondían como la relación entre ciertas frecuencias e intensidad, el hecho de que parecía una contradicción que las frecuencias más energéticas impedían desprender electrones de un metal.

Algunas veces abre el periódico, pero como hoy, no puso atención en las noticias. Después, un pobre desayuno al medio día de hotdogs y pan de cafetería, escuchó la estúpida historia del practicante de laboratorio que dejó abierta una página pornográfica en su computadora y que avergonzado se sintió al darse cuenta que la mujer, a quien pretendía cortejar, se percató de tal descuido.

Hoy en día no se reciben cartas, más bien correos electrónicos, alguno de ellos anunciaba un premio importante sobre un científico que desconocía y que habitaba el mismo instituto. Otro invitando a un seminario, que le emocionó mucho, sobre cuantización de la gravedad. Entonces se preguntó, porqué en ese momento no se encontraba peleándose con las variables de Ashtekar y si con esa tonta calculadora haciendo la estimación, que muchos repiten, de cuántos núcleos de Helio son producidos en el sol por segundo.

Habló por teléfono a su amiga, y recibió la correspondencia de su familia. Por la noche también su abuelo mandó mensaje. El asunto, simples saludos y el comentario sobre el fuerte frío.

Sus colegas por la tarde, y sus charlas, esta vez nada académico. Frustrados cálculos en computadora e integrales en superficies extrañas, juegos académicos de formación. Se preguntan, ¿Cuándo dejarán de perder el tiempo? Resultaron más productivas las charlas de amores frustrados.

Lo notable fue también, el hecho de que calcular esas masas atómicas tiene su chiste. Que no era aburrido después de todo.

Salió de la oficina a las 6:30, y en el camino encontró a sus colegas, por puro deporte tratar de hacer una demostración matemática.

La ruta, la misma, por el circuito y cruzar la faculta de medicina, y ahora que lo menciona sin mirar a los lados.

Ninguna diversión, al final té de frambuesa y bocadillo a las once de la noche.

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