El jardín.
A: Mike y Chuy.
Las fotografías
detienen el tiempo en una imagen estática la cual es carcomida por
el tiempo mismo. Nos separamos hace algunos años, aún somos muy
jóvenes y perseguimos intereses bien distintos. Recorde a los tres
mosqueteros el Sábado al mirar la fotografía que nos tomo Herminia
frente a su jardín de chabacano y ciruelas. Nos vemos muy contentos
y recuerdo ese instante de mi vida, todo fluía lenta y
constantemente. No había de que preocuparse y ahora creo que tampoco
pero las preocupaciones no son cero como en ese momento puro de la
niñez. Recuerdo esa camisa de rayas cafés, me gustaba doblar la
parte de abajo y usarla como una bolsita secreta para guardar clips,
hojas y envolturas de dulces. Hace mas de seís meses no veo aquel
jardín, supongo que se ve más triste. Herminia me dijo una vez que
el jardín comenzó a ponerse triste cuando los tres mosqueteros (y
los tres mosqueteros que llegaron después) fuimos creciendo y
abandonando el árbol de ciruela, chabacano e higos. La fruta se caía
y se iba pudriendo como nuestras conciencias e inocencia con el paso
del tiempo. Hace seís meses me percaté que los árboles estaban
secos y sin frutos. Pienso que una parte de nuestras almas estaba
protegida en ese jardín, después inconcientemente decidimos
cambiarlas de lugar. Los árboles seguían verdes por la presencia de
Hermina, ahora ella no estará más para regarlos y quizá también
se llevó su alma de ese lugar.
¿Porqué dejamos de
reunirnos los mosqueteros y yo? Simplemente no existe por ahora un
fín común para hacerlo de nuevo. Antes nos reuniamos para jugar
porque no teniamos obligaciones, nisiquiera tendíamos nuestras
camas. Con el paso del tiempo la gente adulta cree necesario
llenarnos de pequeñas responsabilidades, lavar los trastes, limpiar
la habitación y toda una gama de actividades que aumentan y cambian
con el paso del tiempo.
Nuestro último punto de
reunión fue la muerte de Herminia; nos reunimos en la sala toda la
noche velándola sentados frente a su ataud recordando los viejos
pasajes del tiempo, solo eso. “Que buena fue Hermina con nosotros”
deciamos. Después todo se convirtio en la normalidad que ahora nos
tiene sujetos desde ese punto hasta este instante.
Yo imagino que nuestras
vidas son como un árbol. En un principio estabamos juntos en el
tronco y después nuestros caminos se separaron como las ramas hacia
direcciones diferentes y seguimos haciendolo rumbo al infinito pero
mirando el cielo. Dudo mucho que converja nuestra vida nuevamente
como en aquellos tiempos. Quizá ocurra en la muerte de otro familiar
o alguna fiesta importante, esas cosas siempre hacen que el camino de
las personas converja en el mismo punto de espacio y tiempo.
Los caminos que tomamos
son parecidos a los juegos que nos gustaban de niños, Manuel era un
cheff y una especie de artísta, Armando un Medico y yo el
Astronauta, una extraña tripulación navegante en el mar de la
imaginación. Manuel el mas grande fue el primero en irse después
yo y al último Armando. Hace quizá algunos meses les a toco tomar
un camino a los tres mosqueteros restantes. Me pregunto ahora si ¿Los
hecho de menos? Estoy seguro que no porque nada quedó pendiente,
pero se hizo presente la nostalgia
No se si el tiempo me
favoresca ahora para que se quede guardada mi nostalgia,
encapsulándola en algun lugar fuera de mí; en alguna estrella o
galaxia, en elguna nube para que cuando a ellos les toque mirar la
misma fotografía eleven su nostalgía y ahí quedemos reunidos.
Porque si se queda en el corazón pienso que es como la fruta de
aquellos árboles; con el tiempo se pudre.
Gerardo Urrutia.
Ciudad de México a 7 de Febrero del 2013.
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