Estaba esperando a que muriera la tarde para no quedarme en la ventana mirando, con la intensa taza de café en mano, anhelando salir a caminar. Era simple, tomar la chamarra y comenzar en la avenida, tomar la guitarra y pedir chance en alguna cafeteria para cumplir el dejavu.
Esta tarde, con sus nubes, el cielo lleno de nubes similares al relleno de las almohadas. No se tiene noción del tiempo, pues el sol es incierto desde el medio día y hace un frío de perros.
Murió la tarde, muerta está, se fueron los niños gritones del parque afuera de la casa.
Murierón mis ganas de salir a caminar y escapar.
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