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miércoles, 9 de diciembre de 2009

La venganza, (versión completa)

Esta historia esta muy larga, asi que la dividi en 2 partes.



La venganza

Samuel caminaba por el boulevard de aquella vieja avenida principal de la ciudad en donde habitaba. Distraído, confundido, preocupado quizá observaba los arboles artificiales. Poco después se acerca un carro, una generación pasada del famosísimo cupé de una marca alemana de automóviles.

Cuatro tipos se encontraban entro del automóvil, vestían con ropas comunes, nada extraordinario, solo tenían mascaras en el rostro, una de payaso, otra de salinas, un viejito barbón y luchador de sumo.

Se detuvieron al lado de Samuel diciéndole:

- Hola pequeño Sami, ¿qué tal la tarde?, ¡Súbete al carro cabrón! –

No le dio tiempo de preguntar, cuando se dio cuenta iba en el asiento trasero en medio de las marcaras de salinas y el viejito barbón.

- ¿Qué sucede? – (Samuel)

- Nada – (respondió Salinas)

- ¿¡Nada!? – (Samuel nervioso)

Conducían muy rápido, en realidad el de mascara de payaso conducía como un imbécil. Aquel anillo en su mano derecha era conocido, además era familiar que aquel payasin cambiara de velocidad cuando el motor llegaba a los 5 rpm.

El viejito, traía unos tenis amarillos muy feos, eran de aquella marca que todos querían tener, en realidad terribles y solo un retrasado mental en aquella ciudad podía comprar ese color tan chillón de tenis.

- Samuelito bonito, estas metiéndote en propiedad privada – (Salinas)

Samuel nunca había escuchado esa voz, los otros tipos no hablaban.

- ¿Propiedad privada? – (Samuel)

- Si propiedad privada cabroncito garañón. – (Salinas)

- ¿De qué hablas? – (Samuel)

- Hay Samuelito tu siempre tan discreto – (Salinas)

- ¿¡Qué!, acaso me conoces? – (Samuel)

- Me han contado – (Salinas)

Llegaron a las afueras de la ciudad, ahí donde empiezan los arboles y se puede observar la autopista.

Se salieron de la carretera y bajaron del carro, sacaron una hielera de la cajuela. La abrió salinas y pregunto.

- ¿Una cerveza…. Sam? – (Salinas)

- ¿No gracias? – (Samuel sin muchas ganas de una cerveza)

- Vamos Sam, sabemos que esta cerveza es tu favorita, vamos bébela rápido porque se amarga. – (Respondió Salinas aventándole esa famosa una lata verde con una estrella roja)

Los otros 3 también bebieron cerveza, hubo silencio por un rato, Samuel observaba el morir de la tarde.

- Me han dicho que te gustan los atardeceres, ¿no es así? – (Salinas)

Samuel no respondió. Los otros tres se notaban nerviosos, parecía que era la primera vez que agarraban un tipo a la fuerza, las manos en las bolsas no son una buena señal de seguridad, salinas al lado de Samuel echaba el último trago a su cerveza. Otra vez un silencio incomodo.

- ¿Qué sucede? – (Samuel)

- Nada grave – (Salinas)

- ¿Por qué me trajeron aquí? – (Samuel)

- Solo queríamos conversar a solas contigo – (Salinas)

- ¿De qué quieren hablar? – (Samuel)

- De Julieta – (Salinas)

- ¿Julieta? – (Samuel)

- Si, Julieta. Solo queremos advertirte una cosa, no te metas con ella, no inténtenles meter tu cucharota, no la sigas cabrón. Por favor, hay mujeres con las que no te puedes meter, no tolero verte con ella. – (Salinas)

El tipo con máscara de salinas hablaba como si estuviera enamorado de Julieta. Continúo hablando.

- Esa mujer no debe estar con un tipo como tú, maldito nerd, porque no conquistas a una nerda como tú, vamos muchacho se ve que eres un tipo listo, mírate no eres agresivo, no tienes tatuajes, ni perforaciones, ¿Lo demanda tu área de trabajo no?, porque no te alejas por un momento, y todos felices, ¿No te parece?

Eres un tipo que no ha dado problemas, vamos no queremos tenerlos contigo. Sería una lástima que tu cuerpo aparezca flotando en ese canal –Decía salinas señalando un rio de agua sucia al lado de la carretera, continuó-, que desperdicio para Conacyt que te ha becado, vamos amigo no creo que tengas la autoestima muy baja para cometer suicidio, no creo que seas tan estúpido como para seguir metiéndote en problemas.

