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viernes, 11 de febrero de 2022

Otras crónicas del fantasma

Cada quien libra la batalla a su modo. La semana a su manera. Pido esquina. Aunque no escribí muchas páginas, ni acumulé una palpable producción de algo que valga un reconocimiento, estoy cansado del tiempo que transcurre violento. El reloj aceleró. 

Me detuve un poco, esta noche para olvidarme de todo. Apagué la computadora y desconecté el teléfono. No quiero saber nada del mundo. Solo contarte. Es mi día favorito de la semana. Estar sentado con la tenue luz contándote lo que ha pasado. Debe ser pesado escuchar a alguien quejarse, ¿verdad? Lo siento, esque no hay alguien que lo tolere. Si, es pesado. Gracias. 

Si este viernes tiene un sonido, suena a un disco de Nick Cabe. Si tiene sabor, sabe a una copa de vino tinto. Si se siente, se siente frío. Si se huele, huele a vino tinto. 

Así me pasa, digo tanto sin llegar al punto. Esque estoy calentando motores. 

Aveces es duro ser un fantasma. Penando en los muros de habitaciones frías, como de criptas, esperando ser recordado. Algunas veces aparecemos en charlas, en historias de hazañas. Desaparecemos otra vez entre risas o nostalgia, o entre la pasión siguiente acelerada por las copas de vino. Perdemos importancia cuando es más importante el presente, cuando es más importante la sonrisa de ese nuevo amor, el sabor de sus labios, la adrenalina de no saber que va a pasar. 

Te envidio por el paso de nuevos amores en tu vida.

Es duro ser un fantasma para ser recordado en un instante tan corto. Desaparecer tan rápido. Y quien sabe hasta cuándo. Ojalá no envejeciéramos para que la paciencia valga la pena. 

Un fantasma muerto en vida podría esperar toda una vida. Esperar ser invocado. 

No todos los fantasmas son inmortales.

Bueno, esque no sé cómo decir que fue pesado tener que esperar. Que no me rezaras ninguna plegaria. No escucharte. Nunca había sido tan pesado, esperar. 

Pero estás aquí, a la luz de este cirio pascual. 

Me di cuenta del paso de los años. Me miro al espejo y cada vez me parezco más, no a mi padre, sino a mi abuelo. Hoy me corté el cabello. Y cada vez es menos. Por eso sé que ha pasado el tiempo. 

Que bueno es tenerte aquí, a la luz de este cirio pascual. No olvides rezar una plegaria por mí. Invocarme de vez en cuando. Para saber que sigues ahí. Para saber que estoy ahí, en tus recuerdos.

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