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miércoles, 11 de enero de 2012

Naranjos y Quesos

Julia se encentraba leyendo en la banquita que esta bajo la sombra del naranjo pensando quizá en la mala idea que tomó al decidir pasar las vacaciones en el rancho de su tía Dévora, porque la vieja doña Jertrudiz una vez mas estaba interrumpiendo su lectura. Esa vieja Jorobada y fea cada mañana barría el patio de la casa y cuando veía a la tierna y fresca adolescente se acercaba para darle un consejo... sus consejos de vieja fracasada y amargada. Julia con toda gentileza siempre le regalaba quince minutos para escucharle viendo su cara aterradora carcomida por los años y el sol. Ese día Miércoles no estaba para soportar, los cólicos en su vientre y nostalgias de tiempos no muy lejanos cambiaron su estado de ánimo.

Antes de que la vieja Jertrudiz terminara con su discurso patético, Julia se levantó y le dijo que tenía que irse porque había dejado su computadora prendida, quizá un buen pretexto para alejarse de la horrible imagen de la horrible vieja.

Se metió a la casa, las ganas por leer y de las bastas actividades que se pueden hacer en el rancho quesero se esfumaron. Su tía Dévora estaba entretenida haciendo los preparativos para la fiesta de sus empleados que organiza cada año. La casa estaba solitaria y fría, ese día los rayos de sol eran intensos pero no calentaban. 

Julia decidió buscar un lugar para disfrutar de su nostalgia y ponerse a llorar. Preparó café y lo vació en un termo, se subió a la azotea de la casa a mirar el territorio extenso y deprimente del campo ese día, con el pasto quemado por el frió y los trabajadores cuchicheandose e imaginando lo inimaginable con el cuerpo de Julia fresco y juvenil lleno de Energía.

El frío rosando sus mejillas como pequeñas navajas, un trago de café amargo... situada en un punto de partida   porque la duda a llegado a su conciencia, la vida le reclama que hacer con su vida. Ella quiere ser escritora y se entristeze porque piensa que vivirá sola, que es aficionada al amor y este le a dado fuertes bofetadas. Sus profesoras y amigas liberales feministas sembraron en Julia la semilla de la libertad; mujeres modernas y deshinibidas, la nueva generación que disfrutara el mundo sin reservas. 

El verano pasado Julia se entrego sin reservas a Ricardo, el joven que sacio hasta el cansancio su lujuria y fantasías. Placer mutuo se decían,  pero Julia nunca entendió porque Ricardo la dejó de buscar, cortó su relación que parecía duradera. Julia resulta ser muy hermosa para mucha gente, en cambio Ricardo un chico sin futuro dejó de estudiar a temprana edad, chalan en un taller mecánico  se aburrio de su belleza, el aroma de Julia resulto ser tan atocigante como su aliento fresco pero los últimos días quemante.

Después regresarón a Julia los pensamientos de mujer antigua, aquellos donde se dice "fui utilizada". Toda la teoría moderna de sus profesoras y amigas insaciables se derrumbo. Ahora Julia las miraba y se incluía en el grupo de mujeres sin dignidad. 

Julia estaba confundida, presa de su madurez emocional... se había enamorado y se sintió desplazada. Presa en el mar de cadenas porque también ella rompió algunos corazoncillos, como el de Edmundo Suarez, muchacho ejemplar prospecto para el seminario... el muchacho enloqueció un tiempo abandonando la idea de su madre y abuela... "ser un futuro sacerdote".

Su tia Dévora le dice "Eres muy joven y te falta mucho por conocer, es bueno que conozcas a muchas personas para que elijas ala mejor, hay niña.... es muy precipitado a tu edad elegir a una"


Al atardecer llego Ernesto Aramiz, y le invito a dar un paseo. Ernesto estudia en la ciudad administración de empresas, es el sueño de su padre que extienda el negocio familiar, son dueños de una mina de piedra rojiza que se utiliza para fachadas y cimientos, está en lo alto del cerro. Es ahi donde Julia y Ernesto fuerón a dar la vuelta. 

Estaba oscureciendo y Ernesto le dijo que miraran hacia el horizonte... mas tarde la luna estaba naciendo rojiza y grande 


Nunca más en la vida

Nunca te quedó claro que jamás quería volverte a ver, al menos por mi voluntad propia.  Por tu parte tenías esa idea idiota de que podíamos ...