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lunes, 17 de mayo de 2010

¿Sonambulos?


¿Sonambulos?

Una cobijita calientita se quedo esperando junto con una taza de chocolate caliente y esas galletitas que tanto adoras. Se quedaron esperando junto con mi angustia, gritaban desesperadas tu ausencia. Cada que te vas… mis ojos fijos en tu silueta esperan a que desaparezcas, mi mente imaginando tus fechorías y sintiendo tu olvido. Las yemas de mis dedos tristes porque quien sabe cuando regrese el tacto suave de tu piel.

Quedar esperando no sé cuantas semanas, cuantos meses o cuantos años que no se pueden distinguir de sí, porque el tiempo corre igual en tu ausencia, da igual que el reloj de la cocina costroso marque el paso del tiempo.

Ocupado en mi trabajo, se va mi vida. En la calle ver a niños sonreír, padres preocupados, personas felices y tristes a la vez. ¿Acaso notan mi presencia? ¿Acaso saben dónde te encuentras ahora? ¿Puedo preguntar?...´¿Con que derecho? Ni siquiera soy dueño de tu vida, ni de tus manos y mucho menos tu sonrisa, son mis pendejadas las que te hacen reír, las estupideces que le dan sentido a mi carrera de bufón profesional y la estupidez mas grande, escribir una carta para ti… pero ¿A dónde la mando? No se donde estas ahora, y si supiera ¿Para qué? ¿Para recibir una respuesta falsa de esas que me tranquilizan?

Algunas veces llego a enterarme de tu paradero, pero no es agradable, no se porque quiero saberlo, si cuando lo escucho me cubro los oídos y trato de pensar en otra cosa para no imaginarte, para solo quedarme con la imagen de tu sonrisa o la silueta triste inconforme de esperar lo inesperado, de vivir lo antes vivido y de bostezar con aburrimiento.

¿Y para que aguantar tanta mamada? ¿Para qué pensar todas las tardes cuando el sol se esconde… en ti? ¿Para qué escribir una vulgar carta con olor a puberto de secundaria? ¿Para qué buscarte, para perderme más?

Hoy… de nuevo no viniste, quizá después lo hagas, sabes que tienes la comodidad de mi espera, “¿Para qué me engañas si no soy tu carcelero?”, ¿Para qué mentiste? Yo nunca pedí que me digieras la verdad. ¿Por qué no quieres darme esa libertad para ya no esperarte más e irme de aquí? ¿Por qué no me voy sin avisar?

¿Por qué te basta solo una palabra para cambiar mis decisiones? ¿Por qué me basta una palabra que ni siquiera sale de mi boca?

¿Estoy durmiendo?... ¿Junto con los sonámbulos?... ¿junto al leve recuerdo?


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