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sábado, 29 de enero de 2022

No escribo y no llamo porque no tengo nada que decir

Saldré a caminar para mirar el atardecer. Me gustan los atardeceres. Me gusta tomar fotos de los atardeceres. El clima es frío.  ¿Las personas invitan a alguien a caminar durante el atardecer? Yo lo hacía de niño, salíamos con mi madre al atardecer, caminábamos, no hablábamos mucho, ya cuando se ocultaba el sol pasábamos a comprar pan y cenábamos.  Sospecho que a mi exnovia le parecía tonto o aburrido, siempre olvidé preguntarle, pero rechazó algunas invitaciones que le hice para caminar durante el atardecer. Si teníamos que caminar, estaba de por medio un pretexto, una película, una cena, etc. Pero nunca el atardecer en sí. 

Tal vez parece inútil para muchas personas. Está bien. 

Confieso que salgo muchas veces a caminar. No tendría nada que decir si fuera acompañado. De hecho, creo que me siento incómodo cuando no tengo algo que decir. Por eso, si va uno solo, tan solo te pierdes en los colores del horizonte, en el olor del cálido viento, y algunos sonidos.

No tendría nada que decir el día de hoy. Seguí torpemente la agenda que me escribí el lunes. De hecho cumplí la mitad y terminé atormentado, porque a ese paso, no sé si terminaré de escribir mi tesis doctoral y algunos cálculos que de repente, siendo sinceros, me toma mucho tiempo entender. En eso se me fue la semana; lecturas a medias, cálculos inconclusos y escritura incoherente. 

No tengo un pretexto, un concierto, o un nuevo lugar para comer ligero, o tomar café. No hay concierto ni obras de teatro. No tengo un pretexto parar marcar, escribir, para platicar. 

No tengo miedo a quedar como un idiota, solo, no sé que decir, en el hipotético caso de escribir o llamar. 

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