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miércoles, 6 de enero de 2010

Revoltijo.

Revoltijo.

No supo como llego a ese sillón. Simplemente estaba hablándole a un tipo vestido muy formal y con una libreta en la mano. No sabía porque estaba en ese lugar pero seguía hablando.

- ¡Dios mío! Que asustado estoy. – Decía el paciente en su mente.

En ese momento se dio cuenta de lo peligroso que podía ser, quizá el mismo se había vuelto su peor enemigo. Durante los últimos años Alejandro su único amigo o la única persona que había sido la sombra que lo acompañaba a diario, el mismo, las charlas consigo y las sugerencias de si, le habían clavado una puñalada por la espalda, que cobardía atacar a alguien por la espalda, que cobardía huir de un lugar, marcharse. Alejandro siempre había criticado a las personas que solucionaban problemas con tan solo huir, no basta decir más palabras.

La sugerencia ha sido que Alejando se aleja de todas esas historias, toda la ficción que desde hace mucho tiempo su mente ha creado, engañar, la profesión más difícil y más vieja del hombre….engañar,,,, lo peor de todo cuando logras engañarte, cuando las imagines virtuales son tan reales. Los cuentos de la niñez, las novelas y los verdaderos cuentos de la adolescencia alimento para la mente, ideas con las que Alejandro viajo y viajo.

Le dolía mucho la cabeza, le han hecho o ha pensado, lo mejor fue no revisar los papeles que comprobaban la existencia de Gema, quizá ahora no los encontraría o seria simples hojas en blanco. Ya no la recordaría como antes, estos últimos dos años pensando en su despedida inoportuna. Cuando más la necesitaba.

Dicen que cuando llamas a alguien que no existe solo se escucha como si hubiese interferencia, lo comprobó esa noche y le dio mucho miedo. Porque el engaño que trataba de hacerle creer a su mente era realidad.

- ¡Dios mío yo no pude crear algo tan complicado! – se decía Alejandro.

Estar rodeado de gente con ilusiones… muchas ilusiones a sido malo o quizá esa gente no existió y el único iluso era él. No cometer errores, solo era posible en su mundo. Dan miedo… los errores dan miedo. Reír como idiota es lo único que se le ocurre en ese momento.

Recordó un par de películas, “la ventana secreta” y “una mente brillante”, impactantes para él.

Recuerdos en la mente y no en el corazón.

Al diablo… pensó. Seguir recordando y tratar de escribir en su tonto diario sería como dar más vueltas, ya no deseaba estar mareado.

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