credits by: evtkw

martes, 27 de diciembre de 2016

Thinkin



Te creí una sombra del insomnio, una compañía proyectada debido a las altas horas de la noche, cuando los sentidos se agudizan, con el miedo derramándose desde no se que tan adentro, más profundo que el tuétano y saliendo por la piel. En un convenio de sacrificio mutuo, para no quedar dormidos queríamos comernos el tiempo, para ser más aptos en la vida salvaje citadina, para aventajar a los demás escribiendo palabras extras; yo con mis hojas amarillas con rayas y símbolos extraños, tú con tus hojas de color rosa y los términos que nunca entiendo. Sentí, como si quisieramos decirnos que teníamos sueño, pero ¿cómo quedaríamos?, si en el fondo queríamos recuperar el tiempo que perdimos, distantes y evidentemente separados, mirando las hojas de primavera y los fantasmas del pasado, pretendiendo hacer una mezcla coktail agridulce, para pretender que teníamos la experiencia suficiente para no tropezar.

Cuando las risas se convirtieron en batallas, como un par de naciones en conflicto bélico, por traición a nosotros mismos, a lo que era evidente que fluyera, pero que detuvimos tanto tiempo, primero yo y luego tú, porque cada noche nos fumabamos nuestros recuerdos como un cigarrillo que terco no se consume, silencioso y con el aroma del tiempo.

Me recogiste como un soldado herido, hambriento y arapiento, después de todo ¿qué significa ser una buena persona?, ¿qué es la bondad?, el que se compadece o el que te mata para dejarte morir sin sufrimiento. Creo que hiciste ambas cosas, haciendo del fluir de la muerte algo distinto, como si me hubieses inyectado alguna pócima mágica del botiquín para ignorar cómo la muerte toma mi cuerpo poco a poco.

Me desnudaste poco a poco, te presumía hábil en los acordes de una guitarra que nunca dió el tono exacto; una promesa en las letras con el cuento que no ganó nada en la tarde que me reí de mi mismo, haciéndote partícipe de la timada haciéndome creer ganador, con el mismo mail que le enviaron a cincuenta personas más para hacer bulto en el auditorio, con mi cara de pendejo esperando el cheque salvador que sería empleado para el pago de alquiler, haciendo, claro está, justicia a mis fantasmas apilados con disciplina, pero !no! Esperaste cortésmente a que te dijera que escapáramos después de que una banda de flautines de mierda sonorizara el auditorio. Reímos de lo absurdo que fue.

Cuando tenía miedo de decirte que solo me quedaban un par de tickets para el subterráneo y la pena que sentía por ello, sin tener para el auto que hiciera justicia al vestido que llevabas puesto y al tiempo que te había tomado arreglarte. Y que mi moral pueblerina me atomentaba diciendo que los bolsillos desauciados no arrojarían unas cuantas monedas para el café. Y que las palomitas de caramelo fueron lo mejor, que las adoro y que apropósito las terminé sacando ventaja de tu ritmo lento para saborear la comida.

Toleras mi café amargo como también tolero caminar frente al aparador esperando te midas una mascada floreada frente al espejo, y otras cosas más que se te ocurran.

Porqué somos tan distintos, decías que querías dedicarte tiempo y yo también, pero creo que yo estaba aburrido de discutir conmigo, no se si tu también, y después de todo esto no se si uno sigue siendo el mismo.

Las batallas nos hacen distintintos, somos distintos, por eso nos distinguimos fácilmente para dejar nuestro estado de sombras noctámbulas y seguir caminando en estos días invernales.

Con cariño a Thinks de Horse.


No hay comentarios:

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...