Mira únicamente no te acerques a Julietita, no queremos verte cerca de ella, vamos chico, esa mujer no es para ti. – (Salinas)

- Me hablas como si hubiera hecho daño a Julieta – (Samuel)

- Por favor cállate, únicamente haz lo que dijimos y todo saldrá bien. – (Salinas)

Al parecer salinas sabía mucho sobre Samuel. A continuación saca una 9mm, apunto en la cabeza de Samuel, jaló el gatillo. No estaba cargada, Manuel únicamente cerró los ojos e hizo una expresión como si esperara un balazo.

- ¡Ay! – Exclamo Samuel muy nervioso.

Los cuatro enmascarados rieron.

Se subieron al carro, Samuel se quedo abajo.

- Traes para el pasaje de regreso – (Salinas)

Samuel no respondió, era cierto, no traía dinero. Salinas aventó un billete de $20 por la ventanilla.

Se retiraron a toda marcha, Samuel observo el carro que se alejaba en la carretera, pudo observar el número de placas. Después levantó el billete de 20. Enseguida se puso a llorar, el no quería, pero la impresión había sido demasiado, nadie le había hecho eso. Por un momento pensó que lo matarían. Nunca se sabe cómo será la muerte, dolorosa o simple, quizá todas las muertes sean iguales.

No había llorado así en años, estaba asustado, enojado y decepcionado. Lloró amargamente por diez minutos. Su pobre cuerpecillo suspiraba inconsolablemente, lloraba como un niño al que no se le cumplió un capricho, hacia pucheros.

Oscureció, miró la luna, sintió el aire en su rostro que se volvía mas frio con los rastros de lagrimas.

Tomó el celular, marcó aquel teléfono que no había marcado en mucho tiempo, en realidad recibía llamadas frecuentes de ese teléfono, pero Samuel no marcaba.

- Señor Rodolfo – (Samuel)

- ¿Qué pasó muchacho como estas? – (Rodolfo)

- Un poco asustado señor – (Samuel)

- ¡¿Qué sucede?!- (Rodolfo)

- Me amenazaron señor, unos tipos. Creo los conozco. ¡Ay! Demonios es una pendejada. Traían un arma, señor creo que nunca me había asustado tanto. – (Samuel)

- ¿Asustado?, es muy raro escuchar esa palabra de ti muchacho, debes estarlo. ¿Donde estas? – (Rodolfo)

Samuel le dijo su ubicación al sr Rodolfo, lo recogieron en el km 54 de aquella carretera.

- Ellos se van a encargar de encontrar a esa bola de cabrones – (Dijo Rodolfo señalando a los 5 agentes de seguridad que venían en la camioneta.)

- Mencionaste que los conoces, ¿Donde podemos encontrarlos? – (preguntó un agente)

- Habrá una fiesta, supongo que ellos estarán ahí – (Samuel)

Dijo los rasgos de los 4 enmascarados, Samuel era un tipo con suposiciones bien acertadas, por eso era muy querido en la corporación secreta, el tipo con el anillo en la mano y mascara de payaso era Alan, su manera de conducir era inconfundible. El tipo con la máscara de luchador de sumo era Antonio, no había otro lelo que derramara mostaza en el pantalón y amante de la cultura oriental (al momento de subir al carro Samuel había observado una mancha de mostaza en el pantalón). El de los tenis feos era el inconfundible Chema. El enmascarado Salinas era el único que no era fácil de reconocer, pero había una ligera sospecha.

Una vez indicando los rasgos y las placas del carro, los agentes se apresuraron.

Samuel y Rodolfo llegaron al confesionario, así le llamaban a una vieja casa que utilizaban para torturar a criminales. Samuel le conto a Rodolfo todo lo que sucedió, de principio a fin.

- Julieta, esa muchacha. Seguramente es la causante de tu bajo rendimiento en la escuela y de la deficiencia en los últimos 2 meses de tu trabajo. Dime hijo ¿Ya no quieres trabajar con nosotros?¿Es pesado para ti? Ó ¿ya no quieres estudiar?- (Rodolfo)

- No como cree Sr, no sé que me sucede – (Samuel)

- Seguro es esa pendejilla, vamos hijo…. No queras terminar con una mujer así, te conozco muy bien y no te conviene. Eres muy posesivo con tus cosas, con lo tuyo, desde niño eras asi. Esa mujer es una mariposa hijo, le sonríe a medio mundo, bromea con toda la gente y coquetea con cuanto hombre se le cruza enfrente. Además anda repartiendo abrazos como estúpida, según ella repartiendo amor a esta pinche sociedad, pero es ella quien necesita amor, mucho amor. Te conozco perfectamente, te mata. Tratas de disimular hijo, pero a mí no haces pendejo.

