Transitan conductores con carácter incierto, fanfarrón y desesperado, despiadados circulan en la avenida que en los últimos años se convirtió en mercado. Hay puestos de fruta, trastos, discos, etc, e impiden a la gente tomar las banquetas.
Atropellan a un perro que venía con unos niños que salían de la escuela, el perro cotidianamente acompañaba a la acalorada madre que observa la escena sin saber que decisión tomar.
El perro con las biceras destrozadas, pero sin rastro exterior, camina unos cuantos metros y se tira a la sombra para agonizar. Los niños se sientan a un lado a dar ánimos inútiles ofreciendo una escena melodramatica que cautiva a los transeúntes preguntándose por el responsable.
La madre es paciente y cuando es momento pide que lo levanten, se lo llevarán a casa y lo enterraran en el jardín, eso planean sollozando.
Los conductores siguen igual, se divierten al máximo esquivando gente, puestos y mascotas.
El sol está de suputamadre pero mezclado con aire frío. Es un desorden, todo es un desorden.
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