Eñe, gracias por venir el día de mi cumpleaños y sonreír. Eres tan amable.
Eñe, este es el sueño. Por fin los días se sienten tan planos, como muchas veces soñé. Realmente no importa, pero bueno, me siento apreciado, tengo amigos que me hacen sentir especial, y tú sonríes.
Aquí soy de mi familia, y me acoplo a su tiempo. Llegan esos días en que te preocupa más visitarlos y que se encuentren todos bien, todos vivos, en esta jungla de asfalto, de autos con colmillos ensangrentados, de penas aleatorias.
Los tiempos han cambiado Eñe, ya no hace falta que te quieran porque hay alguien a quien querer. Mi familia cada vez es más grande, los pequeños tienen mucha alegría.
Eñe, me enfermé de la garganta, tal vez si estuvieras aquí sería más estructurado, o más frustrado, temo que sí, o tal vez no, tal vez es tiempo de darme la oportunidad nuevamente.
No me siento bien, me siento muy cansado y tengo ese perro dolor de garganta, esa fuerte tos incontrolable. Ojalá estuvieras aquí, todos me preguntan por ti.
Y sabes, así es la vida, nunca sé que sigue, solo que tengo que partirme la madre, escribiendo y escribiendo, como antes. Me siento tan seco de ideas, o más bien, con muchas ideas y resultados que no puedo aterrizar. Puede ser que pierda el empleo, y me siento aterrorizado. O tal vez sería un alivio, para terminar los proyectos que realmente quiero terminar. Pero ya no quiero más polémica en mi vida, Eñe. Quisiera ser como tú, que te quiere todo el mundo, bueno a mí también, pero me siento muy frito.