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jueves, 25 de febrero de 2010

El primer amor. (primera parte)

La siguiente historia fue dividida en verias partes porque es larga



El primer amor.



Cumplidos los 30 años, Leonardo Blanquilla se encontraba a las sombras de su árbol favorito. Esperando la noche, ansiosamente poder observar las constelaciones que solo se pueden apreciar al final del año. Comiendo almendras cubiertas de chocolate sentía el viento frio de fin de año cortar por sus mejillas, ahí se quedo buen rato.

Al regresar a su departamento recibió una llamada de su madre felicitándolo por su cumpleaños, reclamando y preguntando las causas por las cuales no contesto el teléfono por la tarde, ella suponía que estaba borracho. Insistente en ir a ver a su hijo en ese momento y este tratando de colgar para poder dormir, escuchando el rollo de cada año en donde se cuenta la historia del parto, de los meses de embarazo y sus primeros tres años de vida. La conversación concluyó con las siguientes palabras

- Hijo ya estas grande ¿Por qué no te buscas una novia?

- Mamá no tengo tiempo.

- Vives todo solitario, yo no sé porque decidiste salir de la casa.

- Mamá estoy bien, no te preocupes por mi voy el domingo a comer ok?

- Aquí te esperamos. Adiós descansa.

- Bye.

Colgó el teléfono y se quedo pensando…. El tiempo, el tiempo… siempre su pretexto pero en realidad tenía mucho miedo. Y es que en su adolescencia y pubertad nunca se había acercado a una chica para invitarla a salir. Concentrado en los estudios, en los cursos de piano y en las sesiones de natación no le dejaban distracción, la madre temerosa por su hijo siempre inculco sierta repugnancia en el para que pensara que las cosas que hacían los jóvenes de su edad eran despreciables y demasiado estúpidas, sobre todo cuando de mujeres se trataba, todo lo malo que puede existir en esos seres tan hermosos era depositado en la conciencia, hubo un tiempo en que le parecieron repugnantes. No era normal era un extremo. Pero cuando caminaba por los jardines de la universidad y observaba algunas parejas por naturaleza pensaba que era genial, pero inmediatamente recordaba los 50 problemas que esto conllevaba. Los fines de semana sus amigos y hermano salían y le comentaban todas sus hasañas, mientras que en él se había vuelto una costumbre ir a escuchar una vieja banda de jazz y comer palanqueta de cacahuate observando a los ancianos jugar ajedrez.

Sería bueno, ya tenía trabajo. Sus padres siempre decían que no le daban dinero para que no tomara vicios como sus primos o amigos. Pero esta vez tenía trabajo y bien podría costear palomitas de maíz en el cine, la gasolina, el seguro y tenencia del auto. Si se llegara a ofrecer una habitación de hotel lo cual sería estúpido porque tenía su propio hogar solitario con sus propias reglas.

Busco su directorio de teléfonos y se encontró con una amplia lista de chicas que probablemente quisieran salir con él. Pero era demasiado miedoso y tímido para hablarles por teléfono. Además muchas personas ya se habían olvidado de el, había sido tan déspota y tajante. Su miedo comenzaba iba en aumento y decidió colgar el auricular.

¿Por qué tenía que ser tan complicado? Nunca se había encontrado en esa situación, una persona tan madura e inmadura a la vez.

Se sirvió un té de manzanilla y prendió su computadora. En el mail mensajes de felicitaciones entre ellos el Sr. Bracho su jefe. Este tipo alguna vez le recomendó “damas de compañía”. Al día siguiente sonrojarte le pregunto.

- Ooo picaron con gusto! Saliendo te llevare, … yo pago… tomalo como regalo de cumpleaños – Bracho.

Leonardo solo enrojeció.

Una vez llendo en camino Leonardo se arrepentía, se preguntaba ¿A que clase de burdel me llevara este wey?.

Llegaron a un lugar que parecía el edificio de una empresa, afuera había cristales azulados, en realidad no parecía un prostíbulo, Leonardo pensó que pasarían a arreglar una asunto del trabajo. ¿Por qué no le notifico el sr Bracho?

Entrando le saludaron muy bien al viejo, lo conocían muy bien. Habia una sala de espera donde permanecieron como 15 minutos.

Apareció una chica, no tenía facha de puta al contrario su sonrisa era hermosa, aunque no era muy expresiva era muy linda. No vestía como una puta, al contrario, parecía la cajera de un banco o algo por el estilo. Vestía muy formal lista para una junta ejecutiva. Las zapatillas muy discretas saco grisáceo y camisa negra que ocultaba y gritaba la perfección corporal.

Susurrando en su oído el sr Bracho le dice a Leonardo

-Ahí esta, es toda tuya.-

Leonardo enrojeció.

-Puedes llevarla a donde quieras-

- Ahorita tengo que ir al dentista-

-Está bien pasa a recogerla más tarde.- (risa malevola)

Regreso a casa, estaba mal lo que hacía, según la moral de su familia los sentimientos no se compran. Además que tal si pesca una enfermedad o como la canción “mi primera experiencia sexual con una prostituta profesional”.

Pero fuera de todo eso pensó en ella como si no fuera un puta. Empezó a recordar sus finas facciones, cabello negro y liso grandes ojos, no era extravagante, no tenia maquillaje, labios carnosos. Le habían llamado la atención unos pequeños aretes dorados de bolita prendidos a sus oídos, era blanquizca y observo que tenia manos muy delgadas ooo dios era como lily allen su artista favorita.

¿Cómo una muchacha tan linda podía prostituirse? Seguro podía tener éxito donde quiciera

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