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viernes, 23 de diciembre de 2022

Escena 6

La tía Jovita me dió una bolsa de mandado llena de trastes con guisados que había sacado de su refrigerador. Eran las 6 de la tarde en el verano, aún hay luz de sol pero está muy nublado. Comienza el tiempo de lluvias. La tía Jovita me dice que me apure, que me valla antes de que empiece a llover. Le digo a mi hermano menor que tome de la mano a mi hermana menor, mientras yo tomo mi bicicleta y pongo la bolsa con los guisados en el manubrio, porque pienso que así me pesará menos. 

Les digo a mis hermanos que caminen enfrente de mí y que se vayan por la orillita de la calle, así nos mantenemos seguros de los coches. Cuando alcanzamos las tres cuadras empiezan a caer unas pequeñas gotas del cielo. Me pregunto si tenemos que regresarnos con la tía Jovita. No quiero porque se hará más tarde, y puede que mi hermano o mi hermana se quedan dormidos, y después será más difícil el regreso a casa, aunque no tengo fuerza para cargarlos, la tía va a pedir que haga un esfuerzo o que nos paga un taxi, pero mi mamá se molestará que habremos gastado en un taxi para volver a casa. 

Decido seguir caminando, aveces solo caen gotas del cielo, pero no se suelta la lluvia. Pienso que tendremos suerte y alcanzaremos a llegar a casa antes de que se suelte el aguacero. Faltan 12 cuadras para llegar a la casa. En la cuadra 4 se suelta el aguacero. 

En el aguacero tenemos que seguir caminando. ¿Regresamos con la tía Jovita? No, ya estamos muy empapados y nos va a meter a bañar, también nos va a decir que estamos muy sucios, puede ser que mis hermanos queden dormidos y después se enfermen cuando regresemos a casa. Decido que sigamos caminando. 

Pienso en que nuestros uniformes están muy mojados, y apenas es martes, ¿cómo le vamos a hacer mañana que vayamos a la escuela? Nuestros uniformes no se secarán. Tal vez nos ponemos el pans, pero toca hasta el jueves, ni modo, lo usaremos dos días. 

En el frente veo un auto acercarse en contra sentido de nosotros, es un derby gris, son los papás de Karla con Karla a bordo. Me miran, y pasan lento, como cuidando que no nos mojen más de lo que estamos. Ponen una cara un poco compasiva, pero la cambian en sincronía con una sonrisa, y me saludan los tres. Yo saludo levantando la mano apenado. Me siento apenado. Sigo caminando con mis hermanos y la bolsa pesada con los guisados. Quisiera dejarlos ahí en la calle, pero mi tía Jovita después va a estar reclamando por los trastes. 

Sigo caminando, no llevamos siquiera la mitad del camino, la lluvia es fuerte y también el viento sopla más fuerte. Caminar las cuadras se vuelve pesado, pero pienso que cada vez nos falta menos. Estamos muy mojados.

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