La chica costeña.
Hace poco escuchó en el
radio un témino referente al tríangulo del sol, consta de 3 lugares
de un mismo estado con climas trópicales demasiado detestables para
su gusto, mas bien mostró su desagrado hacia esos lugares que se
hacen detestables con el simple hecho de recordar la humedad y calor
del clima. Conoció a Fernanda mucho después de haber comenzado el
curso de Teoría de Campos, se dió cuenta de su existencia porque
siempre era la última alumna en llegar a clase y por consiguiente
Alejandro tenía que ceder su lugar mas de a fuerza que de “voluntad”
porque el Dr. Rigoberto Saldivar se lo pediá amablemente exibiéndolo
frente a todo el grupo., “Compañero permita que la señorita se
siente”. “Los hombres siempre devemos ser caballerosos...” y
continuaba el sermón del Dr.
Fernanda pertenece al
triángulo del sol. Por aquellos entonces corria el mes de Octubre y
la ciudad se veía azotada por los primeros frentes fríos
antecediendo la crudeza del invierno que azotaría ese año.
Alejandro se dió cuenta que quizá esa mujer podía venir de la
costa porque la delataba el hecho de nunca quitarse la sudadera aun
estando el sol en el esplendor de las 12:30 hrs. Las personas
costeñas que residen en la ciudad difícilmente se quitan las
sudaderas a según Alejandro.
Fernanda a pezar de
pertenecer a una ciudad cálida; poseía una piel blanca
deslumbrante, cabello negro ondulado y un aire de nostalgía. Tenía
estrecho parecido con la actriz de alguna pélicula de aquellas en
los tiempos de castillos y princesas raptadas por algún hermoso
liberal de los sueños de cualquier adolescente ilusa o señora
frustrada.
Fernanda acostumbraba a
desayunar una ensalada y jugo de naranja a la sombra matutina de la
biblioteca. Se volvió costumbre de Alejandro esconderse tras las
páginas del periódico (finjiendo leerlo) observar a Fernanda para
rescatar las virtudes de princesa que anelaban su corazón carente de
afecto desde hacia mucho tiempo.
Alejandro siguió
observandola el resto del semestre hasta terminar el curso del Dr.
Rigoberto Saldivar, quizó consolarla cuando este le dijo a Fernanda
que estaba reprobada. No logró entregarle la carta que escribió
para ella en la cual resaltaba sus dotes de princesa medieval entre
palabras fugazes y austeras.
Comenzarón las
vacaciones navideñas y con ellas la nostalgía que dictaba las
peliculas que Alejandro veia con su hermana por las tardes, el
remordimiento primitivo pero en constante picoteo era la carta
escondida bajo su libreta, esa carta que nunca fue entregada.
Cuando aparecio la luna
llena Aljenandro le contaba de Fernanda y tenía la esperanza de que
ella también la estuviese viendo en ese momento, entonces el podia
usar a la luna para hablar con Fernanda.
No la vio durante mucho
tiempo, nisiquiera en sus sueños tratando de buscar su rostro en la
memoria y exclamaba “oh! Chica costeña ¿Dondé te has metido?”
y asi continuó con esa pregunta hasta que la vió los primeros dias
de la primavera en los jardines centrales a la hora de comer.
Fernanda se encontraba con alguién; era un joven con cabello casaño,
delgado, blanquisco y de sonrisa constante. Se decia que tenia ideas
espelusnantes y se aferraba en comprobarlas. Fernanda y él lucian
muy bien.
Alejandro no sintió
celos, raró en un tipo solitario como el. Por un momento imaginó
que él era el muchacho a quién Fernanda acariciaba con tanta
delicadeza el rostro y cabello ondulado, la cortés respuesta a una
broma tan infantil pero tan necesaria.
Fernanda cambió por
completo su itinerario. Alejandro hechó de menos no verla a la
sombra de la biblioteca desayunando ensalada -oh! Chica costeña
¿Porqué nos abandonaste a las dos sombras?- decia. Tampoco volvió
a ir por las tardes entre las 5 y las 7 el martes o el jueves a
pedirle ayuda con esas teorías engorrosas que Alejandro entendiá
perfectamente.
Extrañó no comprarle
más tortugas de chocolate (las favoritas de Alejandro) y ver a
Fernanda mascarlas suavemente mirando distraida a los libros con sus
grandes ojos oscuros pero eternamente luminosos.
Nuevamenté trató de
buscarla en sus sueños donde es amo y señor, nunca la encontró.
Nisiquiera por los pasillos. Ella se fue.... pero mejor dicho se le
fuerón las ganas de buscarle, porque el deve repetir un proceso
infinitamente interminable el cual consiste en bucar a una chica
costeña, observarla y enamorarse para finalmente dejarla ir
olvidando la ilusión asqueado de pensar en que aquellos labios que
han sido contaminados por los besos de alguien que no es él... y eso
nunca cambiará. Asi lo piensa con todas......... todas las costeñas
que vienen y se van .....
La mañana siguiente
conocio a Susana, ella venia de Nayarit....
G.U.
Ciudad de México
Abril/Mayo 2012
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