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miércoles, 7 de agosto de 2019

Feliz primer día de clases

Intenté describirme en un cuento suponiendo que yo era tú, interpretaría cómo me mirabas en las tardes de biblioteca en la universidad o en la cafetería, cuando nos reuníamos varios alumnos a intercambiar tareas que no sabíamos o no queríamos resolver con esfuerzos redundantes. La descripción de mi mismo sería tan hipotética como las vertientes elegantemente inconexas que te escribía en mis notas, que tímidamente te entregaba, que nunca guardé para releer, que significaban una conversación sin respuesta, como si le hablara a la luna, mi diosa coronada.

Nunca guardé una copia de las notas, en el fondo detestaba mi escasa franqueza y no quería evidencias de ello.

Releer las cartas, suponiendo que se encuentran guardadas, me provocaría la sensación de arrepentimiento, pues en el fondo y sin mencionarlo había una franqueza implícita muy evidente, de esas franquezas que te exponen; quería decirte que moría por salir contigo, que me encantaba tu seriedad, tu cara de enojo y cómo se transforma cuando de repente sonreías, que podía verlo como en cámara lenta, como si existiera un código en memoria que le decía a tu rostro cómo hacerlo muy bien, sonreír perfectamente.

Para mí eras perfecta, me gusta tu cabello, realmente quería salir contigo ... pero joder, no tenía dinero para invitarte el café o el postre que siempre comías, siempre quize decir: ¿quieres ir al cine al aire libre? Sabía que comprarías palomitas y me ofrecerías pero yo diría que no me gustaban porque me resecan la garganta, te darías cuenta que no quería aceptar porque me daría pena decirte que ya no me quedaba dinero para el metro, que regresaría caminando y hambriento a la casa de estudiantes, que robaría comida a los de la pensión para cenar cuando todos se duerman.

Quería ocultar todos mis miedos, mis gustos más absurdos y placeres triviales, por ejemplo cuando murió Esther y me sentí devastado, cuando murió mi amigo Julio, ..., que mi alma, si es que existe, tenía una ventana transparente donde podía mirarse fácilmente al interior y que no era bueno, a pesar de guardar trivialidades, sentía que si alguien las miraba con atención estas se esfumarían como animales asustados, y si se esfumaban sentiría un vacío aún mayor.

Algunas tardes pensaba para mi mismo mirándote:

… de verdad que no puedo ayudarte con tus tareas porque me cuesta trabajo resolverlas, pero estaban "ellos", los que tenían todo resuelto, ellos los que tenían amigos de semestres más avanzados, quienes advertían de “lo que vendría en los exámenes”, lo que dejarían de tarea los profesores más famosos.
Alguna vez, te vi conectada en el chat y me aventuré: "Son las dos de la mañana, estoy haciendo la tarea de teoría de ... " ¿quieres discutirla? algo debe salir ..." y tu contestaste "No, ya dormiré".
Bueno, lo intenté. Después al otro día te miré copiando la tarea de alguien más, 5 minutos antes de entregarla. Supongo que sacaste 10 y yo 7, pero eso no me decepcionó porque estoy seguro que era más inteligente buscar la tarea resuelta a obstinarse y encerrarse para resolverla por uno mismo, en estos tiempos donde todos viven acelerados y parece ¡imposible!, dicen que uno siempre tiene que discutir, que uno no debe estar solo … que uno debe aprender a trabajar en equipo.

... a todo esto, y como siempre saliéndome por la tangente, nunca supe si saldrías conmigo, quizá no, y quizá era mejor escucharlo de ti misma para afrontar el miedo "de que dijeras que no".

Nunca me gustó la escuela, pero mi familia decía que tenía que estudiar la universidad porque nunca pude hacer bien el trabajo en el campo con el abuelo. Nunca me gustó levantarme temprano, y siempre busqué una excusa para ir ...

... debo aceptar que la pasé bien en la universidad, entre incertidumbres, camaradas, retos ... y las excusas idiotas para preguntarte cualquier cosa.

¿somos más adultos que antes? , tal vez por la edad, tal vez ¿porque estamos casados?... , me dí por vencido y mostré mis gustos más absurdos y mis miedos, no quedé vacío... me siento más gordo y como infinitas palomitas de maíz. Me enteré que también te casaste, me dijeron que fue de ensueño y que adelgazaste que más, que trabajas en ...

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Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...