Tiempo libre I
Por fin pudo hablarte sobre distintos universos, sin que bostezaras, al calor de las tres copas de vino. Bueno, nisiquiera estaba seguro de lo que decía. Solo en su cabeza está la imagen de la intersección de cuatro membranas torpemente dibujadas en su libreta pocket. El chiste que podía advertirse: "Hay un universo donde me quieres".
Un razonamiento improvisado, decía: "Pues si no se rompen las leyes de la física, no veo porque no podría existir, solo que no se ha encontrado el experimento adecuado para demostrar su existencia. Sabes, cuando la gente pregunta mi opinión trato de persuadirlos que es una idea que posiblemente está sobre interpretada, que se necesitan teorías que viven en mundos matemáticos, pero están sujetas a restricciones. Les digo que las matemáticas son más amplias que el mundo físico. Que aveces sobre interpretamos o interpretamos subjetivamente. Pero ahora quisiera que fuera verdad. Pues lo estoy suponiendo y eso me hace sentir feliz".
En ese momento se inventó algo que no existe o podría existir. Pero, porqué no. Seguramente nadie a su alrededor sabía de física. Se sintió libre de decir lo que sea. "En el supuesto universo donde me quieres, quizá no podría tocarte, porque no existe la fuerza electromagnética, o faltan partículas que constituyan tu cuerpo, entonces mi mano te traspasaría como si fueras un fantasma".
En ese momento tocó tu mano.
Tiempo libre II
Cuando llegamos a la playa justo al atardecer, pudimos ver el sol caer. También unas trayectorias espirales como si los meses transcurrieran en unos cuantos segundos. Estaba cansado pero no podía dormir. No sé que traía encima. Alcohol combinado con algo. Ignoramos las últimas espirales del sol.
La parada que no quería hacer. Tu ex-novio, el que decías que se convertiría en un gran diseñador antes de que entráramos a la universidad. Su casa estaba cerca. El cuarto jodido donde vivía con la computadora jodida que tenía. Hacía retoques de tus fotografías sin sentido.
De alguna manera me sentía el campeón porque estabas conmigo. Pues llegamos a su casa. Sabía que yo estaría en la playa todo el fin de semana contigo. Salimos de su casa por un momento para dejar que terminara el supuesto trabajo. Nos subimos un rato al coche que estaba aparcado afuera. Nos sentamos en el asiento de atrás. Ahí sentados, me decías lo que pasaría. Que yo fingiría que me iría a dormir aparte cuando regresáramos al hotel. Pero que no tenía caso finjir. Inmediatamente te dije que no, y te besé. Y nos abrazamos por varios segundos. Te dije que podíamos dejar de fingir entonces.
Después te levantaste, irías a ver si tu ex-novio había terminado de hacer el retoque inútil en photoshop. Yo no supe que hacer. Si me levantaba para ir contigo podía verme inseguro. Antes de entrar te detuviste en la puerta de entrada de la casa. Y me llamaste que fuera. No tardé mucho en ir. Esperé unos minutos antes de entrar a la casa. Cuando entré pude percatarme con la vista periférica que estaban vistiéndose rápidamente al escuchar mis pasos.
Actuaron normal. Fue un sabor amargo para mí. Me pregunté a mi mismo. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Qué estabas haciendo ahí?
Cuando nos regresamos al hotel intenté darte un beso en la frente pegajosa de maquillaje del día anterior. Moviste un poco la cabeza, como esquivando. No sabía cómo iba a terminar ese fin de semana. Por eso me quedé en el bar toda la noche, para no escucharte decir que ya no era buena idea dormir juntos.
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