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jueves, 3 de septiembre de 2015

Fantasmas

Me pienso en el escenario con el papel de fantasma, pero hay silencio y nadie vino al acto.

Así de la nada apareció como un fantasma, sin explicación alguna. Pretendo encontrar alguna, y la encuentro,  pero inmediatamente se vuelve inconsistente. Lo único cierto es que yo no soy el fantasma.

El miedo me domina y caigo en el juego sabiendo las consecuencias, y parece que hasta los árboles se dan cuenta porque bromeando me abientan el rocío del agua de lluvia.

Las gentes que dicen ver fantasmas tienen derecho a ser tratados comicamente, por el simple hecho de que su aseveración es una pendejada.

Este fantasma es diferente, porque aparece de la nada, por eso le llamo así, no se me ocurre otro nombre.

Después nadie me hace caso, como si fuera invisible. El día sigue, debe seguir normal.  La secretaria no prosigue el trámite, el médico no recuerda que me citó en su oficina a pesar de que hemos quedado un día antes en reunirnos, el autobús no llega y se terminó el café.

Enfoco mi inteligencia para hacer un código que me permita recuperar el número telefónico borrado hace tiempo. Es inútil.

Quiero escuchar su voz diciendo, sin decirlo (recibiendo después una postal posdata), que es uno de esos días en los que uno no debe llamar. Esos son mis días.

....

Cuando su fantasma aparece, jugamos escondiendo mi miedo. Después tengo la sensación de que días así no existen en la semana, es un día adicional que transcurre pero nadie se dá cuenta. Es nuestro día.

En la noche, cuando regrese a casa, solo encontraré el reguero de papeles y libros, junto con la cama desecha y el radio prendido, la comida en el refrigerador congelada y la planta marchita, un comentario irónico de los vecinos y el gato del vecino suplicando una lata de atún con su mullido tierno. Entonces corrobararé que efectivamente hoy fue nuestro día.

Septiembre 2015.

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