¿Cómo actúan las personas normales?
Me regalaron un par de boletos para el cine y un cupón de palomitas. Advertí, a los amigos que me regalaron dichas entradas, que no era buena idea, porque era mejor que los aprovechara alguien que fuera con alguien.
Pensé en decirte, obviamente, porque alguien en sus cabales lo haría. Pero ya sabes, no tengo la confianza de hacerlo. Bueno, después de que no respondieras el último mensaje, no sentí confianza de decirte, mas bien, pienso que podía ser algo molesto para ti que volviera a escribirte un mensaje o que te marcara.
¿Qué ironía no? Me invitaban a salir hoy viernes, por la tarde o por la noche. Pero dije que no podía, inventé una mentira, “dije que saldría con amigos”. Tal vez pensaba que podías responder en la tarde y no quería haberme comprometido con alguien más. ¿Te pasa lo mismo? Que te invita a salir alguien que no quieres y la persona con la que quisieras salir no responde. Por su puesto que no, ojalá que no. Al final, las personas deben salir con quien se sientan bien. Y cuando coinciden dos personas que quieren estar juntos es oro puro. Eso pienso que es normal ¿no?
Bueno. Pedí uno de esos taxis por aplicación. Habían pasado 20 minutos, lo que significaba que llegaría tarde a la función y me imaginaba la fila larga del cine para las palomitas. Cancelé el taxi y pedí mi reembolso. Pensé que podría darme tiempo para cortarme el cabello, pero me dijeron que regresara en 40 minutos porque estaban ocupados.
Necesitaba algo. Tengo una gastritis horrible, entonces me sentí miserable, porque las cosas que podían hacerme felices en ese momento no podía hacerlas: ir a comer algo rico, beberme un café, hasta quise una cerveza. Me regresé a casa, porqué sentí miedo que las cosas no estuvieran fluyendo, no fuera la de malas que me fuera a pasar algo, atropellarme o algo.
Podía ir con amigos, pero no quería escucharlos. Me dije, oye, tienes aún mucho trabajo. Y si, sabes que llega el viernes por la tarde y el fin de semana, un poco cansado. La pandemia le dió en la torre a mi escape con el trabajo. Porque podía estar en la oficina, olvidando todo esto. También podría estar en casa, pero no quería hacer nada. Ni siquiera escribir los cuentos que me hace falta terminar.
Está la luna muy bella. Lo único que queda es ponerme mis tenis y salir a correr y a correr hasta cansarme. Cansarme y cansarme, y poder dormir, poder dormir.
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