Muchacho hemos observado a su familia, espero no te importe, la mama engaña al papa, el papa engaña a la mamá, la hermana menor es una drogadicta. Hijo mío, esa familia es un desmadre, Julieta carece de afecto, por eso se anda arrastrando con cualquiera, caíste en la trampa hijito. Enloquecerás con esa actitud, hijo mío no te compliques, por una vez en tu vida. Mauricio hizo una lista de 20 cabrones que la quieren persuadir para llevarla a la cama, solo 5 lo han logrado. No manches hijo, acaso no puedes conseguirte una mujer mas puritana y menos deseada. Eres bien pendejo, á…. también la querida Julieta toma antidepresivos. Faltan más cosas pero ya no quiero que me mires feo muchacho. – (Rodolfo)

- ¿Por qué la han seguido?, porque pusiste a Mauricio que la investigara – (Samuel)

- Nos importas hijo. No quiero imaginarte en un futuro todo loco. Esas mujeres son difíciles hijo. Cuando sienten que el afecto no es suficiente, se van con otro wey y ahí te dejan como pendejo, vamos no quieres eso ó ¿sí?- (Rodolfo)

- Señor, esque… yo ya estoy arto de sus amores comprados, tan solo quiero querer un poquito. – (Samuel)

- Tiene bellos en los brazos, ¡por Dios! Que asqueroso. No quieras a una persona tan querida por la sociedad hijito, recuerda al coronel Pallares y su frase “Las mujeres son la discordia de la sociedad” - (Rodolfo)

- Señor es la primera que me enamora – (Samuel)

- Que vas a saber de amores, aun eres un chamaco, y te faltan muchas cosas por aprender, aun eres un polluelo. Dime hijo…… al menos ya te la cogiste. – (Rodolfo)

- ¡Que te importa! – (Samuel)

- Lo sabía, tu siempre tan apegado a las costumbres, al miedo que dejo el colonialismo español infiltrado en esa pinche religión que no te lleva a nada bueno. ¡Samuelito Montes de Oca! El único cabrón que estando a solas en las cabañas del parque nacional con una mujer, sin hacerle nada. Jajajajajajaja- (Rodolfo riéndose con su gruesa y aguardientosa voz)- ¿Qué hiciste hijo? ¿Acaso esperaste a que se durmiera leyéndole “la gallinita colorada”? – (Rodolfo)

- ¡Hijos de la chingada!, ¿Por qué me siguen a todas partes?, ¿pusieron sus orejotas en las paredes de la cabaña para saber lo que hacía?, mmm seguramente, lo que haga o no haga, es mi vida privada. – (Samuel)

- Fue fácil, hiciste una reservación y pues… con anticipo instalamos un equipo de micrófonos y micro cámaras, discúlpanos no teníamos nada que hacer, queríamos divertirnos un rato. Mmm no puedo creer que ya 5 weyes tubieron sexo con ella y tu no – (Rodolfo)

- Malditos enfermos, yo no soy igual a ustedes. ¿Acaso quieres que acabe como Fernandito, todo enfermo, ese cabron es capaz de cogerse a su madre.


Continuación


De repente entraron los agentes con los cuatro enmascarados, ahora si mascaras mostrando sus rostros asustados. ¿Amigos?, mejor dicho conocidos que habían seguido el rastro de Julieta desde niños. Era necesario convivir con ellos ya que eran personas que Julieta frecuentaba mucho, pero de ninguna manera eran amigos de Sam.

Los sentaron en 4 sillas de madera, encima de ellas una fuente de luz emitida por una potente lámpara que colgaba por el techo.

Samuel a estado presente en situaciones similares, varias veces había observado a personas asustadas, sentadas en esas sillas de madera con rastros de sangre y piel. Unicamente presenciaba la llegada después abandonaba ese lugar dirigiéndose hacia el jardín de la casa, colocando sus audífonos a todo volumen en sus oídos para no escuchar la tortura que frecuentemente se le daba a la gente en ese lugar. El nunca hacia las preguntas, nunca amedrentaba tampoco capturaba. Su trabajo consistía en hacer estrategias como en el ajedrez, investigar lo que estaba a su alcance en cuestiones de informática.

Esta vez fue diferente, la primera vez que interrogaría.

Caminó hacia los 4 ex enmascarados, el silencio comenzaba, se escucharon sus pasos a causa de los tenis de goma que llevaba puestos.

- Sr. Rodolfo Déjenme solo. – (Samuel)

Bienvenidos señores – (Dijo acercándose Samuel)

No respondieron nada, sus caras miraban al suelo.

- ¿Cerveza?, vamos amigos acepten una por favor. Oh! Señor Jiménez, que gusto conocerlo, lamentablemente en estas circunstancias. Me gustó su máscara de Salinas.

