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domingo, 11 de octubre de 2020

La cara adolorida por una sonrisa fingida / abandono

Te voy a contar la noche que te encontré en el autobús que se dirigía al pueblo. Mi recuerdo ya es algo difuso. Posiblemente era un viernes porque recuerdo el cansancio de mi cuerpo de los viernes. Mis pies me quemaban, sentía mis ojos secos e irritados, mi frente con sudor seco también y una capa grasosa que sospecho me hacía brillar. Mi cabello lo sentía desarreglado, se que mi corte de cabello era malo a pesar de no verme en el espejo. Traía puesta la última muda de ropa que repetía del jueves. 

Los viajes a casa eran largos y con frecuencia se repetían las cosas. Te confieso que algunas veces me sentí desesperado, sentía que estaba en una pesadilla dentro de un ciclo infinito del que nunca se podría escapar. Por eso, cuando ocurría algo nuevo, yo podía recordarlo por mucho tiempo, porque era especial, implícito estaba, se comprendía que pedía no ser olvidado, por eso lo escribo, porque casi ya no lo recuerdo.

Cuando me subí al autobús ya no había lugares donde sentarse. Caminé. Te encontré sentada en la fila izquierda en el asiento que está en el pasillo, casi a la mitad del autobús. Al saludarte interrumpí la charla que tenías con el muchacho de la fila derecha que también estaba sentado en el asiento del pasillo, aunque él estaba un poco más atrás, parecía que no te molestaba voltear un poco, de hecho te veías contenta. Vibraban bien.

Me senté en el pasillo, en el piso. Tuviste la cortesía de interrumpir tu charla para platicar algo que no recuerdo, pero recuerdo que era aburrido y forzado. Platicamos desde la terminal hasta el pueblo durante quizá unos cuarenta minutos. Sonreías, como siempre, nunca dejas de sonreír. Yo sonreía también, con esa sonrisa que me cuesta trabajo hacer y que hasta me deja la cara adolorida.

Contaba en regresiva los minutos porque yo me bajaría antes del autobús. Tu retomarías la charla que tenías con el muchacho quién quizá te acompañaría a tu casa o quien fuera lo suficientemente tenaz para llevarte cenar y después a su casa.

Te encontré para quedarme solo. 

Te encontré con alguien para mirar como te ibas.

Te encontré para quedarme con la cara adolorida debido a mi sonrisa fingida.

Después, cuando regresaste, buscándome, entonces supe que era un sueño.


 

II 

Estas conmigo pero no lo estarás más porque comienzas otra vida. Porque somos distintos. Eres bella. Yo no soy precisamente la idea estética de las revistas. Todos te conocen, nuestros amigos son tus amigos. Yo soy un fantasma. Nos conocimos a escondidas. Nos queremos a escondidas. No quiero que nos vean porque te dirán que me dejes. Planeo después decirlo Yo.

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