Signe preguntaba si algún día volvería visitar al diablo y decirle lo que pensaba de él. Mejor aún, si lo llevaría algún tribunal. Le dije que no tiene caso porque el diablo sabe lo que pienso y alguien que conoce el infierno no le teme a los tribunales. Qué caso tiene querer castigar a alguien que no pertenece a este mundo.
Conocí la parte más perversa cuando conoció la parte más oculta de nuestra mente y tocó las fibras más íntimas de nuestro ser y rasgó los hilos de nuestra delicada alma. Eramos tan inocentes, tan niños.
Que ser tan perverso usa la información más oculta de nuestra mente.
Vale que se hace hoy en día. Dicen que los nuevos algoritmos lo pueden hacer. ¿Qué tan a salvo estamos?
Yo al menos pienso que estamos en una noche tan indefensos, en una casa, en un segundo piso, donde se escucha el tic tac del tiempo en la madrugada, donde en el primer piso, en el punto de escape están los perros feroces. Uno de ellos recuerdo se volvió loco, e intentaron golpearlo, tan solo yo conduje el auto hacia un campo donde lo abandonaríamos a su suerte, pero ellos, intentaron golpearle la cabeza y azotarlo cuando lo metieron dentro de un costal. El can se levantó, salió, cuando ellos se dieron por vencidos, cuando aceptaron que no sabían lo que estaban haciendo y nisiquiera tenían el instinto asesino que se jactaban tener. El can, se levantó, caminó y se detuvo a lo lejos cuando se sintió seguro, y nos miró -el tampoco sabía lo que estaba haciendo pero era momento de irse-
El tic-tac de la madrugada. El olor del perfume barato del baño. el zumbido del regulador que alimenta el televisor. La luz de la lampara de la calle colándose por el vidrio de la ventana rubosa. Quiero vomitar la hamburguesa que me comí.
Que apenado estoy que el diablo me eche mis pecados en cara. Los que escuchó en mi confesión en lo que parecía el secreto del confesionario. El secreto de confesión. Faltar al sexto mandamiento. En esencia, soy un niño. Pero nunca me hicieron decir la verdad. Buscar en mis palabras rebuscadas. No debes estar bien, muchacho.
Pero desde entonces, uno aprende a fingir estar bien. Luego aprendes algunas poses, tono de voz, palabras, y mover un poco las manos.
El diablo está podrido, pero sigue siento el diablo.
Que perverso era, sabiendo el secreto de todos, en la ciudad, en las familias, en nosotros, en todos.
Elevando el santísimo sacramento, el diablo exige la confesión, para tener derecho al santísimo sacramento, al cielo. Pero él, derecho a nosotros, a nuestra inosencia.
La persona más asquerosa y ruín del mundo, el diablo, no es de este mundo.
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