credits by: evtkw

lunes, 13 de abril de 2015

Edad transitoria

Resignado llega casa esperando el “reclamo de atención” de las mascotas humanas que no pidió tener. Sí, son los rumies que esperan sus croquetas; una dosis de despotismo del cual son adictos. En ellos continua oculta su infancia de juegos de pelota, que es consuelo y acaricia de manera suave arrojándolos hacia una fantasía que bien alimentó la televisión y de la cual serán presos toda su vida.


Él no ha llegado a los 30 y siente el cansancio de una edad transitoria. Ya pesan las noches o las mañanas de putas que bien conoce pero que finge no conocer para estar sorprendido y sentirse más excitado, ellas también fingen ser poco frías no son las “típicas”.

Ya pesan las tardes de cigarrillo y la vista concentrada en un párrafo que cuesta horas terminar. Ya cansan las tazas de café amargo y la charla a gritos consigomismo.

Después de gritos extensos, salen los demonios que soportaron encerrados más de ocho años con tanta furia, la música le conduce a cierto éxtasis poco común en la realidad de las tardes calurosas.

Ahí esta desgastando su corazón, fuertemente desgastándo. A la mañana siguiente jurará que será la última puta. Que sus rodillas y billetera no soportarán más (nunca aprendió a hacer el amor). Entonces se dirigió a casa sin pasar a tomar el desayuno, solo tomó un fuerte café para soportar el trayecto de regreso.

Agonizante la respiración se detiene y pidiendo que ya es justo, que será mejor detener el auto. Se mentaliza para soportar la cena mientras le preguntan si se encuentra bien, que se ve pálido, digo.... no está de más "no poder respirar".

Soporta el trayecto de regreso y no intenta pasar dormido el fin de semana. Tal vez quiere desgastarse más, tal vez tiene deseos de morirse y experimentar como sería el funeral. Tal vez reconoce que le gusta estar en estado de agonía.

Deja las taza de café sobre el escritorio, mira la billetera vacía y siente el deseo que no será consumido satisfactoriamente como lo bien lo hace el cigarrillo en el cenicero.



No hay comentarios:

Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...