Y díganme, ¿porque las mascaras?, ¿creyeron que me verían la cara de pendejo?, por eso no hablarón bola de maricones, ¿reconocería su voz al instante no?, pero que pendejos son, ¿por qué se metieron conmigo?, yo nunca me he metido con ustedes, bola de ineptos.- Nadie respondió, Samuel continuó.

¿Cuál es su problema?, ¿Qué les sucede? – (aumentaba poco a poco el tono de voz)

- ¡¿Qué puta madre creyeron?! ¡¿Qué les dio valor de….?! Osh! – Se toco la cabeza, paso la mano por el cabello, se tranquilizó un poco. Continuó.

- Devo reconocer que me asustarón canijos, por un momento pensé que me asesinarían.

Muchachos… creo que nunca les he faltado al respeto, mucho menos ofendido. De lo contrario, díganlo ahora mismo para corregirme. – (Samuel los miró fijamente, sus mirada pasaba por cada rostro nervioso. Continuó)

- Vamos respóndanme… por favor muchachos – (Dijo cortésmente)

- Respóndanme ….. (Dijo apretándose los dientes)

- ¡Respóndanme hijos de la chingada, no hagan que me encabrone!

- No – (Respondieron muy quedito)

Samuel encendió un cigarrillo, se tranquilizó un poco.

- Estoy enterado de muchas cosas, algunas veces tengo que disimular. Yo no le brindó mucho tiempo a Julieta, pero la quiero mucho …. Sé que ha salido con ustedes algunas veces, han sucedido cosas que pueden ser desagradables para mí.

No entiendo porque no están conformes. Valen madre cabrones, no conformes con quererme ver la cara de pendejo,….tratan de amenazarme.

Estoy enterado de todo…. Todo… todo… lo que sucede con Julieta y saben, antes no me importaba. Pero no se… de un tiempo a la fecha me calientan la cabeza. Ustedes cabrones, me calientan la cabeza. – (Samuel).

De repente tomo un revolver, cargó el cartucho y comenzó a disparar. Un disparo tras otro, lo hacía muy distraído apuntando en latas de cerveza que se encontraban tiradas. Los agentes y Rodolfo entraron a la sala cuando escucharon los disparos.

¿Qué sucede hijo? – Rodolfo

- Nada - (Samuel)

- ¿Qué vamos a hacer con estos?- (Rodolfo)

- No lo sé. – (Samuel)

- Cuando se te ocurra algo llama, y recuerda que no mires por mucho tiempo a los ojos del enemigo, porque es posible que te arrepientas y lo dejes ir. – (Rodolfo guiñándole el ojo, saliendo hacia el jardín)

- Espera. - (Rodolfo)

- Llévenlos a su casa. – (Samuel)

- ¡¿Qué?!, a que muchacho tan …. Tu sin te pasas de buena gente hijo.

Los subieron a la camioneta no sin antes amenazarlos para que no le contaran a nadie lo que les había sucedido.

- Mínimo que se pongan a correr ¿no?, estoy aburrido – Dijo un agente.

Se detuvieron, les quitaron las playeras y amarraron un lazo en la cintura de cada uno, como si fueran una hilera de caballos. Uno de los extremos del lazo fue amarrado a la parte trasera de la camioneta, de tal manera que los cuatro ex enmascarados corrieran en forma inversa. A continuación dan marcha y comenzaron a correr mientras la camioneta avanzaba, después los cambiaron de posición, ahora correrían hacia enfrente, más o menos como a 15 km por hora. Samuel estaba tan distraído que ni cuenta se dio de lo que le hacían a los 4 jóvenes.

Después llegaron a un lugar en medio del campo, en donde tenían preparada una alfombra de diez metros cuadrados llena de picapica. Se detuvo la camioneta y ordenaron que los cuatro muchachos se revolcaran en la alfombra.

- ¿Tienen comezón cabrones?, vamos a quitarles esa comezón. Amárense otra vez hijos de la chingada…. Amárrense! cabrones o aquí me los trueno - (Agente apuntando con su revólver)

La camioneta se dirigió hacia un jagüey. Y una vez encañonándolos los obligaron a darse un chapuzón en el agua fría. Samuel se dio cuenta de lo que sucedía, no le importo.

- ¿Tienen hambre amigos? – (Agente)

Los llevaron hacia un sembradío (otra vez corriendo) de maíz. Los hicieron morder mazorcas crudas,

- Traguen, traguen, culeros, quieren un poco de ¿vino?, no se lo merecen pendejos, les voy a dar tequila para que no digan, jajajajaja.

Aventó una botella.

- Mamen cabrones porque no hay agua. – (Agente)

Julieta habla con Samuel

- Mi hermana acaba de suicidarse, te necesito. – (Julieta)







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