Escena 7
El sargento creó un mito de injusticia para los últimos años de su vida. Dice que sus enemigos conspiraron contra él, lo hundieron. Que lo refundieron en ese cuartito, el muladar donde vive, con sus cosas amontonadas, con su cocina pinche con olor agrio; con su baño construido con pedazos de azulejo de distintos colores, mismos que son las sobras de otras construcciones; con sus cortinas feas viendo al jardín con pasto seco. El sol le pega infame al techo de su casucha. No hay árboles pero tampoco desierto. La tierra es árida, parece que se chamusca con el sol. Parece que se queja silenciosamente, como si extrañara que algún día hubo árboles y un buen jardín, una buena vida como la que tenía el sargento.
A mi no me causa lástima verlo todo jodido porque sé la verdad sobre él. Siento asco por el pato, colgado a su andadera, apenas lleno a un cuarto de capacidad con sus orines naranjas. Le dice a su mozo, que le manda el ejército, por cortesía, que le de su pastilla, porque le duelen las piernas.
Nadie creerá que es fue un asesino, un hijo de puta y puto a la vez. Está gordo y tiene las piernas flacas. Le llevan un plato de comida, como perro de patio trasero. Pero prefiere no comer, me ofrece la comida, por cortesía. Le digo que no tengo hambre, pero pienso en el buen asado que comeré, cuando salga y me aleje de su posilga.
Quien no nace para servir no sirve para vivir. Él mencionaba frecuentemente esa frase durante nuestro tiempo de instrucciones. Y ahora que está inservible parece que es nefasto hasta para la muerte. Dicen que la muerte no discrimina. Yo digo que sí. Las almas en pena, aún con el cuerpo inerte o comido por los gusanos, se queda penando en el mundo. Lo sabían nuestros ancestros. Fue disfrazada con la idea del consuelo De Dios.
Todos sabemos que pudo llegar a ser más, coronel o general, pero siempre le gustó batirse en la mierda. Ahora, soy más que él, pero no tendré piedad, como no la tuvo con nuestra gente, incluso, con nuestra patria.
Fui a visitarlo porque no paraba de hablar a mi oficina. Dejó muchos recados mi secretaria. No me gusta que me asocien con él, aunque hace algunos años, ayudó a posicionar mi carrera, el día que me cuestionen, yo solo diré que hice el cumplimiento con mi deber, con la nación, no con sus chingaderas, nunca en sus chingaderas.
Cambié la linea telefónica de la oficina. Notifiqué el directorio, notifiqué a todos menos a él. Pues es la última vez que quiero hablar con él.
Cuando llegué a su cuartucho, empecé a charlar con él. Lo primero que advierte es que su cerebro se está deteriorando. Tal vez tenía que entender, o más bien entendí, que estaría cabrón hablar con él. Pero lo conozco desde hace tiempo, y supongo que es una cuestión de manipulación. Así vive de la caridad. Le dice a las personas cual es injusta su vida, y las personas le dan dinero. Dice que no es suficiente su pensión ni el seguro médico. Pero no he conocido mejor administrador que él.
Le dije que no podía quedarme mucho tiempo. Que si era la hora de su siesta yo me iría. Le dije que me cambiarían de cuartel, me voy al sur del país. Que no sabrá de mi en mucho tiempo. Posiblemente nunca. - pensé -
Promoví su último cambio, en donde estaría cómodo, en las instalaciones del ejército para veteranos, bien atendido. Pero lo rechazó. Dijo que no le permitirían visitas. Las visitas que le encubrimos, las visitas de homosexuales. Pero a nadie le importaba. Pero él piensa que sí. Y también piensa que lo van a visitar. Pero según los últimos informes ya nadie lo visitará.
Te aislaste del mundo, tal vez algún día cuente tu historia, pero la basura como tú, debe estar así, apartado del mundo. A pesar de eso, lo visitan, eso sí, los viejos chacales y las moscas, así, tal cual, como en el basurero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario