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domingo, 1 de noviembre de 2015

Me tienes que creer






Así son estos demonios, difícilmente se les puede reconocer como uno solo. Regularmente se combinan y entre ellos se pelean por ser el primero en poseerte. No hay exorcismo para ellos, ni purificación en alguna secta, son independientes de las creencias de las personas hasta que se les identifica. 

Bien sabemos que al estar junto a la silla, sillón, mesa, cama, auto, pasillo, etc no se les pude decir que se detengan y que no vuelvan más, no puede hacerse de esa manera tan radical. De hecho saben lo que estas pensando, saben donde vivo, sobre mis escondites, alegrías y penas. 

Salí a caminar con ellos, después de que me dejaron desecho hasta la barrera invisible entre la vida y la muerte. Incluso podrían ser tus amigos a excepción de que siempre terminas sintiéndote miserable con ellos, tal vez no hay diferencia. La diferencia es que ellos no se sienten miserables contigo, ellos son la miseria. 

Saben que pretendo que desaparezcan y lo metódico que uno debe volverse, como rezar un rosario, algo así pero sin repetir palabras. Les tiene sin cuidado, pues saben que muchas personas en el mundo lo intentan y perecen. 

El día menos esperado aparecen como hoy por la tarde. Caminamos y las calles no eran lo que esperaba, de hecho eran más desiertas que de lo costumbre. Desde hace tiempo no las recorría observando e pretendiendo encontrar a alguien conocido y quizá ignorarlos un poco. 

Aquí estan con su corrosiva compañía de miedo y angustia, de olvido y anhelo, del vértigo de montaña rusa.

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