Estamos cansados, es el atardecer del año, pero aún estamos dispuestos a tomarnos el último café, no importa que no podamos dormir.
Las cafeterías guardan las mesas que ponían en la calle o los jardines, se cambia la cerveza por el vino caliente, se siente un poco de frío, quedan unas cuantas sillas afuera para los que nos se les apaga aún el hervor del verano.
Las hojas en los parques que hacen una carpeta de colores rojos, amarillos y naranjas. Chicas con medias negras, chicos con gabardina, gorro y bufanda.
Algunas miradas se confiesan desesperadas tratando de buscar a otras que también lo estén. No todos se atreven a hablarse. El humo del cigarro abunda. Pero aún no se siente tanto frío. Sale ella a la entrada de la cafetería y se sienta en el piso a fumar un cigarro. Pone su taza en el piso. Mira su teléfono. Se colocoa unos audifonos. Las hojas caen. La tarde es perfecta.
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