Cuando el entorno cobró sentido, me dí cuenta que segundos antes no tenía sentido ni siquiera el pavimento que pisaba. Fue en ese instante, tal vez un lapso veloz imperceptible, en el que ni siquiera me reconocí a mi mismo pero creí conocerme (como si tuviera sentido en el instante donde se rompierón las leyes del universo).
Recuerdo que no puse atención, pude escuchar respirarte el mismo polvo que dejaron los automoviles. Cuando aprenda a detener el curso del universo dejaré de golpear el señalamiento del peatón.
Comprendí que nada tenía sentido cuando te alejaste, miré el camino y tu ausencia. Desapareciste o evaporaste.
Recobré el sentido.
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