Fingí que no te ví cuando llegué a la cafetería. De hecho respiré primero el olor de tu shampú, porqué pasé junto a tí.
Es un buen gesto que le pongan una figura al Café-Late, me recuerda que no estoy en casa, y que la mesera estará preguntando si necesito algo más justo cuando comience a borrarse la figura en la superficie. Pero aquí no es así, solo cuando te ven con una computadora, te dejan en paz. Sabes, a las parejas si les molestan cada ciertos quince o veinte minutos, preguntándoles si desean algo más. Lo sé, porque te miro algunas veces de reojo, y escuchó que lo hacen con la pareja de enamorados que está junto de mí. Ellos se toman de las manos, se ven muy emocionados, esa emoción inconfundible de las primeras citas. El chico que está contigo se nota que quiere hacerlo también, tomarte de la mano, que se deje de pendejadas y lo haga. Pero no se atreve. ¿Quieres que lo haga? ¿Te impacientará los días siguientes como lo hice yo? Creo que también tiene cara de pendejo. Parece que volteo y me miro al espejo.
Pude haberme ido, como la vez que te encontré en la biblioteca, con el principe encantador que elogiaste tanto tiempo incluso cuando te quejabas de él conmigo. Pero esta vez no me fui. Esta cafetería me gusta, ¡chingao!, no me puedo esconder de ti toda la vida, sobre todo en esos días donde me despierto y ya no te recuerdo, pero como por arte de magia te apareces.
¿Porqué no vas a una cafetería cerca de tu casa? Bueno, somos libres, puedes ir a donde quieras, pero a mi no me gustan las cafeterías que están cerca de tu casa. ¿Será que son bastante malitas? ¿Será que inflan tres veces más el costo de un café preparado con tanto descuido?
Pues yo no lo he entendido, porqué me lo tomo tan personal. Pero es tan sencillo. Yo estoy tomando café tecleando en la computadora, pues sí, ya no me concentré en lo que realmente tenía que escribir esta tarde y me pongo a escribir sobre esto, que no sé qué es. Yo estoy tomando café y tú estás tomando café con alguien.
Voy a listar las veces que te he encontrado con alguien y he querido escapar. La vez en la biblioteca, con mi desvelada y preocupación por un examen final. La vez en la mañana en el supermercado cuando yo estaba crudísimo por la borrachera que me había puesto una noche antes. La vez de viernes en la noche en la cineteca. Todas esas veces haciendo algo tonto o sintiéndome tonto. Pero esta vez solo vine a tomar café. ¿Qué hay de malo con eso? Nada, me digo a mi mismo.
Me siento incómodo. No sé si tu pasas por lo mismo. Supongo que no. La gente percibe mi torpeza social. La gente piensa que si pasas mucho tiempo solo tienen derecho a emparejarte con alguien. No tengo un letrero pegado pidiendo que me presenten a alguien. No deben meterse con eso. La gente quiere arreglar los problemas de otra gente sin antes arreglar sus propios problemas. No me incomoda la soledad, me incomoda que no quieran verme solo.
La noche anterior fue complicada. No sé como terminé en esa habitación con Ele. Bueno si sé, un estúpido pretexto y una indirecta que no pude evadir. Le dije que no podíamos seguir a lo siguiente. Que no podía acostarme con ella. Que en días pasados había caído en la costumbre de meterme con prostitutas. Que ella no merecía eso. Que quizá estaba en riesgo si se metía conmigo. Que simplemente era asqueroso. Bueno, ahora, dirá a algunas personas, con las que ella platique, que tengo ciertas costumbres gracias a esa mentira, a la mentira de las prostitutas. ¿Caminaré como algo que se cayó al piso y fue besado por el diablo? No quería despertar con ella el día siguiente, y recibir llamadas los días siguientes, con el pretexto de que se junten nuestras soledades. Estoy cansado de eso. Estoy cansado de las personas que buscan a otras solo para evitarse a si mismas. Eso se puede oler. Eso lo puedo oler. No es un olor putrefacto, pero es como uno de esos perfumes malos, esos perfumes para quitar el olor a mierda de los baños.
Seguro no te pasa a ti. Siempre fuiste hábil en esas cuestiones. Más que yo. Creciste sin culpas pero aparentas tenerlas para hacer sentir cómodas a las personas. Al final, terminas tirándote a quien quieras. Yo no. En mi caso, me tocan personas que piensan que vienen a rescatar a un animal herido que no puede acicalarse a sí mismo. Bueno, hasta tú lo hiciste. Cuando pensaste que estaba bien te fuiste.
No me iré, ni me sentiré incómodo si estás cerca.
Ya te diste cuenta que estoy aquí, te acercas a saludar. Cerraré la ventana y fingiré que estoy haciendo otra cosa.
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