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viernes, 17 de julio de 2015

Posdata de la tarde Probabilística

Algunas veces aparece cierta obsesión por el trabajo, un intento desesperado por cumplir cierto objetivo que desesperadamente se aleja al doble de razón relativa al paso de los segundos. El cubil se hace más pequeño como una celda o calabozo, encerrado, hasta que los dedos se me entuman de teclear incontables veces las borrosas letras, o cuando el dolor de espalda sugiera despegarte del escritorio. 

La lluvia arrecia fuertemente, afuera donde no estaría a salvo, pero no quiero estar aquí sentado tampoco me siento a salvo en este lugar, tengo la sospecha de que no me sentiría a salvo en cualquier lugar del vasto universo. Después no importa, en el trayecto al cruzar la avenida te imaginé del otro lado. No importa tampoco, supongo, es una pequeña broma que cometo a menudo.

En casa leeo la última cosa que escribí, una carta para tí, me pregunto si debo poner tu nombre al principio, o tu debes  imaginar tu nombre ahí. También recuerdo haber escrito en pasta dura una serie de cosas que son como una lista de lamentos, aquellos que te atrapan en los puntos antecesores del presente en esta linea de tiempo.

Leo el último texto que te escribí y efectivamente remarco la sinceridad, pero aún falta algo, siempre tengo la sensación de que falta algo.

Estuve afuera de tu casa, el día del rito religioso de tus abuelos... y no quise entrar por miedo, porque detesto esas cosas, no sabía si resaltaría tu enojo conmigo al verme, ¿porque? no lo se, solo no quise causar molestias, o lo que pienso me molestaría a mí si hubiese sido tu en mi lugar, ahora comprendo que nos molestan cosas diferentes, pero supongo que es demasiado tarde.

Tiempo atras me previno mi amigo, incluso se atrevio una persona cercana a tí para decirme que te llamara, y conoces mis respuestas.

No soy tan descorazonado como para no sentir empatía.

Me ganarón los prejuicios.

Me parece que el viento te acaricia y que las flores otoño te muestran el paisaje. Libre como el colibrí (te gustan esas aves) que rescatamos en la lluvia, te quiero y nunca más volveráel tiempo, teóricamente puedo hacerlo, pero tan solo son símbolos trazados en una hoja de papel.

Soy consciente de que el tiempo borra lo que somos en este instante, no permanecemos constantes, ni siquiera los árboles, ni siquiera el viento, ni siquiera las estrellas, ni siquiera el universo, ni siquiera el cariño que yo no se si rastros quedan, la esencia cambia. 

Lo único constante son nuestros nombres, hasta que nos olviden, hasta que nuestra mente se apague para siempre.

Hasta pronto.

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