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martes, 5 de julio de 2016

Viejas prácticas

¿Egoísmo?


Uno se la pasando dando tiempo a los demás y los demás te dan su tiempo, esto parece un cículo vicioso. 

¿Qué se hace cuando realmente se tiene tiempo libre? Pero ese tiempo libre que llega asi de repente. Cuando te levantes e intentas trabajar pero no hay nada, y no es por flojera, realmente no hay nada pendiente. Repentinamente te das cuenta que no tiene sentido hacer cálculos o estar sentado al ordenador, que el edificio solo está cerrado con un vigilante gordo viendo la televisión.

Amaneces con ímpetu en casa y realmente, como ignoraste a la soledad, no se pueden reprimir los fantasmas que ahora piden tiempo. Le das rienda suelta al más terco, al que sabía que ibas a estar libre, le das rienda suelta y te detienes, pues sabes que te va a llevar a la locura o a esa línea entre seguir respirando o desangrarte, y si es posible con pistola en mano te pegas un tiro para no joder más al mundo.

Me preguntaba que hacer. El desayuno me lo salté con un yogurth del Ocso y unos minicolchones de pan con azucar pegajosa, canela y pasas. ¿Hambre? si tal vez, me la quitó el cigarrillo que me fumé.

Hace poco les comentaba a mis amigos que una de mis actividades favoritas de adolescente era cuando estaba en la preparatoria y terminando las clases visitaba la tienda Tower Records, para babosear discos, a ponerme los audífonos y escuchar discos muestra.

Disfrutaba la revista zónica, la columna de Daniel Gutierrez "Solo para Locos" y sentado en la banquita del lugar nadie te molestaba.

Bueno, después del recuerdo me decidí comprar un disco, porqué no para pasar el tiempo conmigo, y bajo el sentido de fidelidad de una de mis bandas favoritas, a pesar de haberme reventado el nuevo disco muchas veces en el apple music streaming, decidí ir a la única tienda de discos que sobrevive y que tristemente agota sus sorpresas porque se está convirtiendo en una mierda.

La mayoría de los anaqueles guarda música chatarra para señoras burguesas o gente burguesa, no se, supongo que estadísticamente, se metén a la tienda, a lo pendejo, y agarran uno de esos discos. O niños caprichudos, pretenderan comprar la pélicula de finding dory.


Radiohead había llegado, tomé el disco y me puse a usmear otras fidelidades, claro, también faltaba el disco El Pintor, solo por fidelidad a Interpol. 

Me puse a usmear más, y desconfié de la zona de Jazz cuando en la entrada me encontré con un disco de Agustín Lara y desubicada, en la misma zona un anaquel que decía movie soundtracks.


Olvidado, se encontraba un disco de un tal Gary Clarck Jr. Me dió buena espina. Lo compré con esa exitación de la sorpresa.

Más tarde en casa, destruí las envolturas para conocer el arte y fotogradías de los discos que compré, uno sigue disfrutando de eso, es un derecho que tenemos.

Mientras meditaba, el mundo ya no es el mismo, es más porquería. Pensaba en el filete de pescado que me comí con mole de pepita verde y arroz verdozo y sprite. Digo, no vengo de familia burguesa para ser un exigente con mi paladar pero esas porquerías las hago en casa. Uno no paga porque te vean la cara de pendejo y decír, "así va joven"  ¿bueno le gustó?  ¿Quiere que le ofresca café?

y qué le pasó a la natilla de sanborns? y a los 80 pesos que bastaban, para aguantar las cosas que simulaban ser un consomé ahora ya no, bueno, después cada vez era una mierda pero te aguantabas por
la natilla de vainilla que era genial. Tomé tristemente mi café, pero a decir verdad los días tienen cosas buenas, al poner el disco, la canción tres sonó con un buen riff acústico, entonces contento, me sorprendí como antes. Compré un buen disco, mi corazonada aún funciona.

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