credits by: evtkw

jueves, 21 de enero de 2010

Una historia y un reproche

Tromba. (Historia)

En el poblado de san Joaquín, ubicado en lo alto de un cerro, en realidad es una meseta, solido pero fangoso cuando llovía. Esa tarde había caído tremendo aguacero, el más fuerte de los últimos tiempos, toda la noche estuvo lloviendo. Por la mañana se había calmado un poco, en la tarde regreso la lluvia.

Atrapado en su cabaña, Marcelo Olivares un joven escritor, solitario como siempre, se paseaba a lo largo de su estudio. Se escuchaban los pasos sobre la madera que se quejaba cada vez que este iba y venía frente al escritorio donde había una veladora consumiéndose.

La energía eléctrica se había cortado junto con las comunicaciones, se termino la batería de su teléfono celular.

Un poco desesperado y callado. Decidió sentarse en su sillón favorito, tenia vista a una gran ventana en donde podían contemplarse muchos árboles, se escuchaba la lluvia y un reloj que con cada tic-tac-tic-tac anunciaba el paso del tiempo.

Por la ventana se podían observar las sombras de los árboles y al lado de ella un cuadro que resguardaba un premio de literatura.

Pensaba en lo que fue su último paseo matutino antes de que Amanda partiera de ese lugar.

Decide sentarse en su escritorio y se dispuso a escribir esta carta.

Amanda:

Toda mi vida he vivido con mucho temor, no he sido como todos los habitantes de este lugar, perdón por no ser como ellos. Quizá después de este ultimo paseo sientas que es una pérdida de tiempo salir conmigo, porque no soy tan gracioso, solo puedo escucharte hablar y hablo para que me escuches. Sé que no me entiendes, no me entenderás porque soy demasiado complicado para ti, se me complica la manera para decírtelo.

Quiero que sepas lo mucho que pienso en ti porque no tengo nadie en quien pensar. Cada vez que encuentro una distracción cuando estoy trabajando, consiste observar la inicial de tu nombre en el teclado de mi computadora.

Hoy tenía unos objetos para ti, iba a dártelos pero me di cuenta que no los mereces, no lo entenderás, solo he perdido mi tiempo contigo y tu también lo has hecho conmigo.

Estuve durmiendo toda la tarde, muy calientito con la cobija que me regalaste. Cuando desperté me sucedió lo que me ha venido sucedido las últimas semanas. Ansiedad y con la necesidad de decir “te quiero y deseo que compartas muchas cosas conmigo, eres mi persona especial y ocupas el lugar más alto en mi corazón”. Quería salirte a buscar y pedirte de rodillas que no te marcharas de aquí.

Quise culpar a la lluvia, por un momento pensé que mi automóvil quedaría atascado en el fangoso camino. Quise culpar a los truenos y maldecir mi ropa de lana. Quise culpar al viento y a su fuerza. Quise culparte a ti por no ser tú quien me pidiera estar juntos toda la tarde y quizá toda la vida. Porque soy tan cobarde para pedírtelo.

El único culpable soy yo, por dejar que te vayas, por no salir en este momento e irte a buscar, por ser tan cobarde. No lo haré, no saldré en este momento.

Sé que nunca te olvidaras de mí y yo no pretendo olvidar los momentos que hemos pasado, algunas veces tomare el auricular y llamare. Siempre contare contigo pero tú te vas y todo será distinto.

Yo no estoy acostumbrado a escribir este tipo de idioteces, me siento muy imbécil, pero así me siento en este momento.

Ahora aquí atrapado escuchando el crujir del reloj que me regalo mi padre, no sé qué hacer. Me encuentro frustrado, solo y triste.

Se me viene a la mente pensar que lejos de aquí conocerás a más personas, quizá conozcas a alguien menos tímido que yo, este wey en lugar de escribir libros para gente loca, escribirá canciones para gente destrampada como tú, te invitara a salir, quizá al cine, llenaras tu ansia con palomitas de maíz, refresco y chocolates. En la segunda cita comerán hamburguesas en ese lugar que tanto detesto y no estarás obligada a verme comiendo mi comida favorita. Ya no mas Olivares. Aquel no tendrá miedo en acerté el amor, y será tan ruin para olvidarte, pero te gustara. Te gustara tu nueva vida.

