Oculta en el receso del
tiempo.
Te oculta el viento y las
hojas de los árboles que se cayeron en otoño. Te oculta la Luna y
la oscuridad del cielo. Te oculta la sonrisa de toda esta gente con
esperanza mirando luces de colores y adornos verdes. Todo pinta de
manera diferente; la angustia se convierte en dulce resignación tan
cómoda y suave al paladar de la desgracia.
Te oculta el viento y la
mirar en la azotea del edificio pienso que te ocultan todas esas
luces generando por encima de ellas una especie de neblina entre
color crema y amarillenta. Las luces de la ciudad son como luciérnagas
artificiales.
Ojalá y pudiera
comunicarme con cada una de ellas para pedirles que se apaguen y que
solo dejen la luz prendida de tu casa para enfocar hacia tu
dirección el telescopio y así poder saludarte. Te pienso; como un
misterioso planeta, cometa, estrella o silueta nebulosa con luces y
polvo cósmico.
Eres misteriosa como la
muerte de las estrellas (porque en realidad nadie sabe con exactitud
la naturaleza de ese fenómeno). Así de misteriosa como el fondo del
mar; Así te miro cuando apareces.
Después al terminar toda
esta locura conjunta en actividades que muchos al parecer realizan
para sobrevivir... mi trabajo aún continúa; resolviendo acertijos,
viajando atraves del universo arrastrando el portaminas con punta de
grafíto escribiendo el lenguaje de la naturaleza, pero hoy aquí
noto la ausencia de todos, tu ausencia también; porque ¡no hay
nadie!, estoy enmedio de la esfera ortogonal rodeado de lugares
vacios.
Tú presencia de la nada
como toda esa gente ausente sin importancia pero entre todos ellos
resalta tú destello. Entonces todo ese cúmulo de personas
insigníficantes se vuelve importante para que aparescas aquí con
tu imagen destellante (no se si llamarlo angelical o infernal).
Tu presencia es un
misterio y pensarte en este momento también.
Gerardo Urrutia.
Ciudad de México, 11 de
Diciembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario