Anastasia
A. Daniela T. C.
La gente estaba harta y
nosotros también porque comenzaba el sol de las 12 y no había lona que cubriera el escenario. Estaban a putno de abuchearnos porque yo cataba
tarareando una canción en inglés que todos conociamos. Casí
acercándonos a la recta final se subio al escenario una muchacha la
cual descididamente arrancó el microfono del pedestal y se puso a
cantar con nosotros. Fue nuestra salvación; por ese hecho nuestros espectadores
quedarón contentos.
Terminando dije: “Demosle
un aplauso a .... ¿Cómo te llamas?” ella dijo: “Me llamo
Anastasia”.
Cuando comenzamos a
recojer los instrumentos quedó mirando mi guitarra y comprobó que
tenía desafortunadamente las pastillas hechas en China. Ella dijo:
“Yo tengo una en mi casa con pastillas americanas” y se quedó
ahí mirando.
No la volví a ver, la
verdad es que pasó desapercibida en ese entonces por mi vida.
Después me la volví a encontrar en una excursión escolar, habíamos
salido al museo de historía natural; en la sala de los planetas nos
reconocimos y saludamos. Conforme avanzabamos todos se amontonaban en
los letreros con información y no la dejaban ver. Entonces me dí a
la tarea de explicarle las cosas que hasta entonces sabía de los
planetas y galaxias las cuales había aprendido de una enciclopedia
que compró mamá. Ese día continuamos juntos yo había olvidado el
“lunch” que me preparó mi hermana mayor con una gran mueca.
Anastasía me convidó de un sandwich con queso y una estructura
extraña parecida a la carne.
Continuamos
frecuentandose y algunos me dijerón que estaba loca, que era una
especie de niña extraña y uraña. En ese entonces estaba de moda la
palabra “bipolar”.... “es bipolar” me decian.
Tal vez de alguna forma
me sentí alagado de que esa niña extraña y de mal caracter me
frecuentara. Quizá las burlas hacía ella eran a causa del desprecio
que tenía ella hacia muchas personas porque a decir verdad tenía el
cabello mas hermoso del colegio. Digamos que no estaba suave y cedoso
pero era color rojo natural. ¡Dios mio! El lindo arroz rojiso que
entre muchos es único. Algunas veces se hacía una especie de trenza
boluda y otras se dejaba el cabello suelto.
Después de la escuela los Viernes en el parque de la catedral tocaba una vieja banda hippie la cual era agradable para Anastasia.
Su madre tenia una fonda
decorada con figuras de elvis y del rock and roll sesentero. La
primera vez que comí en ese lugar fue un delicioso espagueti con
queso, ese día su madre me invitó al cumpleaños de Anastasia. A
ella no le pareció buena idea y a mi tampoco...
Cuando entré a la fiesta
infantiloide con globos y música de elvis Anastasia resaltaba en el centro de la mesa... se veía hermosa. Su madre le había hecho un
peinado que consistía en una especie de corona y a los lados el cabello caía como una cascada
de fuego. Vestída con un floreado vestido amarillento y
un sweter negro como saquito. Me quede petrificado.
Anastasia fue uno de esos
primeros amores de la Adolescencia con los que se aprenden muchas
cosas, yo nisiquiera sabía comprar entradas en el cine porque cuando iba con la familia mi hermana mayor se encargaba de comprarlas. Tampoco sabía el costo del boleto urbano
del autobús que nos hacía avanzar diez cuadras.
Mamá no sabía de mis andares amorosos
con Anastasia los Sábados me ausentaba por la tarde con el pretexto
de que ensallaría con la banda de rock, hasta que un día Luis Angel
me delató cuando llamó a casa diciendo: “Señora Digale a Diego
que venga a ensallar...”
Le dije la verdad y no me dejó salir
ni un sábadomas por esos meses...fue trágico porque
Anastasia cayó enferma poco después. Cuando le hablé por teléfono ella dijo que
tenía varicela.
Estubo en cuarentena y después de eso
no regresó a la escuela. La orientadora previnió a mi madre; le
comento de mi situación con Anastasia y de que no tenía que
acercarme porque en realidad ella no enfermó de varicela.... ella
enfermó de Epatitis.
Mi madré habló conmigo y de alguna
forma me asusto. Después al pasar por la fondita de su madre
encontre la cortina del local cerrada y con una cinta que decía “clausurado”.
Mucho tiempo después mamá confesó
que Anastasia había llamado por teléfono hasta que dejó de
hacerlo. Por esos días sentí mucha nostalgía y una especie de
torbellinos en el corazón, los primeros de mi vida.
Anastasía se fue como el otoño. Se
fuerón secando las hojas de sus recuerdos hasta que el viento se las
llevó.
Ciudad de México Agosto 2012
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