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jueves, 24 de enero de 2019

Crónica

Es una noche solitaria, quería decir como en un sueño, algo extraña, solitaria. El estacionamiento vacío y ningún auto circulando por el bulevar. Podía ser un sueño porque la luna estaba ovalada, llena y azufrosa, pero extraña, presente, indecisa, como si quisiera caerse o pegarme una mordida. Hace frío y tiemblo por eso, no tengo miedo de que me asalten, tiemblo por el frío, camino solo y no es media noche, parece que en esta ciudad todos corrieron temprano a casa.

No acepté tomar chocolate con Zeli, no porque me quedaría toda la noche, y en mente tenía palabras revueltas, como sopa de letras para plasmarlas en el papel, a la luz tenue y amarillenta de la lampara que Zeli detesta por alguna razón, sospecho que es la oscuridad de y verme oculto, quiere luz intensa para mirarme a los ojos pero escondo la mirada temiendo ser fácilmente descifrable.

 Termino el capítulo y comienzo el esquema del siguiente, trato de escribir minuciosamente, intensamente, sinceramente, estrechamente pero sin omitir detalles importantes. Fácil me desgasto, tan solo han pasado unos cuantos minutos y pienso que son horas, pesa escribir estrecho pero con tantos detalles.

Suena el teléfono, a continuación haré una llamada de una hora y entro en pánico porque me interrumpe lo que me comprometí hacer, una ficción para mi, poner en orden la sopa de letras. No puedo hablar por teléfono y leer a la vez, o escribir a la vez, decido atender la llamada completamente aunque del otro lado no es atendida completamente.

Se termina la llamada, continúa la pluma arrastrándose bajo la luz amarillenta sobre la hoja de papel rallado (amarillo también). Termino con dolor de cabeza, supongo que la luna ahora es blanca porque a cierta hora se elevó en el horizonte. Hay un silencio total, pero no estoy soñando, es una noche solitaria.

Es necesario, si, es necesario, ahora desgastar las rodillas buscando algo nuevo, porque todo resulta conocido, todo aquí resulta conocido. Por si a caso, ¿estás ahí? te busqué para tener un pretexto de escapar. Y después busque otra cosa, para olvidar, para saber que es una noche como tantas, olvidar la luna ovalada y el dolor de cabeza por la sopa de letras vertida en el papel, contando a detalle pero de manera estrecha, puntual.

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