Su presencia es la esperanza que mantiene al vacío conservada la paciencia; la espera de la cura. Pero la cura limpia, de usted; enfermera de manicomio. Porque hoy en la noche nuevamente a escondidas visité el burdel. Porqué me ha dicho que no llegará, que no vestirá su bata blanca. Que prefiere no hacerlo. Que su perro a muerto, que su abuela a muerto, que su vecino a muerto.
Entonces la paciencia está de más, porque yo de todas formas debo curarme. Usted no quiere hacerme un hombre de bien, así como su sociedad lo pinta. Y esque ... ¿Cómo decirlo? Harto estoy del perfume de esas doncellas pasajeras. ¿Porqué llamarlas Putas? de forma tan seca y descorazonada. Si aunque con esos miserables billetes viejos ofresen las tardes o noches que su descorazonado ser impide llegar.
Pero no le maldigo, pues en sus manos no está la cura.
También yo lo he descubierto.
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