Ahí si reirás mucho y dejaras de escuchar penas y traumas. Pura diversión finding happiness! Si algún día lloras será por estar tan feliz y después de unas buenas carcajadas. ¿Para qué preocuparte por mí? ¿Para qué preocuparte si fumo? ¿Para qué preocuparte si la noche anterior Jhony Walker ahogo mis penas? ¿Para qué deprimirte más en este lugar?

Me gustaría escapar contigo, pero no podría.

Dios mío! No sé porque escribo esto, no tiene sentido.

No sé cómo le voy a hacer para que cuando despierte desaparezca el ansia de buscarte y la cobardía de no hacerlo.. Como siempre dejare que pase la noche, a que se termine el efecto del café y pueda dormir.

Perdóname por nunca decirte que te quería, siempre pensaste que no te di ni la más mínima importancia. No tengo más que decir. Mucha suerte.

No vas a leer esto, terminando de escribir lo voy a quemar.

Yo si te quiero…. Maldita sea si tan solo pudiera demostrarlo…

Fin… Te quiere Marcelo.

Terminando de escribir estas últimas frases, el joven derramo pequeño lágrimas sobre el papel amarillento oprimió la pluma con su puño y siguió llorando. Se sintió cansado guardó la carta en su bolsillo, apagó la vela y se tiro a dormir.

A la mañana siguiente Amanda llamaba a la puerta. Olivares no abría.

- Marcelo!.. Marcelo!. ¿Estás ahí? – llamó Amanda.

Giro la chapa de la puerta, estaba abierta. Decidió entrar a la casa y al cuarto de Marcelo. Este se encontraba recostado cobijado, solo mostraba el rostro.

- ¿Te encuentras bien? – Preguntó Amanda

- ¿Recuerdas que tengo miedo a las arañas? – dijo Marcelo

- Si – (Amanda)

- No me puedo mover – (Marcelo)

- Dios mío! Creo que estas morado – (Amanda)

La joven retiro la cobija y vio deslizar una araña de gran tamaño color negro. Audazmente el bicho recorrió la habitación logrando escapar.

Arrastrando a Marcelo, Amanda logró subirlo a su automóvil. Se dirigió hacia el hospital a toda velocidad, ignorando los obstáculos de la jodida carretera.

Con ojos llorosos Marcelo observaba a la Joven Amanda. Quiso decir algo pero el veneno ya había paralizado el habla.

- Te pondrás bien – Dijo Amanda sonriéndole

Marcelo quiso sonreír, pero no pudo. Sus ojos fueron cerrándose lentamente.

Después de llegar al hospital, un doctor entrego las pertenencias de Marcelo. En una bolsa transparente iba su ropa y zapatos, en otra más pequeña un reloj, billetera y la carta que escribió la noche anterior.

- ¿Es su esposa? – (Doctor)

- No - (Amanda)

- Lo siento mucho. – (Doctor)

Amanda leyó la carta. El papel amarillento se mancho nuevamente con pequeñas lágrimas.





Ho! Demonios (Reproche)

En tan poquito tiempo beberé el capuchino que empalagosamente sabes preparar, media hora tengo. El letrero fuera del café dice que se cierra el establecimiento a las 10, tú lo cerraras a las 9. Al 5 para las 9 me dignare en recoger mi computadora y mi libreta para poder largarme de aquí. No me dignare en rogarte que me prepares un té. No rogare para que me permitas alejarme media hora más de una bola de incoherentes. Salí huyendo de las babosadas de mis amigos.

Me empalago, odio el dulce y pensar que a los 45 años se presentaran mis primeros problemas de diabetes y yo tragando dulce. No sé por qué demonios me pones un tarro de azúcar si tu crema irlandesa es tan empalagosa. Quizá quieres que se valla el ultimo cliente para poder fornicar con tu novio, oh! fornicar en horas de trabajo. Serás como una sexi enfermera. O Como una sexi secretaria. Bendita sean las horas de trabajo! … No me quejare con el dueño del lugar.

Mi buen amigo preparo chocolate y harina para hot cakes. Iré a la casa y esperare a que vuelva de visitar a su novia. Quizá me acompañe esta noche la chica pálida, dijo que venía a cenar, escuchare un poco sus desorbitadas palabras sin sentido y me distraeré un poco.




No hay comentarios:

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...