Llegamos al hotel y pedimos habitaciones para cada uno de nosotros porque estaban en oferta. Después nos fuimos todos a descansar.
Perdí la memoria, no recuerdo algo entre la noche hasta el momento de ver su mirada bajo las sábanas. Como no sentía ni cruda y tampoco remordimiento me atreví, consientemente, a acariciar su piel que de hecho era más suave de lo que me hubiera imaginado. Cuando entré en estado paranoico me abalancé para que hiciéramos el amor, no me importaba que en cualquier momento llegara su novio y me atacara por la espalda. Saldría herido.
Me estaba mentalizando para suponer que mi cuerpo era de hierro y así me dolería menos.
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